lunes, 30 de mayo de 2011

TEOLOGÍA DEL DEMONIO



El título de esta glosa, puede resultar chocante, pero es correcto.

Instintivamente las personas de buena fe piensan que la teología es una ciencia que solo trata de Dios y de todo lo referente a Dios, de acuerdo con el magisterio de la Iglesia, pero esto aunque debería de ser así, no siempre es así. Pero nosotros creyentes católicos, hemos de tener presente, que no todas las personas que se auto titulan teólogos, están en comunión con la Santa Sede, incluso existe por ahí, una asociación de auto titulados teólogos, creo que todos son seglares, que la prensa laicista, todos los días nos la están sacando a relucir, para poner a esta asociación en un plano de igualdad con el Magisterio de la Santa Sede. Y si estos que se auto titulan teólogos, se consideran con derechos a formular heréticas ideas sobre el magisterio de la Iglesia, con mucha más razón el propio demonio tiene también sus ideas teológicas y sobre ellas vamos a escribir.

Desde que el Señor ascendió a los cielos, ha habido muchas, doctrinas teológicas heterodoxas, y las seguirá habiendo, pues el demonio, utiliza todos los recursos a su alcance y la existencia de doctrinas teológicas heterodoxas es un arma muy importante en su lucha contra nosotros. En griego existen dos conceptos antitéticos, que son la ortodoxia, y la heterodoxia, la ortodoxia significa la recta opinión o el recto contenido doctrinal, la heterodoxia es lo contrario es la doctrina errónea.

En el Siglo IX, se inicia por Focio, el primer cisma de oriente, que no duró mucho solo unos nueve años, pero si los suficientes para sentar las bases de cisma definitivo ejecutado por Miguel Cerulario en 1054. A partir de ese momento la iglesia cismática de Constantinopla, se atribuye el título de Iglesia ortodoxa, queriendo con ello calificar a la Iglesia católica, de heterodoxa. Aquí habría de recordarse el refrán que dice:Dime de que presumes y te diré de que careces. La única auténtica Iglesia ortodoxa es la católica, heredera del primado de Pedro instituido por el Señor, al pie del monte Hermón en Banias al lado de Cesaréa de Filipo. Todo lo demás es pura heterodoxia, venga del lado protestante, o del lado cismático.

Hace unos meses, en una sacristía de un convento, estaba revistiéndose para la santa misa, un arzobispo in partibus, es decir, perteneciente a la curia romana. Una monja del convento vino toda emocionada para decirle al arzobispo, que el convento había un padre ortodoxo, al arzobispo no le hizo gracia que indebidamente se usase el término ortodoxo, para calificar a un pope cismático, y secamente le respondió a la monja: ortodoxos somos todos. No sé si la monja llegó a comprender el severo varapalo que el arzobispo le dio, aunque por el tono de voz que empleó, ella comprendió que en algo había metido la pata.

Todo esto que resumidamente hemos expuesto, al final no son más que maquinaciones diabólicas, utilizando el principio de: divide y vencerás. Teología heterodoxa hay mucha, actual y también ya pasada, porque la actuación demoniaca, no para ni parará, trabaja a destajo sin someterse a ninguna norma sindical, que le impida trabajar 24 horas de 365 días al año. El demonio, es un ser mucho más inteligente que nosotros y hasta donde Dios se lo permite, él llega al fondo. En este sentido el demonio tiene también su propia teología, que trata de explicarnos que Dios, el Señor, es un ser perverso. Para un católico, toda la teología que no tenga el marchamo de garantía de la Congregación para la Doctrina de la fe, es un teología heterodoxa, venga de donde venga y la predique quien la predique.

Como antes hemos dicho, toda doctrina heterodoxa, tiene su origen en el demonio que es el gran instigador de potenciar todo aquello, sea lo que sea, que dañe a la Iglesia de Cristo. La heterodoxia en materia teológica siempre es de origen demoniaco, presentada por seres humanos debidamente captados y mentalmente maquinados por el gran instigador.

He hablado ya en otro par de glosas del libro del P. Mondrone, exorcista romano, que tuvo una apariciones del demonio y no tiene ningún desperdicio las manifestaciones que el maligno le hace al P. Mondrone con respecto a sus actividades teológicas. Le habla el demonio y le dice: “¡Mira, mira qué espectáculo tan maravilloso!... Toda la juventud se ha puesto de mi parte. Es mi juventud. A muchos he seducido con la lujuria, con la droga, con el espíritu de revolución. Pero a la mayor parte la he ganado con el lazo del marxismo materialista. Casi todos han venido aquí sin los acostumbrados esquís bautismales. Estos jóvenes han pasado a través de escuelas programadas sobre un ateísmo radical, Allí han aprendido que no ha sido aquél de allá arriba, quien creó al hombre, sino que el hombre se ha creado estúpidamente a sí mismo. Ahora aguerridamente luchan contra Él, que se resiste a desaparecer. Pero desaparecerá. ¡Es fatal! Estos jóvenes míos han aprendido a deshacerse de todas las verdades así llamadas metafísicas. Para ellos existe sólo el mundo material y sensible. Ha sido un universal lavado de cerebro, y nos serviremos de éstos para todos los que se atrevan a mantenerse todavía agarrados a las viejas creencias. Él debe desaparecer de modo absoluto. Pronto vendrá el día en que ni siquiera será recordado su Nombre. Las pocas zonas de resistencia que no lograremos eliminar con nuestra filosofía, lo haremos con el terror. Existe para los que queden, decenas y decenas de hospitales psiquiátricos y centenares de campos de concentración donde les enviaremos a morir. Así para todos los países de la tierra. Uno tras otro deben caer a mis pies, abrazar mi culto, reconocer que el único señor del mundo soy yo...”.

Y más adelante se ocupa de los teólogos y dice: “Tengo de mi parte también a los teólogos. Los mis presuntuosísimos doctores, Si yo fuese capaz de amar, serían mis amigos más queridos. Vuestros cultivadores del dogma van abandonando una tras otra vuestras posiciones. Los he inducido a avergonzarse de ciertas fórmulas ridículas. A avergonzarse antes que nada de creer en mi existencia y en mi trabajo en medio a vosotros: Cosa para mí comodísima". Y continua el demonio diciendo: De este modo, las fábulas de la Inmaculada Concepción, de la Maternidad Divina, de la siempre Virgen, de la omnipotente llena de gracia están siendo desmoronadas como miserables necedades. Dentro de pocos años quedará solo el recuerdo - vergonzante recuerdo - de tan estúpidas leyendas. Mucho he debido esperar pero ahora ha llegado finalmente mi tiempo. ¡Definitivamente ha llegado mí hora! ¡Si supieras lo bien que trabajan mis aliados: curas, frailes, doctores!... ¿Dónde están ahora los fanáticos de su culto, sus calenturientos simpatizantes?”.

Existen muchos párrafos más, que nos dan idea de cómo el demonio se gloria de sus triunfos sobre nosotros. Para terminar recojo lo siguiente: “Tú nunca podrás comprender cuanto os odio a vosotros los hombres. Cuanto os detesto y cuanto sois detestables. Gozáis de un primado de dignidad sobre las bestias y sois las bestias más abominables. Vuestro ser me da asco. Os considero por debajo de vuestros cerdos. Creéis ser inteligentes y sois muy estúpidos. Bastaría que vieseis lo que os hago tragar por medio de tantos catedráticos puestos a mi servicio y que os regalan huecos de vana palabrería doctísima. ¡Piensa en lo que os hago beber y digerir con mi prensa! ¿Vosotros, la más noble criatura suya? Son suficientes unas pocas porquerías para compraros. Os rendís por nada a las lisonjas de mis mensajeros. Valoráis tanto vuestra libertad y os dejáis coger por mis más feroces negreros. ¡Oh, las burlas que os estoy haciendo en nombre de esta libertad! Mostráis horror por lo que es sucio y, dominados por vuestras pasiones, os revolcáis en vuestras inmundicias como puercos en el lodo. Por una mujer y por un puñado de oro os encadenáis que es una maravilla. Y añade: Os ha ganado mucho aquel que ha derramado su sangre para redimiros. ¿Redimiros de qué? ¿Del pecado? Pero sí os introducís tanto en el que os ahogáis. ¡Y qué decir cuando desencadeno contra vosotros el espíritu de la envidia, de la maledicencia, del odio, de la rivalidad, de la venganza!".

De modo que cada uno de nosotros tome nota. Aquél que cree, que ni el demonio, ni el infierno existen, que sepa que el maligno está ahí, al lado de cada uno y esperando siempre la más mínima oportunidad, por ello San Pedro nos dejó dicho: “Sed sobrios y vigilad, que vuestro enemigo el diablo, como león rugiente, anda rondando y busca a quien devorar, resistidles firmes en la fe(2Pdr 5,8).

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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