lunes, 17 de marzo de 2008

EL MANEJO CORRECTO DE LOS CONFLICTOS/ Salmo 141:3


Cuando surgen conflictos personales, a menudo nos apresuramos a defender nuestra posición, y quizás hasta nos sentimos justificados al culpar a otros. Pero Santiago 1:19 nos da un consejo diferente para encarar las disputas: Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse. Es decir, se puede lograr más con una actitud de calma ante la situación.

La Biblia nos dice también que debemos: • Orar. Lo primero que debemos hacer es pedirle al Señor que guarde nuestros labios y que nos dé las palabras adecuadas que debemos decir (Lc. 12:2). También debemos pedirle que nos dé discernimiento para saber cuál es el verdadero problema, y para entender si el error es nuestro. • Ver con la perspectiva divina. Nuestro Señor hace que todas las situaciones obren en favor del creyente (Ro. 8:28).

Dios utiliza las dificultades no sólo para enseñarnos, sino también para permitir que mostremos la vida de Cristo por la manera como respondemos. • Perdonar. Aunque sea la otra persona la que nos haya herido al originar el conflicto, debemos perdonarla. Jesús murió para perdonar todos nuestros pecados, y nosotros, a cambio de eso, debemos perdonar a los demás. Si no lo hacemos, nuestra vida se verá agobiada por el rencor y por las relaciones destruidas.
Responder. Si hemos hecho algo incorrecto, debemos disculparnos. Y si no hemos actuamos mal, debemos agradecer que la otra persona nos haya compartido su inquietud. Asimismo, debemos decirle que apreciamos sus comentarios y que le prestaremos atención. ¿Cómo responde usted a los conflictos personales? Pídale a Dios que le dé la fortaleza para mantenerse tranquilo(a) y para hacer lo correcto en situaciones difíciles.

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