viernes, 24 de junio de 2011

¿POR QUÉ TANTO ODIO AL CORPUS CHRISTI?



Dijo Cristo a Pilatos: «No tendrías contra mí ningún poder, si no se te hubieran dado de arriba» (Jn 19,11)

T raigo hoy un tema que desde el año pasado da vueltas en la opinión publicada. El ministerio de defensa prohibió el año pasado la tradicional presencia y participación de militares en la procesión del Corpus Christi de Toledo. Recordemos que la ministra de defensa explicó esta decisión diciendo que rendir honores militares a símbolos religiosos «no va con los tiempos constitucionales. Si ustedes no entienden eso, quienes no están con los tiempos son simplemente ustedes». Pero ¿Qué tiempos vivimos? Luego lo trataremos.

Lo primero que me planteo es la razón para prohibir que un militar rinda honores a Dios de forma pública. ¿Por qué una persona, en su integridad de ser y si así lo desea, no puede honrar a Dios de forma pública? ¿Qué hay detrás de la prohibición? ¿Está realmente fuera de nuestro tiempo hacerlo?

Esta actitud laizante es evidencia del modelo de ser humano que nos desean imponer. Un modelo de ser humano que nos interpreta como seres rotos o disociados internamente. Según el modelo laizante: mientras actúes como militar, Dios no entra en tu esfera vital, pero cuando te quites el uniforme, puedes hacer lo que quieras. Para la ideología laizante, somos seres dividos según la ropa que vestimos y el momento en donde actuamos. Nuestro ser se vuelve discontinuo. Ahora eres cristiano, ahora no. ¿Es esto lógico? Depende de qué entendimiento de la realidad hagamos nuestro. Decía Cristo que la verdad os hará libres (Jn 8, 32), que es contrario a lo que nuestro presidente llegó a decir la libertad o hará verdaderos. ¿Notan cómo se corrompe el entendimiento de las personas para esclavizarlas?

Dice el refrán divide y vencerás”. Predicar que un trozo de lo que somos puede hacer esto, pero otro trozo no lo puede hacer, es demencial para cualquier cristiano. Separar, romper, desunir aquello que forma un solo ser, siempre algo diabólico. Esta es precisamente la etimología de la palabra diablo, dia-bolos es lo que separa o rompe la integridad.

Retomemos la pregunta, ¿En qué tiempos vivimos? En los tiempos de la ruptura interna y externa de nuestro ser. En los tiempos en que se puede ser lo que se quiera cuando se quiera y esto se reclama como derecho. En los tiempos en que un jarrón roto e incomprensible, se considera más valioso que un jarrón completo y lleno de significado. Aunque, curiosamente, el jarrón roto sufre la inconsistencia de su ser y termina por dejar de ser útil cuando deja de servir a la causa ideológica. Un tiempo en que las leyes se comprenden como herramientas para recrearnos a imagen de los intereses del poderoso de turno.

Hay quien, desde su cristianismo particular, acepta, promociona y aplaude esta rotura interna del ser humano. Dicen que Dios no puede querer ser honrado en nuestra totalidad del ser. Aunque esta postura sea respetable, es necesario mostrar qué sí tiene sentido que un militar cristiano honre a Dios de forma pública. Como cristiano, que sabe que Cristo es el camino, la Verdad y la Vida, no puedo menos que desear que todo poder terrenal se abaje y se incline ante la Verdad.

Dicho esto, respeto completamente a las personas que no deseen postrarse ante Dios. Nadie debe obligar a un militar a postrarse y ponerse debajo del poder de Dios si no lo desea.

También, hay quien se pregunta por el sentido de tocar el himno nacional o de presentar las armas ante Dios. Desde mi punto de vista vuelven a romper la realidad, proscribiendo el lenguaje de nuestro ser a una interioridad cada vez más desdeñada. Me pregunto, qué otro sentido puede tener rendir todo poder terrenal a la voluntad suprema, que mostrar que Dios está por encima de todas la voluntades particulares y realidades temporales.

También hay quien no entiende que las autoridades estén presentes en las procesiones o actos religiosos. Evidentemente, no tiene sentido que una autoridad que no creen en Dios, esté presente como tal en un acto religioso. Pero si esta autoridad cree y entiende que todo poder terrenal es reflejo del poder de Dios y que es Dios quien concede este poder ¿Dónde se puede demostrar mejor que de forma pública?

En este tipo de posicionamientos nos damos cuenta de cuantas maneras existen de entender el mensaje cristiano y lo contradictorias que pueden ser. Entonces ¿Cuál es el verdadero mensaje de Cristo? Decididamente creo que es aquel que nos conduce a la unidad de nuestro ser. Es el que nos pide testimonio por encima de las leyes humanas que se puedan dictar.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. (Mt 5,1-12)

Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre (Lc 6,20-23)

Néstor Mora Núñez

1 comentario:

Miserere mei Domine dijo...

Gracias por compartir mi humilde escrito en su blog. Todo sea para mayor gloria de Dios. Un abrazo en Cristo :) Néstor M.