martes, 16 de diciembre de 2008

AMOR Y RESENTIMIENTO


El llanto de aquel muchacho era conmovedor.

Mientras me adentraba en mi tema de lo que puede hacer el rencor en la psiquis y en el alma, su reacción y la de otros chicos que estaban presentes, me daba fuerzas para continuar con este tópico humano que impide a muchos de nuestros jóvenes el encuentro con el sentido de la vida y el amor.

Pero, ¿cuáles son los estados emocionales que afloran en el que está resentido? El laberinto lleva por las sendas de la amargura, hostilidad, ganas de venganza, indignación, ira, enojo, fastidio, irritación, rencor, mala voluntad, celos, envidia, calentura, susceptibilidad, comportamiento defensivo y acusador del que se siente herido. Paralizado por todas estas emociones tóxicas te vuelves incapaz de olvidar.

¿Qué más? No se encuentra la salida hacia la verdad del ser, hacia su antónimo el amor, la calma, la paciencia y la misericordia. Tú y yo, no estamos hechos para el rencor y el odio.

Existes para encontrar tu ruta hacia la realización del amor en tu vida. El dolor que muchas veces se transforma en resentimiento, es una senda que lo quieras o no, tienes que caminar alguna vez en el viaje hacia esa meta. Siempre existirá algo o alguien que te hará daño. Darte cuenta de que vas por la vía del rencor, es una oportunidad para preguntarte ¿cuánto tiempo quiero seguir por este camino?, pues el amor no puede ser puro y limpio cuando el corazón está lleno de rocas que cansan el alma. Eso es lo que provoca el resentimiento en ti, cansancio, pues nunca llegas a ningún lado, te quedas atrapado dentro del laberinto. Busca la puerta: amor o resentimiento. Debes elegir una sola salida.

Viktor Frankl, el fundador de la logoterapia lo escribía así: el ser humano es el que elige, es el que conforma su existencia... el ser humano es responsable de lo que hace, de lo que ama y de lo que sufre.

Aparta de tu senda el veneno del rencor porque la vía de lo sagrado, el amor, necesita de veredas limpias para libremente inundar todos tus caminos con su fragancia. La decisión es tuya.
Sheila Morataya-Fleishman

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