sábado, 18 de agosto de 2007

¿PECADO DE OMISIÓN?... PODRÍA SER.


Charles Plumb, era un piloto de un bombardero en la guerra de Vietnam.

Después de muchas misiones de combate, su avión fue derribado por un misil. Plumb se lanzó en paracaídas, fue capturado y pasó seis años en una prisión vietnamita. A su regreso a Estados Unidos, daba conferencias relatando su odisea, y lo que aprendió en la prisión.

Un día estaba en un restaurante y un hombre lo saludó:
Le dijo:
-Hola, usted es Charles Plumb, era piloto en Vietnam y lo derribaron.
-“Y usted, ¿cómo lo sabe?” – le preguntó Plumb.
-Porque yo empacaba su paracaídas. Parece que le funcionó bien, ¿verdad?”

Plumb casi se ahogó de sorpresa y con mucha gratitud respondió:
-“Claro que funcionó, si no hubiera funcionado no estaría yo aquí


Estando sólo Plumb no pudo dormir esa noche meditando: Se preguntaba:
-“¿Cuánta veces vi en el portaviones a ese hombre y nunca le dije buenos días; yo era un arrogante piloto y él era un humilde marinero?".
Pensó también el las horas que ese marinero pasó en las entrañas del barco enrollando los hilos de seda de cada paracaídas, teniendo en sus manos la vida de alguien que no conocía.

Ahora, Plumb comienza sus conferencias preguntándole a la audiencia: “¿Quién empacó ahora tu paracaídas
?”

Todos tenemos a alguien cuyo trabajo es importante para que nosotros podamos salir adelante. Uno necesita muchos paracaídas en el día:
Uno físico, uno emocional, uno mental y hasta uno espiritual.

A veces, en los desafíos que la vida nos lanza a diario, perdemos de vista lo que es verdaderamente importante y a las personas que nos salvan en el momento oportuno sin que se lo pidamos

Dejamos de saludar, de dar las gracias, de felicitar a alguien, o aunque sea, decir algo amable sólo, porque sí.

Hoy, esta semana, este mes, este año, cada día, trata de darte cuenta quien es el prójimo que empaca tu paracaídas, y agradécelo.

¿Sabías que diariamente en los monasterios de todo el mundo, hay unas monjitas que nadie conoce, que oran para que Dios no acabe aún con este mundo? ¡Acordémonos de ellas en nuestras oraciones
!

ABRAHAM RUEGA POR SODOMA (Génesis 18, 23 y ss)


Este se acercó y le dijo:

-“¿Es cierto que vas a exterminar al justo con el malvado? A lo mejor existen 50 justos dentro de la ciudad: ¿es cierto que vas acabar con todos ellos y no perdonarás el lugar en atención a los cincuenta justos que puede haber allí? ¡Sé que Tú estás lejos de proceder así, o sea, de permitir que el bueno sea tratado igual que el malo! ¿O es que el Juez de toda la Tierra no aceptará lo que es justo?
Yahvé dijo:
-Si encuentro cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo el lugar en atención a ellos”.
Abraham contestó:
-Sé que a lo mejor es un atrevimiento hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza, pero si para los cincuenta justos faltaran cinco, ¿destruirías la ciudad por los cinco que faltan?"
Yahvé dijo:
-No la destruiré si hay cuarenta y cinco hombres justos.
Abraham volvió a insistir:
-“¿Y si sólo se encontraran allí cuarenta justos?”
Yahvé contestó:
-No lo haré en atención a esos cuarenta”.
Abraham insistió de nuevo:
-No se enoje, mi Señor, si vuelvo a insistir, ¿y si no hubieran allí más que treinta justos?”
Yahvé contestó:
-No lo haré si encuentro allí treinta justos”.
Abraham continuó:
-Sé que es una osadía de mi parte hablar así a mi Señor, pero ¿si se encuentran allí sólo veinte justos?”
Yahvé contestó:
- No la destruiré en atención a los veinte
Abraham dijo:
-Vaya, no se enoje mi Señor, y voy a hablar por última vez. Tal vez no se encuentren allí más de diez.
Yahvé dijo:
-En atención a esos diez, Yo no destruiré la ciudad..."

Nota: Gracias a las oraciones anónimas de muchas personas, todavía podemos comunicarnos en esta nueva Sodoma y Gomorra en que vivimos; personas que empacan diariamente nuestros paracaídas espirituales y que ni siquiera conocemos ni nos conocen; personas a las que Dios escucha diariamente sus suplicas, como las de Abraham, aunque en el caso de Lot, sólo él y su familia eran justos, o sea cuatro... no habían ni cinco justos.

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