viernes, 23 de enero de 2009

TRAS LAS HUELLAS DE SU MADRE


Era un día muy ajetreado en nuestro hogar. Pero claro, con 10 hijos y otro en camino, todos los días eran un poco agitados. Ese día en particular, sin embargo, tenía dificultades incluso para realizar los quehaceres domésticos de rutina, y todo a causa de un pequeñito.

Len, que tenía tres años entonces, estaba encima de mis talones, dondequiera que me dirigiera. Cada vez que me detenía para hacer algo y me volteaba, tropezaba con él.

Varias veces le había sugerido pacientemente actividades divertidas, para mantenerlo ocupado.
- “¿No te gustaría jugar en el columpio?” - le pregunté una vez más.
Pero él simplemente me brindó una inocente sonrisa y me dijo:
- Está bien, mamá, prefiero estar aquí contigo
Luego continuó retozando alegremente a mi alrededor.

Después de pisarlo por quinta vez, comencé a perder la paciencia e insistí en que saliera a jugar con los otros niños. Cuando le pregunté por qué estaba actuando así, me miró con sus dulces ojos verdes y me dijo:
- Mira, mami, en la escuela mi maestra me dijo que caminara tras las huellas de Jesús. Pero como no puedo verlo, estoy caminando tras las tuyas
Tomé a Len entre mis brazos y lo abracé. Lágrimas de amor y de humildad se derramaron sobre la oración que brotó en mi corazón: una plegaria de agradecimiento por la simple, pero hermosa perspectiva de un niño de tres años.
Reflexión:
¿Qué tipo de huellas estás dejando en tu vida?
¿Quieren tus hijos, amigos o compañeros de trabajo seguirlas?
Mucho hemos oído de seguir las huellas de Jesús, pero ¿pueden los demás seguir las tuyas también?.

Juan 8:12:Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.

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