jueves, 20 de mayo de 2010

DIOS TE AMA


Dios te ama, aunque seas el hombre más pecador del mundo.

Dios te ama, no porque te lo merezcas, sino porque eres su hijo y quiere hacerte feliz. Dios es amor y no puede menos de amar. El problema está en si tú quieres amarlo a Él. Dios te ha dado la libertad para que lo ames, pero no quiere imponerte su amor. Él te ama desde toda la eternidad. Y te lo dice con claridad: Con amor eterno te amé (Jer 31, 3). Por eso, no temas responder a su amor con tu amor. Ámalo con la plena conciencia y libertad. Y sentirás la alegría de amar.

Sin embargo, hay muchos hombres, que aprovechando la libertad que Él les ha dado, la usan para ofenderlo y creen que pueden ser felices sin Él. Eso le pasó a aquel drogadicto de Haarlem, en New York, que escribió, parafraseando el Salmo 23:
La heroína es mi pastor,
de la que siempre tendré necesidad.
Me hace reposar y me conduce
hacia una dulce demencia.
Destruye mi alma y me lleva
por el camino del infierno,
por amor de su nombre.
Si, aunque camine por valles
de sombras de muerte
no temeré mal alguno,
porque la droga está conmigo,
mi jeringa y mi aguja
me llevan consuelo y paz.

Y es que muchos hombres hacen dioses a quienes adorar y a quienes servir, alejándose del verdadero Dios, que es Amor. Y esos dioses materiales son exigentes y les exigen su vida y su alma a cambio de unos momentos de placer. Pero, si quienes están hundidos en el abismo de su propia miseria humana, levantan la cabeza y piden ayuda a este Dios Amor, Él responderá y su oración será escuchada y bendecida.

Veamos un ejemplo: Hace unos años un joven, muerto en accidente de carretera, dejó escrito:
Señor, yo no soy capaz de rezar. Nunca me han enseñado a hacerlo. Ahora no sé qué cosa decirte: ¿Tú existe? Si existes, ¿por qué no te dejas ver de mí? ¿Acaso pretendo demasiado? El mar, las flores, los montestodo habla de Ti, pero yo no soy capaz de descubrirte. Dicen que el amor es una prueba de tu existencia. Quizás es por eso que todavía no te he encontrado, nunca he sido amado de modo que pueda sentir tu presencia. Señor, hazme encontrar un amor que me lleve a Ti, un amor sincero, desinteresado, fiel y generoso, un amor que sea como un reflejo de tu amor. Señor, ayúdame”.

No sabemos como terminó su vida. Pero esta breve oración, en la que pide ayuda, creemos que fue suficiente para hacer sonreír al Padre Dios, que lo recibiría en sus brazos de amor.

El ejemplo de Charles de Foucauld es también significativo. Él tenía un corazón inquieto y tenía sed de Dios. Sentía que le faltaba algo, pero no sabía qué. El 30 de octubre de 1886 hizo esta breve oración: Oh Señor, si existes, haz que yo te conozca”.

Dios le respondió con un milagro instantáneo, pero se sintió feliz de su hijo, que lo llamaba desde lo más hondo de su corazón. Por fin, estando en París, se fue un día a buscar al padre Huvelin, de la Iglesia de San Agustín, y, hablando con él, aclaró sus dudas y descubrió al Dios Amor. Y nos dice:
Apenas creí en la existencia de Dios, entendí que no podía hacer otra cosa que vivir sólo para Él. Mi vocación religiosa nació en el mismo instante que mi fe. ¡Dios es tan bueno y tan grande! ¡Hay tanta diferencia entre lo que es Dios y lo que no lo es!”

Otro ejemplo: Jacques Fesh, francés, había sido condenado a muerte por un grave delito que había cometido. Un día de octubre de 1954, se encontraba en la cárcel y estaba especialmente triste. Sentía que su vida estaba vacía. Él dice:
En ese momento, como pidiendo ayuda, grité desesperado: ¡Mon Dieu, mon Dieu! (Dios mío, Dios mío) Y, en ese instante, como si Dios estuviera presente a mi lado, esperándome, una paz inmensa me subió hasta la garganta La alegría me invadió y sentí una gran paz. En pocos instantes, todo se hizo claro y sentí una alegría sensible y fortísima
Fue una conversión instantánea. Dios le había contestado con su inmenso amor, cuando más hundido y desesperado se encontraba.

El día de su ejecución en la guillotina (1-10-1957) escribió:
Faltan cinco horas. Espero al Amor. Ha sufrido tanto por mí Dios es amor. Tengo los ojos fijos en el crucifijo y mis miradas no se apartan de las llagas del Salvador. Quiero conservar su imagen en mis ojos hasta el final. Recitaré el Rosario y las oraciones de los moribundos y, después, pondré mi alma en las manos del buen Dios. Dentro de cinco horas veré a Jesús”.
Jacques Fesh murió como un santo. Su Diario es tan impactante que el mismo cardenal Lustiger, arzobispo de París, desea iniciar un proceso de beatificación.

¡Es maravilloso como Dios nos espera con su infinito amor para hacernos felices, si le damos la oportunidad y, nos dejamos amar! Si le pedimos ayuda, Él siempre está dispuesto a respondernos con amor. A veces, nos ama y nos manifiesta su amor a través de otras personas. Por ejemplo, la Madre Teresa de Calcuta decía de sí misma: “Yo soy un pequeño lápiz en las manos de Dios, con el que Él escribe su carta de amor al mundo”. Pues bien, seamos nosotros también pequeños lápices para que Él escriba su carta de amor a tantos que tienen necesidad de su amor.

Eso fue precisamente lo que hicieron dos buenos esposos norteamericanos, Clarissa Defeo y Rocco, y su esposo, que querían compartir su amor con los más necesitados. Tenían una niña y, después, adoptaron un niño y una niña de Corea, de cinco y dos años respectivamente. Un día vieron la foto de otro niño coreano de seis años, que estaba necesitando adopción y lo aceptaron también, a pesar que tenía una pierna gravemente desviada. Dos años después, adoptaron tres hermanitos de Filipinas de quince, diez y siete años. Por último, consiguieron una nueva niña en Tailandia. Y dice la esposa:
Hemos celebrado, mi esposo y yo, treinta y un años de casados. Pero, si hubiera algún niño que estuviera esperando un nuevo hogar y una nueva vida, no le cerraríamos las puertas.

Sí, el amor no puede guardarse en el rincón oscuro del egoísmo, sino que debe compartirse. Por eso, pidamos a Jesús que nos llene de su amor para poder dar más amor a los demás. Y no olvidemos que Él, cuando nosotros damos un paso hacia Él, Él ya ha dado cien pasos hacia nosotros. Su providencia amanece antes que el sol y ya nos está esperando antes de nosotros despertar. Por ello, no es de extrañar que el gran místico musulmán del siglo IX, Bayezid Bastami, dijera:
He estado buscando a Dios por treinta años y, cuando al fin he abierto los ojos, he comprendido que era Él quien me estaba buscando a mí”.

Busca a Dios, si todavía no lo has encontrado, busca su amor si todavía no lo has experimentado. Déjate amar por Él y dile:
Señor, quítame el miedo de dejarme amar por Ti. Quítame el miedo de amarte sin condiciones. Quítame el miedo de amar a los demás sin esperar recompensa. Quítame el miedo a la verdad, a la enfermedad y a la muerte. Quítame el miedo a tus exigencias. Y dame valor para dejarme amar por Ti hasta las últimas consecuencias y confiar en Ti hasta el punto de creer que tu amor y tu providencia velan continuamente sobre mí para darme siempre lo que más me conviene. Amén”.
P. Ángel Peña O.A.R.: Libro: La providencia de Dios”.

Nota: No temas equivocarte o tener temor de orar a Dios, porque Dios Espíritu Santo se encargará que tu oración llegue correctamente al Padre. Si necesitas comida y sólo pides un pan, Dios Espíritu Santo, sabiendo tu necesidad, no dejará que te llegue un pan, sino mucho más.

Este 23 de mayo celebramos Pentecostés. Pídele a Dios que te dé el Don de la Caridad, para que puedas cumplir con tu dar, que luego se convertirá en recibir, porque el que da”, “recibe”, aunque des sin esperar recibir”, ...deja a Dios ser Dios. ¡Feliz Pentecostés!

Mi deseo es que recibas este día a Dios Espíritu Santo con todo su calor, dones y frutos, como lo recibieron María Santísima y los apóstoles borrachos en el Señor.
José Miguel Pajares Clausen
Mayo 2010

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