martes, 3 de abril de 2007

SOLO ALCANZAREMOS EL CIELO POR MEDIO DE LA PENITENCIA

Sólo nos resta, para la mayoría de los hombres, alcanzar el cielo por medio de la Penitencia.
Actualmente la Tierra está llena de corrupción, pues se han violado las leyes, quebrantado los preceptos y roto las alianzas que deberían durar eternamente. Se practica la iniquidad, la calumnia, la mentira y la perfidia; y apenas se haya uno que otro que obre el bien.

Este es el mundo de hoy: un egoísmo galopante que alcanza todos los niveles; donde el hermano pone asechanza a su hermano, los padres abandonan a sus hijos, el esposo a su esposa y la esposa al esposo; donde ya no hay lazos de unión sino violencia, traición y murmuración. Donde los odios se acumulan, las reconciliaciones escasean y no existe más el amor auténtico al prójimo por amor a Dios. Los hombres se aniquilan unos a otros; sus reuniones, en cualquier circunstancia, se han convertido en ocasión de pecado y de ofensa grande a Dios; y la virtud está prácticamente ausente en la mayoría de los hombres.

Donde el fraude, el abuso y la injusticia están presentes entre los pueblos y las sociedades; donde las diversiones públicas son escuelas de inmoralidad, perversión, pornografía y las más depravadas costumbres. Donde la guerra se ha convertido en institución permanente, terrorismo, muerte, hambruna, abortos, etc. Donde el siglo XX y XXI son ejemplos de verdadero horror que ha excedido en demasía a la Ninive pecadora. Donde los gobiernos son prácticamente todos corruptos. Y la Iglesia ya no es más ejemplo de santidad y justicia, sino institución divino-humana atacada en su centro por el demonio que ha oscurecido la fe, matado la esperanza y enfriado la caridad. Donde ya no se predica el amor de Dios ni la necesidad de hacer oración, ni de mortificar los sentidos, ni de acudir a la gracia divina ni a la búsqueda de la santidad.

Donde los ricos se olvidan del autor de su prosperidad y los grandes se consideran suficientes a sí mismos y claman que no necesitan de Dios. Todo se ha convertido en placer, comodidad, poder, tener, acumular riquezas, y que ha llevado al hombre verdaderamente a recorrer en su vida el ancho sendero que lleva a la condenación eterna. Esta es la realidad que hay en el mundo completo.

Por todo esto, no queda más que hacer penitencia. Pero la pregunta es ¿dónde están los penitentes, quién hace penitencia hoy en día? ¿Qué cosa es ser un penitente?

Un penitente - decía en otro tiempo Tertuliano - es un fiel que en todos los instantes de su vida tiene presente la desgracia en que incurrió de perder y olvidarse en otro tiempo de su Dios; que tiene continuamente a la vista su pecado; que en todas partes haya imágenes tristes que se lo representan; un penitente es un hombre encargado de los intereses de la justicia de Dios contra sí mismo; que se priva de los más inocentes placeres, porque se permitió en otros tiempos los pecaminosos; que goza de los necesarios con pena; que mira a su cuerpo como a un enemigo a quien tiene necesidad de debilitar, como a un rebelde a quien necesita castigar. Un penitente no ve en la pérdida de sus bienes o su salud más que la privación de unos favores de que ha abusado; en los contratiempos que le suceden, la pena de su culpa; en los dolores que le atormentan, el principio de los castigos que ha merecido; y en las calamidades públicas que afligen a su prójimo, contempla que acaso son castigo de sus delitos particulares. Esto es un penitente (1).

Finalmente, es claro que, para poder salvarse, es necesario vivir conforme a la Ley de Dios.
Por eso, se salvarán aquellos:

Qué viven en el mundo, pero no viven como el mundo. ¿Quién podrá salvarse?Aquella mujer cristiana que, encerrada en el recinto de sus obligaciones domésticas, cría a sus hijos en la fe y en la piedad; que deja al Señor el cuidado de su suerte; que no divide su corazón sino entre Jesucristo y su esposo; que no se sienta en los congresos de la vanidad y no tiene por ley las locas costumbres del mundo, sino que las corrige con la Ley de Dios, y da estimación a la virtud por su clase y con su ejemplo. Se salvará el fiel que en la relajación de estos últimos tiempos procura imitar las primeras costumbres de los cristianos; que no ha recibido su alma en vano, sino que, aún en medio de los peligros del mundo, se aplica continuamente a purificarla; el justo que no jura fraudulentamente a su prójimo, ni debe el aumento inocente de su fortuna a unos medios dudosos; el generoso, que llena de beneficios al enemigo que ha querido perderle; el sincero, que no sacrifica la verdad a un vil interés; el caritativo, que de su casa y poder hace asilo para su prójimo; de su persona, consuelo para los afligidos; y de sus riquezas, alivio para los pobres; el que es sufrido en los trabajos, cristiano en las injurias y penitente aún en la prosperidad (2).


(1) BAUTISTA MASSILLON, Juan. El Corto Número de los Elegidos. México, Ed. Tradición, 1974, p. 14.
(2) Ibidem. p. 37.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanta q ya tengas un lugarcito en internet. Monica

Anónimo dijo...

Para quienes nos cuesta entender, pediria a usted, indicar algunos ejemplos de penitencia, puntuales que podrian aplicarse hoy en dia, de forma voluntaria,
gracias,
Susann.

Hermano José dijo...

Hermana Susann. Respondo a tu inquietud sobre la penitencia. Esta es sinonimo de sacrificios y ayunos. Te recuerdo que Dios no espera de ti sacrificios ni ayunos extremos. Con el de su Hijo Jesús tuvo más que suficiente, pero puedes dejar de hacer ciertas cosas que más te gustan y entregarlas a Dios. Por ejemplo, si eres asidua concurrente a las "maquinitas"... deja de hacerlo.