domingo, 8 de agosto de 2010

OREJAS.... ¿A QUÉ TIPO DE OREJAS?


· Los búhos ven con las orejas, ya que perciben por medio de ondas.
· Los ciempiés oyen con las patas.
· Las orejas del burro tiene la característica de algunas personas, son grandes pero de corazón endurecido.
· Las orejas de peces, son orejas condicionadas, sólo escuchan lo que les conviene; así muchas personas y es por eso que no crecen.
· Las orejas de caballo. Las personas con orejas de caballo, no se pueden concentrar en la Palabra de Dios, siempre están pensando en cosas que dejaron pendientes.

Las orejas de los cristianos:
No sólo están escuchando al pastor, líder, sino que están escuchando la Palabra de Dios, sienten que Dios los está ministrando, hablando, exhortando, diciplinando; son aquellos que se levantan como luz en el mundo, ponen atención a lo que Dios les está diciendo y… LO HACEN y están dispuestos a recibir más.

¿Qué tipo de orejas tenemos?
¿Las del búho que sólo ve con ellas?
¿Las del ciempiés, en las patas?
¿Las del burro… pero con corazón endurecido?
¿Las de caballo… que los afanes de esta vida no nos permite concentrarnos en la Palabra de Dios?
¿O realmente tenemos orejas de Cristianos, que no sólo escuchamos la Palabra de Dios, sino que la retenemos, obedecemos y la hacemos verdad en nuestra vida y en la de quien nos rodea?

La semilla es la palabra de Dios.
Aquellos a lo largo del camino son los que han oído, pero después viene el diablo y arrebata la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Y aquellos sobre la roca son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíz profunda; creen por algún tiempo, y en el momento de la tentación sucumben. Y la semilla que cayó entre los espinos, éstos son los que han oído, y al continuar su camino son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y su fruto no madura. Pero la semilla en la tierra buena, éstos son los que han oído la palabra con corazón recto y bueno, y la retienen, y dan fruto con su perseverancia. Lucas 8:11-15

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