martes, 25 de mayo de 2010

TESTIMONIO - VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE "II"


Ver la primera parte de este testimonio: 24 de mayo 2010
Estando en la UCI del Hospital Rebagliatti, el mismo sábado, gracias a las amistades, mi esposa ingresó para verme; estaba con una cara de angustia tremenda, le sonreí y le di un beso volado, luego salió.

Recuerdo que a mi costado había un paciente al que operaron creo de lo mismo semanas pasadas. Estaba medio trastornado, cada ves que se le acercaba la enfermera le contaba la misma historia, me miraba y me contaba a mí lo mismo, esto por momentos me parecían horas, llamé a una enfermera y le pedí que cambiaran de sitio a este paciente pues estaba desesperándome.

También recuerdo que comenzó a dolerme la cabeza, cerré los ojos y dije algo como…
-Señor, has que me duerma hasta que no sienta dolor…”
Sólo recuerdo que desperté el día domingo. No sentía ningún síntoma de operación, parecía que no me habían hecho nada, el único problema que tenía era el paciente que repetía y repetía la historia.

Comencé a perder la paciencia y le dije a la enfermera que por favor lo retiraran porque ya me estaba desesperando con su narración. Al parecer esta desesperación era parte de los efectos de la operación… optaron por retirarme de la UCI y ponerme solo en una habitación contigua, al parecer creo que yo estaba mejor que el otro paciente y a él no lo podían sacar.

Sentía mucha desesperación no sé por qué, si era producto de la operación, o por el tiempo que estaba internado y deseaba estar con mi familia.

Recuerdo mucho que el Dr. Polo, neurocirujano, que me operó, pasó revista y lo primero que le pregunté en forma normal fue…
-Doctor ¿y cuando me da de alta?”
Creo que fue una pregunta normal… él me respondió muy serio…
-Todo ha salido bien, si no hay complicaciones, el día martes le doy de alta…”
Me sentí muy contento y emocionado con esta respuesta… que el martes me daban de alta.

El lunes me pasaron a habitación y recibí visita de mi familia mas íntima, aún estaba con restricciones de visita, y estaba alegre y emocionado… me iba el martes. Hacía todo al pie de la letra lo que indicaban las enfermeras, para que no se complique nada y pueda salir al día siguiente.

El martes, me desperté muy temprano, sentía una gran emoción… me iba a mi casa.

Me acicalé bien dándome un duchazo de esponja, me afeité y peiné, tenía mi maletín de mano y puse todos mis artículos personales, arreglé mi cama y todo lo que era mío. Mi compañero de habitación me preguntó qué pasaba, por qué tanto movimiento; le dije me voy a mi casa, él me dijo que eso era imposible que no creía esto; le asegure que sí, que el Dr. me había dicho eso… sólo esperaba la revista del médico para que me dé de alta.

Nos llevaron el desayuno y le pregunté a la Srta. a qué hora pasaba revista el Dr., me dijo que no sabía, que posiblemente a las 8.30 o 9.00 a.m. Tomé mi desayuno y me puse a esperar al Dr.

Llegó las 9 de la mañana y no llegaba el médico; me puse a caminar por el pasillo, cada minuto que pasaba me desesperaba más y más… me acerqué a la zona de enfermeras y le pregunté a una de ellas, a qué hora llegaba el Dr. Polo,…me respondió casi sin mirarme que el Dr. no hacía visita médica los martes, esos días el tenia Sala de Operaciones… Me sentí desilusionado, engañado y burlado. La verdad sentí una gran frustración; me dirigí a mi cuarto, tomé mi maletín y, así en bata de levantarse, me dirigí al ascensor; mientras caminaba pensé…
-Estoy en bata y en el piso 13 no me van a permitir entrar al ascensor
Bajé un piso por las escaleras al piso 12 y esperé el ascensor de servicio. Recuerdo que cuando éste abrió la puerta yo ingresé renegando y diciendo que…
-Era una raza; que las enfermeras deberían hacer su trabajo; que no era posible que a un paciente lo manden a recoger una silla de ruedas; que me quejaría a la Dirección
En fin tanto renegaba que el ascensorista no preguntó nada ni habló, se limitó a bajarme al primer piso.

Estando en el primer piso, recuerdo que pensé…
-“Por la puerta principal no me van a dejar salir en bata
Sin pensar más me dirigí a la puerta que comunica con Emergencia. Sin detener la marcha me acerqué al vigilante que estaba en la puerta y le dije…
-“Flaco, déjame pasar que voy a entregar mi maletín a mi mujer pues yo me tengo que quedar
Este Sr. me dejó pasar sin más ni más.
Seguí caminando hasta la puerta de ingreso o salida de emergencia, donde llegan los carros para dejar o recoger pacientes; me acerqué al vigilante y le pregunté si no había visto llegar un auto rojo con grandes faros neblineros, me respondió que no. Inmediatamente me puse a renegar…
-Era una vaina, que las mujeres son unas demoronas, que dónde se habrá metido, por qué tardaba tanto
Esto fastidió al vigilante un poco al que vi retirarse de mi lado. En esos momentos ingresó un taxi, bajo una Sra. y yo me subí al mismo; el vigilante me llamó la atención y le dije…
-No fastidies ya me cansé de esperar a mi mujer me voy…” - y me fui del Hospital.
Al taxista le contaba lo sucedido y no me creía, se reía.

Llegué a mi casa y toqué el timbre; salieron y pedí que paguen el taxi. Me preguntaron qué hacia en casa, les dije que me habían dado de alta. Después de unas horas llamó el Dr. a mi esposa y confirmaron que estaba bien; pidió que me acercara al Hospital para regularizar y que firme mi alta.

Todo esto sucedió por haber sido operado por el mejor médico que existeDIOS. Al que cree en Dios todas las puertas se le abren.
Luis Aguirre Razzeto
Nota: Ver la primera parte de este testimonio en este mismo blog: 24 de mayo 2010.

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