domingo, 16 de octubre de 2011

LA MUERTE, EL INFIERNO Y UNA NUEVA OPORTUNIDAD



Después del el encuentro que tuve con Satanás, en vez de hacer un esfuerzo y buscar más de Dios, cada día me alejaba más de Él. Dejar de orar e ir a la iglesia, significaba cederle terreno al enemigo.

Al cumplir 15 años de edad, caí gravemente enferma. Tenia una terrible infección en el riñón izquierdo y estaba orinando la sangre. Realmente me encontraba muy grave.

En la iglesia estaban orando fuertemente por mí, pero no había ninguna mejoría. En mi angustia clamé al Señor y le dije que si me levantaba de esa cama, yo le prometía buscarle con todo mi corazón.

Dios escuchó mi oración. Y a los pocos días salí de la clínica. Yo no le cumplí la promesa al Señor. Y fue entonces cuando otra vez caí gravemente enferma.

El doctor no aseguraba mi vida, y estaban esperando 72 horas para ver como reaccionaba, de lo contrario no había muchas posibilidades de vivir.

Prometerle al Señor y no cumplirle es un peligro muy grande. La Biblia dice: cuando hagas una promesa a Dios, no tardes en cumplirla, porque Él no se deleita en los necios. La promesa que haces cúmplela. Es mejor que no prometas, a que prometas y no cumplas. No permitas que tu boca te haga pecar, y no digas delante del mensajero de Dios que fue un error. ¿Por qué ha de enojarse Dios a causa de tu voz y destruir la obra de tus manos? "Porque en lo mucho sueños y en las muchas palabras hay vanidades; tu, sin embargo, teme a Dios. Eclesiastés 5 :4-7.

No se decirles en que periodo de tiempo, ni por cuánto tiempo mi alma salió de mi cuerpo. En la gravedad que tenía, oí una voz que me dijo: Ahora te vas para el infierno”. Enseguida vi a un demonio que me vino a buscar. Era alto, con apariencia de hombre, pero todo su cuerpo lo tenia lleno de pelos como de mono, su cara era de animal (parecida a un murciélago) tenía unas alas muy grande atrás, y sus uñas eran semi-largas, y a la misma vez las tenia encorvadas. Parecían a las uñas de las gallinas. Aquel demonio era horrible. Nunca podré olvidar su fea y rara apariencia. Él me agarró por el brazo izquierdo, y comenzamos a volar hacia arriba, como quién iba para el cielo, a una velocidad que parecía un cohete.
Luego que llegamos a un lugar allá arriba en el espacio, en vez de seguir subiendo comenzamos a descender. Mientras más descendíamos, más oscuro era aquel lugar. Parecía que estábamos descendiendo por un abismo. Luego me introdujo por un túnel. Ese túnel era largo y oscuro. Olía a podredumbre, y azufre y se sentía húmedo.

Yo trataba de quitar sus manos de mi brazo, pero no podía tocarlo. Era como tratar de querer agarrar el aire. En mi desesperación comencé a clamar a Dios, pero era como que Él no me escuchaba, como si no existiera en ese lugar. Yo gritaba: Oh Dios, ten misericordia de mí, yo no quiero ir al infierno, dame otra oportunidad. Pero todo era inútil. No había respuesta, y mientras más clamaba, más rápido corría aquel demonio con mi alma. Quiero decirle que aunque me encontraba muerta, mi alma que iba para el infierno estaba viva. Yo podía hablar, oír, oler, sentir, tenia todos mi sentidos, y sabía que iba al infierno por desobediente.

Cuando estábamos llegando al final del túnel, pude ver una luz muy opaca que se prendía y se apagaba. Y en un momento que la luz se prendió, vi que al final del túnel había otro abismo, y que ahí era que mi alma iba a caer, pero a mí no me asusto tanto el saber adonde iba, a mí me asusto oír que otras almas estaban cayendo en aquel lugar. Sus gritos eran desesperantes y decían al caer: Nooooooooooooo. Cuando yo también iba a caer por ese abismo, grité con toda mi alma y con todas mi entrañas: “¡SEÑOR TEN MISERICORDIA DE MI! - ¡YO NO ME QUIERO IR AL INFIERNO! ¡DAME OTRA OPORTUNIDAD!”, al mismo instante de caer, oí una voz como un trueno fuerte que habló, y a la misma vez que habló, caían rayos, túnel y relámpagos. Y esa voz con poder y autoridad dijo: ¡SUÉLTALA ELLA NO TE PERTENECE.... ELLA ES MIA!

Inmediatamente el demonio me soltó, y largaba chillidos, sus pelos se les pararon, salió corriendo, y se fue por el abismo. Yo quedé sola en el túnel, pero al instante, un resplandor de luz me rodeó, y un personaje alto se paró a mi lado. Él no me permitió ver su cuerpo. Sólo me permitió ver su brazo, y un poco de las manga de su vestidura la cual le colgaban; sus vestiduras eran tan blanca y resplandecientes que no hay palabras humanas para describirlas. Él me agarró por mi brazo izquierdo, y me permitió acariciar su mano, pero no me dejó verlo completamente, porque todo en Él era luz. Sé que era Jesús porque en sus manos estaban las marcas de los clavos.

El Señor me sacó de aquel lugar y me devolvió a mi cuerpo. Recuerdo que me puso en la boca un biberón muy pequeñito y me dijo chupa. Cuando empecé a chupar, estaba saboreando algo que era tan puro y dulce como la miel, pero no era miel. Yo sentía cuando esa sustancia iba bajando por todo mi cuerpo como si fuera un suero que tenia que ser suministrado lento, sentí cuando me llegó hasta las planta de los pies, y mientras iba bajando por mi cuerpo, yo sentía que me estaba fortaleciendo. Sentí que volví a nacer de nuevo, y estaba tan fortalecida que al día siguiente salí de la clínica. Yo no podía entender como esa sustancia tan pequeñita que me dio el Señor, podía cubrir mi cuerpo entero hasta fortalecerlo. Pero para Dios no hay nada imposible. Una de las mentiras más grande que Satanás quiere hacerle creer a la gente, es que la manera más fácil de resolver sus problemas es muriéndose, en otras palabras «suicidándose». Porque al suicidarse se acaban todos los problemas y por fin descansan de este mundo. Lamentablemente muchas personas han creído su mentiras, y han terminado suicidándose. La Biblia dice que Satanás es padre de toda mentira. Por lo tanto todo lo que Él te diga es mentira. Si Él te dice en la mente que te suicides porque muerto estarás mejor, significa que si te suicidas, tu alma se irá a un lugar de tormento por una eternidad, y allí no habrá nadie que pueda ayudarte.

Muchos piensan que al morir, ahí termina todo, es lo contrario, al morir es donde comienza la verdadera eternidad. Estamos compuesto por cuerpo, alma, y Espíritu. El cuerpo es como la vestidura que cubre el alma, es como la ropa que usamos para cubrir nuestro cuerpo, y no andar desnudos. Cuando morimos nuestro cuerpo queda inerte sin vida, porque quién lo hacía moverse y sentir era el alma, en la cual se encuentran todas las emociones, y el Espíritu, ese soplo de vida vuelve a Dios . El alma es la que pasa a la eternidad. Pero nosotros elegimos a que lugar queremos ir. Hay dos camino: El cielo y el infierno.

El único camino que hay para ser salvo y tener una eternidad segura y sin ningún tormento, es a través de Jesucristo el hijo de Dios. "Jesús es el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al padre, sino es por Él. San Juan.14:6.

Si estamos en Cristo Jesús, ninguna condenación hay. Claro, que es para lo que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Romano 8:1

¿Qué es andar conforme a los deseos de la carne? Las obras de la carne son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas ; y el apóstol Pablo nos amonesta diciendo que los que practican tales cosas no heredaran el reino de Dios. Gálatas 5 :19-21 Sgt.

Yo sé que usted lo menos que desea es perder su salvación, y mucho menos andar en desobediencia. Pero dentro de usted hay una lucha interna, su Espíritu desea hacer la voluntad de Dios, pero su carne le impulsa hacer las cosas que a Dios no le agrada. El Señor sabe y conoce sus debilidades.

Dice las escrituras que el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Gálatas, 5 :17.

¿Como sabemos que andamos conforme al Espíritu? ¡pues muy sencillo! A través de nuestros frutos ¿Cuales son esos frutos? Son los frutos del Espíritu, que es el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre, el dominio propio; contra tales cosas no hay ley. Gálatas 5 :22-23.
Usted no está solo en esta lucha. Usted tiene el respaldo del Señor y la ayuda constante del Espíritu Santo. Dios no le dejará solo. Pero recuerde que usted también debe poner de su parte. No permita que el enemigo lo siga usando como títere, haciendo de usted lo que a él se le antoje en el momento que quiera y donde él quiera.

No se exponga a la tentación, no la busque, porque ella llega sin buscarla; pero cuando llegue encomiéndese al Señor, que Él no le desamparará. La Biblia dice: Bienaventurado el hombre que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba , recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman. (Santiago 1:12.)

Cada vez que cedemos a una tentación perdemos una bendición. ¡Pero no se desanime! Si usted ha caído, levántese en el nombre de Jesús, acérquese confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (Hebreo 4:16)

Sólo le pido que se proponga una meta en su corazón de no permitir que nada ni nadie le haga perder su salvación. Si nadie se quiere ir con usted al cielo, no se vaya usted con nadie al infierno. Es cierto que la salvación es por gracia, pero si insistimos en permanecer en pecado, o si la muerte o el rapto de la iglesia nos sorprende, nos vamos a perder. De nada nos vale ser heraldo para otros, y que a al final perdiéramos nuestra salvación.

A usted, que Dios le ha dado el privilegio de conocer el evangelio, no retroceda para atrás, siga adelante peleando la buena batalla.

Si tropezaste en el camino, levántate otra vez, todos los que han llegados muy lejos tropezaron en el camino, pero decidieron levantarse, esforzarse y seguir adelante. Esta carrera no es de quién empieza, sino del que termina.

Aunque andemos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumento y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. (2 Corintios 10:3-5)

Sandy Bergman

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