lunes, 17 de octubre de 2011

LA AYUDA DE LOS ÁNGELES



No olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo hospedaron Ángeles. Hebreos 13:2.

Nosotros como cristianos estamos protegidos por Dios. No estamos solos, sino que tenemos la compañía del Señor y del Espíritu Santo. Pero también tenemos Ángeles que están a nuestra disposición para ayudarnos. Hay tropas de Ángeles cuidando nuestro hogar. Cuidando a nuestra familia y cuidándonos a nosotros mismo.

La Biblia nos dice en los libros de los Salmos 34:7. El Ángel de Yahvé acampa alrededor de los que les temen, y los defiende.

Recuerdo que una mañana temprano estaba esperando el Bus para ir de Manhattan al Bronx. Mientra esperaba que el Bus llegará, vi a un hombre alto, moreno y robusto que venia caminando como a tres cuadra de distancia. El Señor me permitió ver la cantidad de demonios que poseían a ese hombre. Yo no podía evitar dejar de mirarlo, hasta que él levanto la mirada y vio que yo lo observaba. Cuando él me vio, me dijo con voz fuerte: Yo te voy a destruir. Te voy a romper la cara”. Aquel hombre empezó a caminar con rapidez para donde yo estaba. Sentí que todo mi cuerpo se me friso. No pude moverme, y el hombre seguía caminando para encima de mí, y venía con su puños cerrado. Al mismo instante que él fue a golpearme, sentí cuando alguien se metió en medio de los dos, y me echó a un lado. Yo no vi al Ángel que lo hizo, pero si sentí las manos del personaje que lo hizo. Al moverme, el hombre endemoniado perdió el equilibrio y cayó al suelo.

Vi que a ese hombre lo tenían boca abajo, con las manos cruzadas hacia atrás. Él trataba de soltarse, pero quién lo tenía sostenido no le permitía ni siquiera moverse. Poco minutos después venía un bus, y al hombre lo levantaron del suelo, alguien le seguía sosteniendo las manos detrás de su espalda, como cuando un policía lleva a alguien arrestado. Lo subieron al bus, y cuando el entró, volteo su mirada hacia a mí y me dijo: Te voy a destruir.

Yo sé que fue el enemigo que quiso hacerme daño a través de ese hombre endemoniado, pero no tengo duda de que ese personaje que me defendió era el Ángel del Señor. En la Biblia hay miles de promesas y todas ellas son para usted y para mí. La palabra del Señor dice que a sus Ángeles mandará cerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos. Salmos 91: 11.

Otra experiencia que tuve con los Ángeles fue el día que me dieron la noticia de que mi abuela de parte de padre había fallecido. Fue un golpe terrible para mí. Tan terrible que yo misma me sentía morir. Para mi ella era mi madre, porque fue la que me crío desde los dos meses de nacida.

El mismo día que recibí la noticia me fui al aeropuerto para ver si podía irme ese mismo día a la Republica Dominicana. Yo fui una de las primeras pasajeras que estaba en lista de espera. ¿Saben que pasó? Todas las personas que estaban en lista de espera últimos que yo, consiguieron asientos para irse en ese vuelo, menos yo. Aun mi Papá y mi tío que venían de Clevelando Ohio, a New York para luego volar hasta la Republica Dominicana encontraron espacio para irse en ese vuelo. Solo para mi no había, y yo había llegado primero que ellos.

Cuando vi que no pude irme en ese avión, sentí que mi alma se desplomaba en pedacitos. Quería ver a mi abuela por última vez aunque sea después de muerta. Comencé a llorar desconsolada. Nunca había experimentado un dolor tan profundo. No me importaba que la gente me estuviera mirando. ¡Me vi tan sola! Y lo peor de todo, no sentía la presencia de mi Señor por ningún lado. Mientras lloraba, se me acercó un hombre y me preguntó: ¿Por qué lloras? Le contesté que mi madre había muerto, y que yo pensaba irme en el avión que salió, pero que todo el mundo consiguió asiento, menos yo. Él me dijo, que no llore. Yo también tenia que irme en ese avión, pero me quedé a cuidarte. Yo como una niña pequeña le contesté: ¿A cuidarme? ¿Por qué me vas a cuidar si ni siquiera me conoces? Él me dijo:Me mandaron a cuidarte. Yo no le puse mucha atención porque pensé que era una broma. Seguí llorando. Traté de ver si conseguía algún vuelo que vaya a Santo Domingo aunque sea haciendo escala en Miami o Puerto Rico, pero fue imposible. El hombre me acompañaba a todos lados.

Alrededor de las cuatro de la tarde él me dijo que yo necesitaba descansar, que no podía amanecer en el aeropuerto para esperar el próximo vuelo que salía en la mañana siguiente. Me dijo que me iba a rentar una habitación en un hotel para que descansara. Él llamó a uno de los hoteles que quedaban cerca del aeropuerto, y a los pocos minutos se apareció un bus de lujo. Cuando íbamos de camino al hotel, un camión iba a chocar con el bus donde íbamos, y sólo ese hombre fue quien se dio cuenta a tiempo. Ese camión apareció de la nada.

Cuando llegamos al hotel, preguntaron que quién iba a pagar. El contestó que él pagaba la cuenta. Cuando le preguntaron su nombre, el dijo: No puedo dar mi nombre. Ponga la habitación a nombre de ella. Cuando llegamos a la habitación, yo reaccioné y me dije a mí misma: ¿Sandy, acaso tú esta loca? ¿Que haces tu en esta habitación con un hombre que ni siquiera conoces? Él parecía que conocía mi pensamiento, porque me dijo: No tengas ningún temor. Yo no te haré daño. Haz de cuenta que yo soy tu padre.

Siguió diciéndome: Tú necesita descansar porque te espera un largo día. Báñate para que te sientas mejor y luego te llevaré a cenar. No te puedes acostar sin cenar. Y me repitió: "no tengas miedo porque no te haré ningún daño. Estoy aquí para cuidarte.

Sus palabras me hicieron sentir paz. Así que me bañé, me vestí, y nos fuimos a cenar al restaurante del hotel. Cuando volvimos a la habitación, él se sentó en la cama y yo me senté en un sofá, y me dijo: ¿Te gustaría que te prenda el radio? Y le dije que sí, que por favor pusiera la emisora. Cuando mencioné la palabra emisora, el terminó de decir: Radio Visión Cristiana.

Me sentí sorprendida, porque ¿cómo sabia que era eso lo que le iba a decir? Luego que puso la emisora me dijo que le hablara de mí. Le dije que yo era cristiana y le hable un poco de mi testimonio. Todo esto él no lo hacia por casualidad. Él estaba tratando de distraerme para que no me acordara mucho de la muerte de mi madre-abuela.

Me acosté, pero a la media noche me puse muy mal. Me estaba muriendo. Vi mi alma que iba hacia arriba a una gran velocidad, y me cubría una nube muy blanca. Pero comencé a oír la voz del hombre que me decía: No te puedes dar por vencida”. A la misma vez podía oír a Radio Visión Cristiana, y el mensaje que estaban predicando parecía que era para mi, y también decía: No te puedes dar por vencida. Dios no ha terminado contigo. Esa tormenta va a pasar. Largo camino aun te resta. Cuando volví en si, el hombre que estaba conmigo me abrazo fuertemente, y me dijo: Tú no estás sola. No te de por vencida. Me dijo palabras tan bonitas que me quedé dormida. Creo que si ese hombre no hubiera estado ahí conmigo, me hubiera muerto.

En la mañana temprano él me despertó y me dijo: ¡Despierta es hora de ir al aeropuerto! Cuando llegamos al aeropuerto me llevó a desayunar. Cuando terminamos de desayunar, le dije que nos fuéramos porque era casi la hora de ir a abordar el avión. Él me contestó y me dijo: Yo llego hasta aquí contigo. Sólo me quedé para cuidarte. Ve en paz y todo saldrá bien”. Nos despedimos, y cuando iba caminado me detuve para decirle adiós otra vez, pero el hombre ya había desaparecido.

A la semana de estar en la Republica Dominicana, yo salí hacer una diligencia, y cuando llegué a la casa, mi tía Neri me dijo que un hombre me fue buscando, y que me dejó dicho que sólo fue a visitarme para dejarme saber que todo estaba bien, que no estuviera triste. Él le dijo a mi tía que me dijera, que él era el mismo que me cuidó en el aeropuerto. Yo le pregunté a mi tía que si no le brindó nada a él. Y ella me dijo que le preparó un jugo de naranja, y que después de tomárselo se fue. Después de esa experiencia me di cuenta que ese hombre era un ángel enviado del Señor. Si no hubiera sido un ángel ¿que interés hubiera tenido ese hombre para quedarse cuidándome? ¿Por qué solamente él se dio cuenta del accidente que íbamos a tener camino al hotel? ¿Por qué no quiso dar su nombre cuando fue a pagar la habitación del hotel y en cambio pidió que pusieran el nombre mío? ¿Por qué no abuso de mí en esa habitación, sino que cada momento me repetía que no tuviera ningún temor, y que mi hiciera de cuenta que él era mi padre? ¿Cómo supo él que la emisora que yo quería oír era Radio Visión Cristiana, si no le había dicho que yo era Cristiana? ¿Por qué cuando me dio la crisis de nervios que me estaba muriendo, él me decía que no era tiempo de irme? ¿Cómo desapareció tan rápido del aeropuerto? ¿Como apareció en la Republica Dominicana en la casa de mi familia, si no le di la dirección? Entonces ¿qué ustedes piensan? ¿Era este un hombre común y corriente, o de verdad era un ángel del Señor?

Debemos tener cuidado de como tratamos a los demás, porque sin darnos cuenta, la persona que usted menos piense puede ser un ángel. Ese hombre que yo conocí no tenia nada de especial. Era moreno claro, hablaba español, tenía barba y muchas prendas de oro.

Dice las Escrituras en Hebreo 1:14. ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de salvación?

En el mes de Febrero del 2004, fui a la ciudad de Minessota. Cuando estaba de regreso a New York, me perdí, porque el taxista me llevó al aeropuerto equivocado. Estaba angustiada porque el avión salía en una hora, y yo estaba perdida. Por más que preguntaba me daban la dirección equivocada. Cuando vi que pasó la hora de coger el avión, comencé a llorar, me sentí tan impotente. De repente como de la nada apareció un Señor alto, blanco, de pelo un poco canoso, y con unos ojos azules. Le pregunté que si él sabia donde quedaba la terminal de la aerolíneas de Sun Country”.

Me dijo que el también buscaba esa terminal que por favor lo siguiera. Me ayudó con mi maleta de manos y tomamos un bus para ir a la terminal. Cuando llegamos a la terminal había una fila inmensa. Yo sabía que mi avión se había ido. Cuando estaba en la fila, se apareció ese señor y me dijo que vaya al mostrador y que pregunte por mi vuelo. Yo le dije que no podía hacer eso, porque había otras personas esperando primero que yo. Él me dijo: Ve porque yo te envío. Deja tu maletas que yo te la cuido”.

Fui y cuando pregunté por mi vuelo, me dieron una buena noticia. Ese vuelo fue suspendido en la mañana, para salir en la tarde. Me sentí tan feliz. Me fui a la sala de espera, y dejé al hombre, pero en mi corazón sentía que algo me quemaba. Había algo en ese hombre que me llamó la atención. Me puse a caminar para ver si lo volvía a ver, y para mi sorpresa chocamos frente a frente. Él se sentó unos minutos conmigo, y me preguntó que estaba yo haciendo. Le dije que era predicadora, y que estaba escribiendo un libro. Me dijo que le hablara de mí, y empecé a contarle la historia de cuando el Señor me dio la oportunidad de volver a la vida. Yo no estaba segura de que el entendía lo que le decía, porque yo no hablaba mucho Ingles.

Le pregunte que si él entendía lo que yo le estaba diciendo, y me agarró las manos y me dijo: Si entiendo perfectamente todo lo que me has dicho. Predica y no te detenga. Yo me quedé en shock con esas palabras desde que él me dijo eso, se paro y se fue. Rápidamente miré para verlo otra vez, pero se había ido. Creo que era un ángel. Ese hombre apareció de la nada sólo para ayudarme y darme ese mensaje.

Son muchas las experiencia que he tenidos con los Ángeles. También cuando he estado ministrando, el Señor les ha permitido a otras personas ver Ángeles a mi lado. A Dios sea la Gloria.

Es de gran gozo para mí poder compartir con ustedes cada una de estas experiencias que el Señor por su amor y su misericordia me ha permitido tener. Sólo les pido que no duden y que confíen y crean que Dios puede hacer eso y muchas cosas más. Tú no estas solo(a), tienes la compañía del Padre, el Hijo, el Espíritu Santo y de muchos Ángeles a tu disposición. El Señor te ama mucho y está mucho más cerca de lo que te imaginas. Recuerda que la Biblia está llena de promesas de parte del Señor, y todas son para ti. Solo tienes que pedirlas y creer que la recibirás.

Sandy Bergmann

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