martes, 16 de diciembre de 2008

LA VIDA MISMA


Es la Vida misma, la fuerza, solo ella, la vibración y el amor, que encienden por igual la belleza de la flor, o la pasión del volcán en erupción, todo pureza.

Es la Vida misma, la energía y el fuego, solo ella, la intensa dulzura, que toda expresión encierra, es el profundo ruego, que de nuestro corazón, emana y lo inspira.

Es la Vida misma, el aire que respira, solo ella, la ardiente llama, que la sangre en nuestras venas reclama, como la única verdad, que jamás será mentira.

Es la Vida misma, la chispa divina, solo ella, la infinita ternura, de la que toda realidad o criatura, son tan solo la forma, que la cobija y anima.

Es la Vida misma, la sublime inocencia, solo ella, la verdad que permanece, y en el tiempo, que toda forma cambia y desaparece, no somos nada, y perdura solo su intima esencia.

Es la Vida misma, el indomable torrente, solo ella, en que la existencia todo lo subyuga, logrando así, hasta el milagro que la oruga, se convierta un día en mariposa, de repente.

Es la Vida misma, nuestra realidad y la entraña, solo ella, la verdadera semilla, de la que nacerá y fructificara un día, la conciencia de Dios, una aurora que ya es mañana.

No temas más, Amor mío, que es la verdad la que te digo, que la Vida misma ya me hablo así al oído, con una voz estruendosa y sin sonido, somos Dios mismo, la Vida misma y su testigo.
Gonzalo Raffo Lavalle

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