martes, 24 de julio de 2007

LA BALANZA


Una mujer pobremente vestida, con un rostro que reflejaba tristeza, entró a una tienda, se acercó al dueño y de una manera humilde le preguntó si podía llevarse algunas cosas a crédito; con voz suave explicó que su esposo estaba muy enfermo y que no podía trabajar, tenían siete niños y necesitaban comida.

El dueño no aceptó y le solicitó que abandonara la tienda.

Sabiendo la necesidad que estaba pasando su familia la mujer le rogó:
-Por favor, señor, se lo pagaré tan pronto como pueda.
El dueño le dijo que no podía fiarle, ya que no tenía una cuenta de crédito en su tienda.

De pie, cerca del mostrador, se encontraba un cliente escuchando la conversación… éste se acercó y le dijo al dueño de la tienda que él se haría cargo de lo que la mujer necesitara para su familia.

El dueño, fastidiado, preguntó a la mujer:
-“¿Tiene usted una lista de compras?”
La mujer dijo:
-Si señor
-“Está bien – dijo el dueño – ponga su lista en uno de los platos de la balanza y lo que pese su lista se lo daré en comestibles


La mujer titubeó por un momento y cabizbaja busco en su cartera un pedazo de papel, escribió algo en él y lo puso, triste aún, en uno de los platos de la balanza.

Los ojos del dueño y del cliente se llenaron de asombro, cuando el plato de la balanza, donde estaba el papel se hundió hasta el fondo y permaneció así.

El dueño sin dejar de mirar la balanza dijo:
-“¡No lo puedo creer!”

El cliente sonrió y el dueño comenzó a poner comestibles en el otro plato de la balanza; la balanza no se movía, por lo que continuó poniendo más y más comestibles, hasta que se llenó; el dueño se quedo pasmado de asombro.

Finalmente, agarró el pedazo de papel y lo miró con tremendo asombro…

No era una lista de compras, era una oración que decía: Querido, Señor, Tú conoces mis necesidades y yo voy a dejar esto en tus manos

El dueño de la tienda le entregó los comestibles que había pesado y quedo allí en silencio…

La mujer agradeció y abandonó la tienda; el cliente entregó al dueño un billete de US $ 50 y le dijo:
-Valió la pena cada centavo de este billete ahora sabemos cuanto pesa una oración

Reflexión: La Oración es uno de los mejores regalos que recibimos. No tiene costo, pero sí muchas recompensas.

2 comentarios:

pier dijo...

"Ocupate tú de las cosas sencillas y deja a Dios las imposibles."

Hermano José dijo...

Así es como debe ser siempre.
Bendiciones para ti y tus dos hijos.