jueves, 20 de mayo de 2010

EL PODER DEL AMOR


El amor es la fuerza más poderosa del universo. Dios es amor. (1 Juan 4, 8)

El sentido de nuestra vida está en el amor. Por eso, sólo a través del amor podremos avanzar en el camino de nuestra realización personal y de nuestra felicidad. Dios ha hecho el mundo de tal manera que sólo el amor construye, mientras el desamor destruye. El amor nos enriquece espiritualmente, mientras que el desamor nos hunde en un abismo interior de oscuridad y maldad.

El gran filósofo francés Henri Bergson (1859-1941) decía en su libro Las dos fuentes de la Moral y la Religión”: “Hemos sido llamados a la existencia para amar y ser amados y la energía creadora debe definirse por el Amor. Sí, la energía creadora del universo fue el Amor y este universo todavía no está terminado, sigue su ritmo evolutivo hacia el Amor. Por eso, hasta que llegue el final de los tiempos y el universo material llegue a su fin, el amor seguirá siendo la energía poderosa, que va perfeccionando las cosas y, sobre todo, va santificando y espiritualizando a los hombres.

La providencia de Dios en le mundo se manifiesta a través de su amor omnipresente. Todo lo que sucede, incluso las cosas negativas, puede ser enderezado por Dios para la realización del fin último. En el mundo hay muchas enfermedades, accidentes y sufrimientos de toda índole, pero en las manos de Dios, cuando los hombres los aceptan con paz, vienen a ser como instrumentos que esculpen y pulen la piedra de nuestra alma.

La historia de los santos y, en general de todos los personajes célebres por su inteligencia o su bondad, se halla llena de casos de los que vemos salir al hombre engrandecido, templado, renovado tras una prueba o, incluso, una caída, que parecían deber apocarle o derrotarle para siempre. Los fracasos y problemas de la vida desempeñan para nosotros el papel del timón de profundidad en el avión o, si se prefiere, de podadera para la planta. Canaliza nuestra savia interior, pone de relieve los componentes más puros de nuestro ser y nos hace ascender más y más rectamente (hacia Dios).

El amor de Dios es el motor del universo. El amor divino empapa todas las cosas con su presencia, pues en Él vivimos, y nos movemos y existimos (Hechos 17, 28).
P. Ángel Peña O. A. R.: Libro La providencia de Dios.

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