sábado, 19 de marzo de 2011

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA


Hemos sido invitados a un evento trascendental, junto a Pedro Santiago y Juan, estamos en primera fila, sucederá algo fantástico para que Jesús se haya tomado la molestia de hacernos subir al monte Tabor, no es por gusto; él quiere elevarnos sobre nuestras necedades hacernos comprender lo grande inmenso de su amor.

En nuestra vida siempre vamos con la cabeza baja, la mirada perdida sin sentido porque no somos capaces de ver hacia arriba, los pecados, las frustraciones, las malas decisiones los problemas de todos los días, no permiten que podamos ver mas allá.

El ver hacia arriba nos produce temor, porque en lo alto del monte siempre veremos la cruz de cristo que nos invita a subirnos en ella, a ser purificados, porque no queremos ser lámpara encendida, nos da miedo que con la luz salgan a relucir nuestras miserias, egoísmos, rencores, perversiones, las idolatrías , bajas pasiones y todo aquello que es contrario a la imagen de cristiano que debíamos tener. No desanimes que no es fácil de hacerlo, solo confía en lo que Dios quiere darte.

Pues mira que buena noticia, seremos espectadores de uno de los mayores signo del amor del padre hacia nosotros, ver la transfiguración de su hijo Jesucristo ante nuestros ojos; pero, sobre todo espera que sea un ejemplo para nuestra transformación un giro que sea trascendental para nuestra vida. El Padre nos hablará desde la nube y confirmará lo que ya sabemos que El es su hijo amado y dirá algo mas ¡ESCUCHADLE!, en otras palabras obedecedle, Haced lo que El os diga”, dijo la virgen María., haciendo eco de estas mismas palabras.

Claro que en nuestra debilidad tendremos miedo a lo que Dios nos quiere decir, igual que los apóstoles que cayeron de bruces llenos de espanto (Mt. 17 1-9) y nos dirá Jesucristo Levantaos no temáis”, frase repetida por San Juan Pablo II en muchas ocasiones, para invitarnos a luchar con todo lo que tengamos a nuestro alcance para salir victoriosos; para no caer en la comodidad y desear construir tres chozas en lo alto, sabiendo que tenemos una misión que cumplir con nuestra familia en primer termino y luego con los demás.

Dejemos que el Señor permita que también nosotros seamos transfigurados, porque en el camino hacia la cruz se entrelazan la gloria de Dios y nuestros sufrimiento; su grandeza y nuestra debilidad humana en una mezcla perfecta de su infinito amor.

NO HAY GLORIA SIN CRUZ; NI CRUZ SIN HOMBRE QUE LA CARGUE

La Paz de Cristo este Contigo

No hay comentarios: