martes, 21 de septiembre de 2010

¿DÓNDE PODEMOS ENCONTRAR A DIOS?


En todas partes, porque está; aunque la cuestión no es si está; la cuestión es si queremos verlo y, sobre todo, para qué queremos verlo.

A mí me gusta ver a Dios en el firmamento en una noche estrellada, en un amanecer, en la naturaleza con sus paisajes maravillosos. ¿Te has fijado en el mar y en el sol y en las estrellas? ¿Te has fijado en la complejidad y belleza de la vida? La belleza y la inmensidad me llevan a Dios. Me gusta verle en la vida, en el desarrollo de la vida, de la vida grande y pequeña. Le contemplo cuando una semilla va germinando y va brotando un tallo y me pregunto ¿por qué? y descubro allí la presencia de Dios.

Lo contemplaba ya desde pequeño ¿sabes dónde? cuando salían los pollitos del cascarón. ¿Cómo es posible que un huevo, con esa masa uniforme y viscosa, se convierta en un pollito con sólo estar 21 días al calor del cuerpo de la gallina? Y esto repitiéndose una y otra y otra vez. Y de manera especial, le veo en el niño recién nacido; es emocionante también ver imágenes del período de gestación; y me pregunto: ¿cómo es posible?

He visto también algo del microcosmos por el microscopio y es verdaderamente maravilloso. En todo ello veo a Dios.

Y sobre todo veo a Dios donde parece que alguien deja de verlo. Concretamente en los avances de la ciencia. Cuando hay un descubrimiento sobre el conocimiento de alguna enfermedad y sobre el tratamiento de la misma, o cuando se avanza en la técnica. El hombre se admira de sus descubrimientos pero no se da cuenta de que eso que él ahora descubre, está funcionado miles y miles de años. Es decir que al cabo de miles de años; el hombre se da cuenta de algo que ya estaba ahí. Y algunos están tan satisfechos de sí mismos que, en vez de glorificar al Creador, se glorifican a sí mismos.

Pero, de manera especial, lo veo en el interior mismo del hombre, en cualquier hombre, sobre todo, en el hombre que sufre. Veo en él una imagen de Dios y a Dios sufriendo en él, asumiendo su propio dolor y su propia marginación. Lo veo tanto en el hombre santo como en el hombre pecador. Desde el uno me invita a darle gracias; desde el otro, a ayudarle a abrirse camino, a salir a flote para que participe con todos nosotros en el banquete de la salvación.

Hay que saber verle dentro más que fuera. Todo es un mensaje de Dios. Ver depende de los ojos y del corazón. Como el enamorado en la casa de la amada. Todo le habla de ella. Y créeme cuando te digo que a veces me pregunto: por qué nos empeñamos en cerrar los ojos ante la presencia de Dios; y no encuentro más respuesta que lo que dijo Jesús sobre las tinieblas que intentaron sofocar la luz y no pudieron.

Es inútil luchar contra Dios, aunque Dios nos respeta tanto, que no quiere imponerse ni siquiera con evidencias. Únicamente acepta ser amado libremente por el hombre como respuesta al inmenso cariño que nos tiene. Desde cualquier situación podemos hablar con Dios o podemos empeñamos en no verle. Pero estar, está; como está ante nosotros el sol en pleno día por mucho que nos empeñemos en cerrar los ojos para no verlo.

Dios se nos revela y se nos manifiesta, pero para poder verle, como en el caso de la televisión o de la radio, hay que sintonizar el canal apropiado. Dios siempre está emitiendo, pero podemos no sintonizar con El o por nuestro egoísmo que emite desde nuestro interior sus programas y, lógicamente, hay interferencias, ruidos, doble imagen...

Pero si queremos un mundo nuevo, sin violencia y con amor; si queremos saborear lo que es sentirse amados por Dios; si queremos gozar amando a Dios con toda el alma y conectamos con el canal del amor, por el que siempre emite, es estamos sintonizando perfectamente con El. Por eso son pocos los que se encuentran con Dios, porque son pocos los que están decididos a amar. A medida que amamos, Dios va entrando en nuestras vidas y, a medida que va entrando, nos va capacitando para amar más cada día.
José Gea

1 comentario:

Anónimo dijo...

José, he estado buscando a Dios, de distintas maneras, una de las que he descubierto es a través de la contemplación de la naturaleza, de su creación... El texto que has escrito es muy hermoso.
Saludos y bendiciones desde Chile