viernes, 23 de enero de 2009

NI UNA AGUJA


Dunichand era un mercader muy rico, orgulloso de sus riquezas y posesiones. Por cada negocio exitoso que realizaba hacía colocar una bandera en su techo. Varias banderas ondeaban en el techo de su casa, proclamando su fortuna al mundo.

Un día su Gurú le dijo:
· Hermano ¿me harías un favor?”
· Por supuesto Maestro ¿qué no haría yo por ti? - dijo Dunichand con gran reverencia - ordena y tu sirviente te obedecerá
El Gurú le dijo:
· Te doy esta aguja. Todo lo que pido de ti es que la guardes en un lugar seguro, y que me la devuelvas cuando nos encontremos otra vez en el próximo mundo
· Será mi privilegio así hacerlo - dijo Dunichand.

Llevó la aguja a su esposa:
· El gran Gurú me ha encargado guardar esta aguja con seguridad y devolvérsela a él cuando nos encontremos en el próximo mundo - le dijo a ella.
Dunichand no se percató de las implicancias de la tarea que le encomendó el Gran Gurú.

Pero su mujer le dijo:
· “¿Qué te pasó? ¿cómo puedes tomar esta aguja y devolvérsela al Gurú cuando te encuentres con él en el próximo mundo? ¿Cómo puedes llevar esta aguja contigo?”
Cuando esta comprensión le golpeó a Dunichand, exclamó:
· Es cierto ¿cómo puedo llevar esta aguja? ¡No puedo llevar nada! ¡Inclusive mis manos y mi cuerpo serán dejados atrás! ¿Cómo puedo llevar esta aguja conmigo?"
Inmediatamente regresó a ver al Gurú y le dijo:
· Maestro, este trabajo que me pediste que hiciera es humanamente imposible. ¿Cómo puedo hacer? ¿cómo puedo llevar esta aguja conmigo y dártela en el próximo mundo?
Entonces el Gurú le dio una mirada que le penetró el corazón y dijo:
· Si no puedes llevar contigo ni siquiera una pequeña aguja ¿de qué te valen tantos millones?”
Dunichand aprendió una lección de más valor que todas sus riquezas.
Fuente: Claudio Dominguez

Nota: El verdadero tesoro: No amontonen tesoros en la Tierra, donde hay polilla y oxido que corroen, y ladrones que socaven y roban. Amontonen más bien tesoros en el Cielo, donde no hay polilla ni oxido que corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón (Mateo 6, 18-21).

Todo se quedará acá, nada te llevarás... ni una aguja.
José Miguel Pajares Clausen

2 comentarios:

miguelangelgc dijo...

Hola que tal!!! Excelente reflexión, le invito a mi blog y a la revista de teología que edito (con nihil obstat), en el blog hay un enlace a ella. Ojalá la consulte y si le agrada, me gustaría invitarlo a participar como columnista en alguna sección. Espero estemos en contacto!

Hermano José dijo...

Gracias por tu invitación... favor de conectarte a traves de mi correo personal.
Bendiciones