sábado, 15 de octubre de 2011

MENSAJE SOBRE EL SANTO ROSARIO



El Rosario es para hombres.

Desengáñate, pues, alma piadosa, que desprecias la oración compuesta y ordenada por el Hijo mismo de Dios a todos los creyentes. Tú que aprecias solamente las oraciones compuestas por los hombres - ¡como si el hombre, por esclarecido que sea, supiera mejor que Jesús cómo debemos orar! -. Tú que buscas en libros humanos el método de alabar y orar a Dios, como si te avergonzaras de utilizar el que su Hijo nos ha prescrito, y vives persuadida de que las oraciones contenidas en los libros son para los sabios y ricos, mientras que el rosario es bueno solamente para las mujeres, los niños y la gente del pueblo, como si las alabanzas y oraciones que lees en tu devocionario fueran más bellas y agradables a Dios que la oración dominical. ¡Dejar de lado la oración recomendada por Jesucristo para apegarnos a las compuestas por los hombres es una tentación peligrosa!
(El Secreto Admirable del Santísimo Rosario, San Luis M. Grignion de Montfort)

Comentario:
Nada más engañoso que creer que el rezo del Rosario es solo para niños y mujeres, porque el Santo Rosario es una oración viril, que nos arma para el combate contra los enemigos del alma, y también del cuerpo.

Si uno quiere vivir realmente el Padrenuestro, deberá ser un verdadero héroe, porque si meditamos bien lo que pedimos y lo que prometemos en esta oración, nos daremos cuenta de que sólo la pueden vivir los valientes, los guerreros que se amparan en Dios y bajo el manto de María.

Una vez una santa preguntó a la Virgen cómo podía hacer para componer una oración que le agradara mucho. Y la Virgen le contestó que esa oración ya existía y que no había otra mejor, y era el Avemaría.

Otro tanto podemos decir del Padrenuestro, que es la oración más perfecta y que más agrada a Dios y a Nuestro Señor Jesucristo.

Por eso el Rosario, compuesto de Padrenuestros y Avemarías, es la oración y la devoción más agradable a la Santísima Trinidad y a la Virgen María. Y con el rezo diario del Rosario ya no tenemos nada más que hacer, porque si lo rezamos bien, meditando en los misterios, entonces automáticamente nos iremos haciendo santos, pues penetraremos en la vida íntima de Jesús y María, y al contemplarlos cada vez más profundamente, nos volveremos semejantes a ellos, pues quien convive con alguien, termina asemejándose a él. Y nosotros, rezando el Rosario, compartimos la vida con Jesús y María, que se hacen verdaderamente presentes mientras rezamos el Santo Rosario.

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