miércoles, 30 de noviembre de 2011

MENSAJE DE LA SANTÍSIMA VIRGEN A SU AMADA HIJA LUZ DE MARÍA - 28 DE NOVIEMBRE DEL 2011



Amados hijos de Mi Corazón Inmaculado:
SON MI PUEBLO Y LES AMPARO. MI CORAZÓN NO CESARÁ DE CALMAR LA SED AL SEDIENTO, DE ALIMENTAR AL HAMBRIENTO, DE ACOGER AL DESAMPARADO Y DE SOCORRER AL QUE ESTÁ EN PELIGRO.

Mi Corazón es Escudo, Bandera, Manantial, Sol, Luna, Sendero, Arca y Sagrario en donde se mantiene Mi Hijo.

La humanidad debe acoger Mi llamado y sumergirse en Mi Corazón, Sagrario del Amor Divino.

La Eucaristía es el alimento de Mis Hijos, que se acercan debidamente preparados y con fe.

PREDIQUEN, PREDIQUEN LA PALABRA DIVINA Y LAS ENSEÑANZAS DE MI HIJO.
ANÚNCIENLES A SUS HERMANOS LA SEGUNDA VENIDA DE MI HIJO, PARA QUE SE PREPAREN CON GOZO
.

La humanidad tiene una oportunidad, que es la TOMA DE CONCIENCIA para que se conviertan. Si la humanidad no asciende precisamente en este instante, se enfrentará desarmada a una cruel lucha contra el enemigo del alma. El hombre verá lo superficial en las criaturas humanas y esto llevará a aumentar la envidia. Si la humanidad persiste en el desamor, y no mira a Dios en el hermano, si no busca la Esencia Divina presente en lo creado, será presa fácil del enemigo del alma.

MI MATERNIDAD ES UNIVERSAL COMO EL AMOR DE MI HIJO. CONFÍEN EN MI PROTECCIÓN.

Se Me ha encomendado la humanidad, en especial para este instante en que ustedes transitan. Yo envío a Mis Legiones Angélicas para que les protejan; ellas descienden del Cielo y no les miran, porque permanecen tan aturdidos en lo pasajero que no se detienen en lo Eterno.

Oren hijos Míos, oren por Irán, padecerá con ardor. Oren hijos, oren por Estados Unidos, el águila pende de un hilo.

Amados Míos:
El agua será nueva y seriamente contaminada. Un estallido traerá llanto y los inocentes caerán presa del odio del hombre.

Hijos, acérquense a Mi Corazón, sean lámparas que alumbren a sus hermanos. Combatan con Amor, con el mismo Amor de esta Madre, con el mismo Amor de Mi Hijo.

MIREN A LAS AVES VOLANDO LIBREMENTE, ASÍ USTEDES SEAN LIBRES ACTUANDO EN LA VOLUNTAD DIVINA. SÓLO ASÍ Y SÓLO ASÍ ENCONTRARÁN LA PLENITUD, VIVIENDO UNIDOS EN LA VOLUNTAD DIVINA.

Hasta que el hombre no sea uno con la Voluntad Trinitaria, no actuará ni vivirá como lo espera la Voluntad de Dios. Les invito a ser verdaderos, a ser amadores de la Santísima Trinidad.

No olviden: MI MATERNIDAD ES UNIVERSAL.
Les bendigo.

AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA. AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA. AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.

COMENTARIO DEL INSTRUMENTO AL MENSAJE DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA A SU AMADA HIJA LUZ DE MARÍA - 28 DE NOVIEMBRE DEL 2011
Hermanos (as):
NUESTRA MADRE NOS INVITA A VIVIR UNIDOS A LA VOLUNTAD DIVINA.

Ella nos invita a vivir de manera diferente a lo mundano, a buscar dentro de nosotros, en nuestro interior.

MAMÁ MARÍA ESTÁ PRESTA A AUXILIARNOS.
El mundo gira aprisa y el hombre continúa sin querer mirar lo que le rodea.

Hermanos, unámonos, seamos una voz orante, suplicante pero sobre todo, seamos conscientes del daño que el hombre causa a sus semejantes, abusando de los dones que Dios le ha dado.
Amén

EL SARGENTO



Durante la Guerra de la Independencia, de América del Norte, el sargento de una pequeña compañía de soldados estaba dando órdenes a sus subordinados para transportar una viga muy pesada que estaban tratando de transportar, para completar algunos trabajos militares que en aquel punto debían componerse.

El peso era casi superior a sus fuerzas, y la voz del sargento se oía a menudo gritando:
-“¡Alcen!, ¡alcen! - ahí va, otra vez - ¡alcen! ¿que les pasa? ¿no desayunaron hoy? ¡vamos con fuerza! ¡alcen!”

Un caballero sin uniforme militar, pasaba por allí y preguntó al que mandaba, ¿por qué él mismo no les ayudaba un poquito?

Este atónito y volviéndose con toda la majestad de un emperador hacia el caballero dijo:
-Señor, yo soy un sargento
-“¿De veras que lo es usted? – replico el desconocido -, yo no sabía esto.

Y quitándose el sombrero le hizo un saludo, diciendo:
-Perdone usted, señor sargento”.

Y diciendo esto desmontó y empezó a ayudar a los soldados en su pesada tarea hasta que las gotas de sudor corrían por su frente, y cuando la viga fue por fin levantada, se dirigió hacia el gran hombre y le dijo:
-Señor sargento, cuando usted vuelva a tener un trabajo como éste y no tenga suficientes hombres, mande por su general, y yo vendré con mucho gusto y le ayudaré en una segunda ocasión”.

El sargento se quedó desconcertado y como el que ve visiones cuando por esas palabras se dio cuenta que el oficial que le había dado esta lección era el mismo Washington general en jefe del ejército americano.

Mateo 20:25-27
25 Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo.

Filipenses 2:3 - Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.

DE LA MONJA EUTANASIADA CONTRA SU VOLUNTAD EN HOLANDA



Había oído hablar del caso hace ya tiempo, aunque por lo inverosímil que parecía y por no ser capaz de encontrar la fuente originaria y fiable de la historia, no había querido traerlo a estas líneas.

Hoy, casualmente, o no tan casualmente, - la verdad es que donde he encontrado la historia es donde tenía que estar de ser real -, he descubierto la fuente. Trátase del libro titulado Seducidos por la muerte, del norteamericano Herbert Hending, escrito en 1997 (y no se pueden Vds. imaginar lo que ha llovido desde entonces en lo relativo a eutanasia) y publicado en español por Planeta en el año 2009.

Para ponerles a Uds. en antecedentes, Herbert Hending es consejero delegado y director médico de Suicide Prevention International, así como catedrático de psiquiatría en el New York Medical College. En la resolución judicial que sentó precedente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos por la que se afirma que no existe el derecho constitucional al suicidio asistido, se citan los estudios de Hending en la materia, uno de los principales, el libro que acabo de reseñar a Uds. y que me dispongo a citar ahora.

Pues bien, en él se realiza el siguiente relato:
Yo tenía curiosidad por saber cómo reaccionaría Eugene Sutorius [activista holandés de la eutanasia] al decirle que miles de pacientes lúcidos y no lúcidos eran llevados a la muerte sin su consentimiento. Cuando se lo comenté me dijo que había momentos en los que los médicos sentían que tenían que actuar porque los pacientes o las familias no podían hacerlo. Sabía de un caso de un doctor había puesto fin a la vida de una monja unos días antes de que hubiera fallecido por muerte natural porque tenía muchos dolores y el médico sabía que las convicciones religiosas de la monja no le permitían pedir la eutanasia. Sutorius no encontró ningún argumento, sin embargo, cuando le pregunté por qué no se le había permitido a la monja morir de la forma en que quería. Le dije que había conocido a pacientes terminales que no eran creyentes, pero para los que era muy importante el hecho de luchar hasta el final. Su derecho a no tener una muerte tranquila parece merecer tanto respeto como el derecho de los que quieren morir sin dolor. Sutorius se manifestó de acuerdo(pág 112, op.cit.).

Por hoy baste con el caso. Otro día les traeré a esta columna algunas estadísticas holandesas sobre eutanasia involuntaria – más correcto sería llamarla eutanasia anti-voluntaria o eutanasia contra voluntad, involuntario es lo que se hace sin querer, anti-voluntario es lo que se hace contra la voluntad expresamente indicada, que es de lo que en este caso hablamos -. Son espeluznantes. No entiendo, la verdad, como nadie, por moderno y progresista que se considere a sí mismo, puede simpatizar con comportamientos como éste. Porque en Holanda, y en muchos más lugares el mundo, no vayan a creer Uds., son muchos los que lo hacen, no les quepa la menor duda.

Luis Antequera

NIÑA SIN PIERNAS JUGANDO FÚTBOL



Lo leo en Catholic.net. Una niña sin piernas, pero tan decidida que se atreve a jugar al balón.

Me ha llamado la atención porque esta, como otros muchos, minusválidos nos dan un ejemplo fuerte de superación y constancia. Nos solemos derrumbar ante la más nimia molestia. Con esto del Estado del Bienestar no aguantamos un minuto de malestar. Nos ponemos nerviosos, pesimistas, con angustia vital. Perdemos la alegría y la esperanza por lo más tonto, y encima le echamos la culpa a Dios de todos nuestro males. Nos viene bien conocer esta historia sencilla, pero heroica, de una niña mentalizada para vivir así toda la vida sin perder la paz.

Que tenga siete años y que sea admiradora del Arsenal no es motivo de sorpresa. Pero si decimos que Ellie Challis no tiene manos ni piernas, entonces cambia todo.

Comenzó de repente: una mañana se despertó con fiebre, pero con las extremidades frías. Sus padres la llevaron al hospital. En un primer momento, todo parecía funcionar bien, por lo que regresaron a casa. Pero la alarma se encendió de nuevo al descubrir tres manchas rojas que se multiplicaron con el paso del tiempo. La vuelta al hospital se hizo obligatoria.

Su madre ya se lo imaginaba, por lo que el veredicto, aunque doloroso, le cayó menos de sorpresa: una meningitis que luego derivó en septicemia y que finalmente tuvo como consecuencia la amputación de brazos y piernas.

La vida de Ellie parecía acabada, pero su fuerza de voluntad y el cariño de su familia, en especial de su hermana melliza, la sacó adelante. Más aún, el respaldo de los habitantes de Little Clacton, Essex (Inglaterra), donde vive la familia, jugó un importante papel, sobre todo por el apoyo económico.

Desde entonces, hace ya cuatro años, Ellie utiliza prótesis para caminar. Al principio, se valía de unas piernas ortopédicas estándar, con las que la pequeña únicamente aguantaba una media de veinte minutos al día, pues le causaban un gran dolor. Finalmente, su pasión por el fútbol la ha ayudado a conseguir unas prótesis superlivianas, similares a las usadas por el atleta sudafricano Oscar Pistorius, que la permiten correr por el campo con total libertad y sin riesgo de lesión.

Su madre comenta con el brillo de la emoción que «no tiene ningún problema a la hora de jugar a fútbol y lo hace muy bien». Y su padre va aún más allá: «sus regates son espectaculares».

Sea o no el cariño lo que lanzan estas afirmaciones, queda claro que la fuerza de voluntad de Ellie es única y que usa sus piernas ortopédicas con gracia y delicadeza. Y más increíble es verla jugar una vez por semana al fútbol. No sólo por la destreza de sus piernas, sino por la sonrisa que lleva pintada en el rostro. (http://es.catholic.net/buenasnoticias/articulo.php?id=52417

Es una noticia refrescante. Nos da pena ver a esta niña sin piernas, pero nos estimula a tomarnos en serio nuestra vida y correr sin complejos hacia una meta que podemos alcanzar con la ayuda de los que nos quieren bien, y en especial con la ayuda de Dios.

Juan García Inza

CONFIANZA EN EL SEÑOR



La confianza es una certidumbre serena de no ser defraudados, ella no se impone, se inspira.

Y si la inspiración se traduce en fe, hemos encontrado el camino de la confianza. Porque nadie confía si no media la fe, y si hay confianza, detrás viene la esperanza. La confianza está a caballo de la fe y de la esperanza. Solo se confía en lo que se espera como fruto de la fe. Se puede tener confianza cuando se espera con fe, pero la espera sin fe no existe. La confianza es siempre la espera basada en la fe, es decir en la esperanza. Pero la confianza también está ligada a la seguridad, se podría decir que la confianza tiene sus raíces en la seguridad.

La confianza consiste, a menudo, en esperar contra toda esperanza. Pero es de la confianza, desde donde nace la esperanza. Es la confianza, decía Santa Teresa de Lisieux y solo es la confianza, quien debe llevarnos al amor. El gran problema que tenemos es que decimos que tenemos fe y sí, la tenemos, pero es tan pequeñita, que de ella no puede brotar con fuerza, ni la confianza ni después la esperanza, y entonces nos aparece el miedo y la desesperanza.

Tomemos un sencillo silogismo. Primera premisa: Decimos que creemos en Dios que es omnipotente. Segunda premisa: Dios nos ama desesperadamente. Conclusión: Nada malo nos puede pasar, y si tenemos miedo de que nos pase, la culpa es nuestra por no confiar en Dios. Existe una segunda parte de esta conclusión, y es la de que tenemos que considerar, que todo lo que nos pasa, lo consideremos bueno o mal, es siempre lo que más nos conviene, para nuestra eterna felicidad.

El Señor jamás nos abandonará, y así lo manifiesta el profeta Isaías: “¿Puede acaso una mujer olvidarse del hijo que amamanta, no compadecerse del fruto de sus entrañas? ¡Aunque ellas se olvidaran, yo no te olvidaría!” (Is 49,15).

El que comprende que con la confianza en Dios lo obtiene todo, puede comenzar a construir sobre roca. El que no lo comprende, construye sobre arena. Ya se sabe lo que dijo el Señor. Cayo la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y dieron sobre la casa; pero no cayo, porque estaba fundada sobre roca. Pero el que me escucha estas palabras y no las pone por obra, será semejante al necio, que edifico su casa sobre arena. Cayo la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y dieron sobre la casa, que se derrumbó estrepitosamente. (Mt 7,25-27).

Si nuestra confianza es débil, también lo será nuestra fortaleza en el Señor. Dios puede permitir que algunas veces nos falte el dinero, la salud, el talento, las virtudes, pero nunca nos faltará Él mismo, ni su ayuda ni su misericordia, ni todo aquello que nos permita acercarnos más estrechamente a Él, amarle más intensamente, amar mejor al prójimo y alcanzar la santidad. Si el Señor permite que se nos pongan delante, verdaderas montañas de dificultades, es precisamente para probar nuestra confianza en Él. Pero no nos importe el ambiente, las dificultades que rodean nuestra vida, si nos dirigimos llenos de fe y confianza hacia el Señor, Él nunca desampara a nadie que se le confía y mucho menos a uno de sus predilectos. ¿Quieres ser tú uno de ellos? El Señor te está esperando.

El secreto de nuestra fuerza y nuestra grandeza consiste en que estemos vinculados a la cabeza y nos dejemos guiar y conducir por Él; en que no nos aislemos, en que no nos apoyemos en nosotros mismos, en que no nos abandonemos a una necia y orgullosa confianza en nosotros mismos. El todo lo que pide, es que pongamos nuestra fe y nuestra esperanza en Él, que le amemos con todo nuestro corazón, que renunciemos a nuestra propia fuerza y nuestros necios planes por humildad y que nos abandonémonos en Él, que Él hará el resto.

Y sobre todo el amor, para llegar al cual solo tenemos un camino. ¡La confianza y nada más que la confianza! Este es el único camino por el que se llega al Amor. En la vida espiritual, no hay más que una sola cosa a la que temer; a la falta de confianza en Dios. Nos desalentamos a menudo a causa de nuestras debilidades que nos humillan.

Fe, confianza y esperanza son las tres patas donde se asienta la más excelsa de las virtudes que es el amor. Si no creemos (fe), difícilmente podemos tener confianza en quién no creemos (confianza), y si no confiamos, más difícil todavía será esperar algo de quien carece de nuestra confianza (esperanza). En definitiva el amor nuestro amor, nuestro deseo de amarle, carecerá de silla o apoyo en que asentarse. Por ello, tal como manifiesta el P. Liberman, una de las cosas que más paralizan a los hombres en sus relaciones con Dios y que les impide el avanzar más, es la falta de confianza y de esperanza en Él.

Para el polaco Slawomir Biela: Confiarse a Dios puede ir unido muchas veces a la pérdida de todos los apoyos humanos. Entonces, entrarás en el camino de un abandono cada vez más auténtico, que abarcará todas las esferas de tu vida. La confianza en Dios puede llegar a ser inamovible solo si uno está dispuesto a aceptar todo lo que venga de la mano del Padre. Y de acuerdo por lo manifestado por la mártir Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein). Solo Él sabe lo que nos conviene. Y si alguna vez fuese más conveniente la necesidad y la privación que una renta segura y bien dotada, o el fracaso y la humillación mejor que el honor y la fama, hay que estar también dispuesto a ello. Solo así se puede vivir tranquilo en el presente y en el futuro.

Este es nuestro gran drama: el hombre no tiene confianza en Dios, y entonces, en vez de abandonarse en las manos dulces y seguras de su Padre del Cielo, busca por todos los medios arreglárselas con sus propias fuerzas, haciéndose así terriblemente desgraciado. Y esta es la gran victoria del padre de la mentira de nuestro gran acusador: ¡Conseguir poner en el corazón de un hijo de Dios la desconfianza hacia su Padre!

Dios nos da en la medida en que esperamos de Él, nos dice San Juan de la Cruz. Y San Francisco de Sales también nos dice: La medida de la providencia divina para nosotros es la confianza que tenemos en ella. Y es ahí donde radica el auténtico problema; muchos no creen en la Providencia porque nunca la han experimentado. ¿Y que hay que hacer para experimentarla? Primeramente, el reconocimiento de nuestra propia nada, tener una confianza de niño en Dios y la fe en su amor, que son las condiciones que conforman la actitud que hace posible el milagro.

En el camino espiritual debemos lanzarnos hacia Dios, y después confiar en que nos agarrará. Si llenos de preocupación tratamos de agarrar a Dios o de controlar, como Dios tiene que agarrarnos, podríamos caernos. Nunca dudemos del amor que el Señor nos tiene y confiemos en Él. En una revelación, el Señor le dijo al Beato Susón: Aunque dudes de ti mismo, no debes nunca dudar de mí. Confía, pues, en Mí y obedece. Porque al final, solo el que confía en el Señor construye sobre roca viva, y encuentra la paz y la felicidad en este mundo.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

EL DIARIO VATICANO "DESEMPOLVA" UN ESCRITO POCO CONOCIDO DEL CARDENAL RATZINGER SOBRE EL MATRIMONIO



Publicado en 1998.

A propósito de algunas objeciones contra la doctrina de la Iglesia sobre la recepción de la Comunión por parte de los divorciados y vueltos a casar.

El L'Osservatore Romano ha publicado en su edición del 30 de noviembre un escrito poco conocido del cardenal Joseph Ratzinger de 1998 "a propósito de algunas objeciones contra la doctrina de la Iglesia sobre la recepción de la Comunión eucarística por parte de los fieles divorciados y vueltos a casar".

Con el título "La pastoral del matrimonio debe fundarse en la verdad", el diario vaticano presenta el escrito del entonces prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, que había introducido el volumen titulado Sobre la pastoral de los divorciados y vueltos a casar), publicado por la Libreria Editrice Vaticana.

El diario señala que "por la actualidad y la amplitud de miras de este escrito poco conocido, proponemos su tercera parte, con el añadido de tres notas".

Aquí el texto completo reproducido por el L´Osservatore:
La Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre de la recepción de la Comunión eucarística por parte de los files divorciados y vueltos a casar, del 14 de septiembre de 1994, ha tenido eco vivaz en diversos lugares de la Iglesia. Junto a muchas reacciones positivas también se han oído no pocas voces críticas. Las objeciones esenciales contra la doctrina y la praxis de la Iglesia se presentan a continuación en modo simplificado.

Algunas objeciones más significativas – sobre todo las que se refieren a la praxis considerada más flexible de los Padres de la Iglesia, que sería la inspiración de la praxis de las Iglesias orientales separadas de Roma, así como la referencia a los principios tradicionales de la epicheia y de laaequitas canonica – han sido estudiadas profundamente por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Los artículos de los Profesores Pelland, Marcuzzi y Rodríguez Luño (2) han sido elaborados en el curso de este estudio. Los principales resultados de esa investigación, que indican la dirección de la respuesta a las objeciones, también serán aquí resumidos brevemente.

1. Muchos sostienen, aduciendo algunos pasajes del Nuevo Testamento, que la pal abra de Jesús sobre la indisolubilidad del matrimonio permita una aplicación flexible y no pueda ser encasillada en una categoría rígidamente jurídica.

Algunos exegetas ponen de relieve críticamente que el Magisterio, en relación a la indisolubilidad del Matrimonio, citaría casi exclusivamente una sola perícopa, o sea Mc 10,11-12, sin considerar otros pasajes del Evangelio de Mateo y de la Primera Carta a los Corintios. Estos pasaje bíblicos indicarían una cierta excepción a la palabra del Señor sobre la indisolubilidad del matrimonio, o sea en el caso de porneia (Cfr. Mt 5,32; 19,9) y en el caso de de separación por causa de la fe (Cfr. 1Cor 7,12-16). Estos textos serían indicaciones de que los cristianos, en situaciones difíciles, habrían conocido, ya en los tiempos apostólicos, una aplicación flexible de la palabra de Jesús.

A esta objeción se debe responder que los documentos magisteriales no pretenden presentar de modo completo y exhaustivo los fundamentos bíblicos de la doctrina sobre el matrimonio. Dejan esta importante tarea a los expertos competentes. El Magisterio subraya, sin embargo, que la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio deriva de la fidelidad a la palabra de Jesús. Jesús define claramente la praxis veterotestamentaria del divorcio como una consecuencia de la dureza del corazón del hombre. Yendo más allá de la ley, Cristo se remonta al inicio de la creación, a la voluntad del Creador, y resume su enseñanza con las palabras: «Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre» (Mc 10,9). Con la llegada del Redentor, se vuelve a instaurar el matrimonio en su forma original a partir de la creación y se sustrae al arbitrio humano, sobre todo al del marido, pues la mujer no tenía posibilidad de divorciarse. La palabra de Jesús sobre la indisolubilidad del matrimonio constituye la superación del antiguo orden de la ley en el nuevo orden de la fe y de la gracia. Sólo así el matrimonio puede hacer plena justicia tanto a la vocación de Dios al amor como a la dignidad humana, y constituirse en signo de la alianza de amor incondicionado de Dios, es decir, en un «Sacramento» (Cfr. Ef 5,32).

La posibilidad de separarse que Pablo señala en 1Cor 7, se refiere a matrimonios entre un cónyuge cristiano y un no bautizado. La reflexión teológica posterior ha dejado claro que únicamente los matrimonios entre bautizados son «Sacramento», en el sentido estricto de la palabra, y que la indisolubilidad absoluta caracteriza sólo a estos matrimonios que se colocan en el ámbito de la fe en Cristo. El denominado «matrimonio natural» funda su dignidad en el orden de la creación y está, por tanto, orientado a la indisolubilidad. Sin embargo, en determinadas circunstancias, puede ser disuelto a causa de un bien más alto, como es la fe. De este modo la sistematización teológica ha clasificado jurídicamente la indicación de San Pablo como «privilegium paulinum», es decir, como posibilidad de disolver, por el bien de la fe, un matrimonio no sacramental. La indisolubilidad del matrimonio verdaderamente sacramental permanece salvaguardada. No se trata, pues, de una excepción a la palabra del Señor. Volveremos sobre esto más adelante.

Acerca de la recta comprensión de las cláusulas sobre la porneia, existe abundante literatura con muchas hipótesis diferentes, incluso opuestas. No hay unanimidad entre los exegetas sobre esta cuestión. Muchos sostienen que se refiere a uniones matrimoniales inválidas y no a excepciones a la indisolubilidad del matrimonio. Sea como fuere, la Iglesia no puede edificar su doctrina y praxis sobre hipótesis exegéticas inciertas, sino que debe atenerse a la clara enseñanza de Cristo.

2. Otros objetan que la tradición patrística dejaría espacio para una praxis más diferenciada, que haría mayor justicia a las situaciones difíciles. A esté propósito, la Iglesia católica podría aprender del principio de «economía» de las Iglesias orientales separadas de Roma.

Se afirma que el Magisterio actual sólo se nutriría de un filón de la tradición patrística, y no de la entera herencia de la Iglesia antigua. Si bien los Padres se atuvieron claramente al principio doctrinal de la indisolubilidad del matrimonio, algunos de ellos toleraron, en la práctica pastoral, una cierta flexibilidad ante situaciones difíciles concretas. Sobre este fundamento, las Iglesias orientales separadas de Roma habrían desarrollado más tarde, junto al principio de la akribia, de la fidelidad a la verdad revelada, el principio de la oikonomia, de la condescendencia benévola en situaciones difíciles. Sin renunciar a la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio, esas Iglesias permitirían, en determinados casos, un segundo e incluso un tercer matrimonio, que, por otra parte, es diferente del primer matrimonio sacramental y está marcado por el carácter de la penitencia. Esta praxis nunca habría sido condenada explícitamente por la Iglesia Católica. El Sínodo de Obispos de 1980 habría sugerido estudiar a fondo esta tradición, a fin de hacer resplandecer mejor la misericordia de Dios.

El estudio del Padre Pelland muestra la dirección en que se debe buscar la respuesta a estas cuestiones. La interpretación de cada uno de los textos patrísticos compete naturalmente al historiador. Debido a la difícil situación textual las controversias tampoco se aplacarán en el futuro. Desde el punto de vista teológico debe afirmarse:

a) Existe un claro consenso de los Padres acerca de la indisolubilidad del matrimonio. Puesto que deriva de la voluntad del Señor. La Iglesia no tiene poder alguno a ese respecto. Por ello, el matrimonio cristiano fue distinto desde el primer momento al matrimonio de la civilización romana, a pesar de que en los primeros tiempos no existía todavía ningún ordenamiento canónico. La Iglesia del tiempo de los Padres excluye claramente el divorcio y las nuevas nupcias, en fiel obediencia al Nuevo Testamento.
b) En la Iglesia del tiempo de los Padres, los fieles divorciados y vueltos a casar nunca fueron admitidos oficialmente a la sagrada Comunión después de un tiempo de penitencia. Es cierto, en cambio, que la Iglesia no siempre revocó en determinados países las concesiones en esta materia, aunque si se calificaban como incompatibles con la doctrina y la disciplina. Parece cierto también que algunos Padres, por ejemplo, San León Magno, buscaron soluciones «pastorales» para raros casos límite.
c) Sucesivamente se produjeron dos desarrollos contrapuestos:
– En la Iglesia imperial posterior a Constantino se buscó, debido al progresivo entrelazamiento del Estado y la de Iglesia, una mayor flexibilidad y disponibilidad al compromiso en situaciones matrimoniales difíciles. Una tendencia semejante se dio en el ámbito gálico y germánico hasta la reforma gregoriana. En las Iglesias orientales separadas de Roma, este desarrollo continuó posteriormente en el segundo milenio y condujo a una praxis cada vez más liberal. Hoy en día, en muchas Iglesias orientales existe una serie de motivos de divorcio, es más, se ha desarrollado una «teología del divorcio», que de ningún modo resulta conciliable con las palabras de Jesús sobre la indisolubilidad del matrimonió. En el diálogo ecuménico, este problema debe ser claramente afrontado.
– En Occidente, gracias a la reforma gregoriana, se recuperó la concepción originaria de los Padres. El Concilio de Trento sancionó en cierto modo este desarrollo y fue propuesto de nuevo como doctrina de la Iglesia por el Concilio Vaticano II.

La praxis de las Iglesias orientales separadas de Roma, que es consecuencia de un complejo proceso histórico, de una interpretación cada vez más liberal – que progresivamente se alejaba de la Palabra del Señor – de algunos pasajes patrísticos oscuros, así como de un influjo no despreciable de la legislación civil, por motivos doctrinales, no puede ser asumida por la Iglesia Católica. Es inexacta la afirmación de que la Iglesia Católica habría simplemente tolerado la praxis oriental. Ciertamente, Trento no la condenó formalmente.

Los canonistas medievales, sin embargo, hablaban continuamente de ella como de praxis abusiva. Además, hay testimonios de que grupos de fíeles ortodoxos, al convertirse al catolicismo, debían firmar una confesión de fe que incluía una indicación expresa sobre la imposibilidad de un segundo matrimonio.

3. Muchos proponen que se permitan excepciones a la norma eclesial, basándose en los tradicionales principios de la epikeia y de la aequitas canonica.

Se dice que algunos casos matrimoniales no pueden ser regulados en el fuero externo. La Iglesia no sólo podría relegar las normas jurídicas, sino que debería también respetar y tolerar la conciencia de cada uno. Las doctrinas tradicionales de la epikeia y de la aequitas canonica podrían justificar, tanto desde el punto de vista de la teología moral corno desde el punto de vista jurídico, una decisión de la conciencia que se aleje de la norma general. Sobre todo en el tema de la recepción de los Sacramentos, la Iglesia debería dar pasos adelante y no sólo ofrecer prohibiciones a los fieles.

Las dos contribuciones de los profesores Marcuzzi y Rodríguez Luño ilustran esta compleja problemática. A este propósito hay que distinguir claramente tres tipos de cuestiones:
a) La epikeia y la aequitas canonica tienen gran importancia en el ámbito de las normas humanas y puramente eclesiales, pero no pueden ser aplicadas en el ámbito de las normas sobre las que la Iglesia no posee ningún poder discrecional. La indisolubilidad del matrimonio es una de estas normas, que se remontan al Señor mismo y, por tanto, son designadas como normas de «derecho divino». La Iglesia no puede ni siquiera aprobar prácticas pastorales – por ejemplo, en la pastoral de los Sacramentos – que contradigan el claro mandamiento del Señor. En otras palabras; si el matrimonio precedente de unos fieles divorciados y vueltos a casar era válido, en ninguna circunstancia su nueva unión puede considerarse conformé al derecho; por tanto, por motivos intrínsecos, es imposible que reciban los Sacramentos. La conciencia de cada uno está vinculada, sin excepción, a esta norma.(3)
b) La Iglesia, en cambio, sí tiene el poder de especificar qué condiciones deben cumplirse para que un matrimonio sea considerado como indisoluble según la enseñanza de Jesús. En línea con las afirmaciones paulinas de 1Cor 7, la Iglesia estableció que solamente dos cristianos pueden contraer un matrimonio sacramental. Desarrolló las figuras jurídicas del privilegium paulinum y del privilegium petrinum. Con referencia a la cláusula sobre la porneia de Mateo y Hechos 15,20, formuló impedimentos matrimoniales.

Además, especificó, cada vez más nítidamente, los motivos de nulidad matrimonial y desarrolló ampliamente los procedimientos judiciales. Todo esto contribuyó a delimitar y precisar el concepto de matrimonió indisoluble. Cabe decir que, de este modo, también la Iglesia occidental dio espacio al principio de la «oikonomia», sin manipular la indisolubilidad del matrimonio.

En ésta línea se coloca el posterior desarrollo jurídico del Código dé Derecho Canónico de 1983, que otorga fuerza de prueba a las declaraciones de las partes. Conforme a ello, según la opinión de personas competentes, parecen prácticamente excluidos los casos en que la invalidez de un matrimonio no pueda ser demostrada por vía jurídica. Las cuestiones matrimoniales deben resolverse en el fuero externo, ya que el matrimonio tiene esencialmente un carácter público-eclesial y está regido por el principio fundamental nemo iudex in propria causa («nadie es juez en causa propia»). Por eso, si unos fíeles divorciados y vueltos a casar consideran que es inválido su matrimonio anterior, están obligados a dirigirse al tribunal eclesiástico competente, que deberá examinar objetivamente el problema y aplicar todas las posibilidades jurídicas disponibles.
c) No se excluye, ciertamente, que en los procesos matrimoniales sobrevengan errores. En algunas partes de la Iglesia no existen todavía tribunales eclesiásticos que funcionen bien. Otras veces los procesos se alargan excesivamente. En algunos casos se dictan sentencias problemáticas. No parece que se excluya, en principio, la aplicación de la epikeia en el «fuero interno». La Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 1994 alude a este punto, cuando dice que con las nuevas vías canónicas debería excluirse, «en la medida de lo posible», toda divergencia entre la verdad verificable en el proceso y la verdad objetiva (Cfr. Carta, n. 9). Muchos teólogos opinan que los fieles deban de atenerse, también en el «fuero interno», a los juicios del tribunal eclesiástico, aún cuando les parezcan falsos. Otros sostienen que en el «fuero interno» cabe pensar en excepciones, porque en el ordenamiento jurídico no se trata de normas de derecho divino, sino eclesiástico. Este asunto exige más estudios y clarificaciones. A fin de evitar arbitrariedades y proteger el carácter público del matrimonio – sustrayéndolo al juicio subjetivo – deberían dilucidarse de modo muy preciso las condiciones para dar por cierta una «excepción».

4. Algunos acusan, al actual Magisterio, de involución respecto al Magisterio del Concilio, y de proponer una visión preconciliar del matrimonio.

Algunos teólogos afirman que, en la base de los nuevos documentos magisteriales sobre temas matrimoniales, habría una concepción naturalista y legalista del matrimonio. El acento estaría puesto sobre el contrato entre los esposos y sobre el «ius in corpus». El Concilio habría superado esta comprensión estática al describir el matrimonio de un modo más personalista, como pacto de amor y de vida. Con ello habría abierto posibilidades de resolver más humanamente situaciones difíciles. Desarrollando esta línea de pensamiento, algunos estudiosos se preguntan si no cabría hablar de «muerte del matrimonio», cuando se desvanece el vínculo personal de amor entre dos esposos. Otros suscitan la vieja cuestión de si el Papa no tendría, en esos casos, la posibilidad de disolver el matrimonio.

Quien lea atentamente los recientes pronunciamientos eclesiásticos, reconocerá que sus afirmaciones centrales se fundan en la Gaudium et spes y desarrollan, con rasgos totalmente personalistas y sobre la vía indicada por el Concilio, la doctrina que allí contenida. Es inadecuado contraponer la visión personalista a la visión jurídica del matrimonio. El Concilio no ha roto con la concepción tradicional del matrimonio, sino que la ha hecho avanzar. Cuando, por ejemplo, se repite continuamente que el Concilio ha sustituido el concepto estrictamente jurídico de «contrato» por el más amplio y teológicamente más profundo de «pacto», no cabe olvidar que «pacto» contiene también el elemento de «contrato», por mucho que lo sitúe en una perspectiva más amplia. Que el matrimonio vaya mucho más allá de lo puramente jurídico y se asiente en la hondura de lo humanó y en el misterio de lo divino, en realidad se ha afirmado siempre con la palabra «sacramento», si bien ciertamente no se ha puesto a menudo en el candelero con la claridad que el Concilio ha dado a esos aspectos. El derecho no lo es todo, pero es una parte irrenunciable, una dimensión del todo. No existe un matrimonio sin normativa jurídica, que lo inserte en un conjunto global de sociedad e Iglesia. Si la reforma del derecho después del Concilio afecta también al ámbito del matrimonio, esto no es traicionar al Concilio, sino llevar a cabo sus disposiciones.

Si la Iglesia aceptase la teoría de que un matrimonio ha muerto cuando los cónyuges dejan de amarse, entonces con ello aprobaría el divorcio y mantendría la indisolubilidad del matrimonio sólo verbalmente y no de hecho. La opinión de que el Papá podría disolver un matrimonio sacramental consumado, irremediablemente fracasado, debe calificarse como errónea. Un tal matrimonio no puede ser disuelto por nadie. En la celebración nupcial, los esposos se prometen fidelidad hasta la muerte.

Recientes estudios plantean la cuestión de si los cristianos no creyentes, bautizados qué nunca han creído o que ya no creen en Dios, pueden verdaderamente contraer matrimonio sacramental. En otras palabras, debería aclararse si todo matrimonio entré bautizados es «ipso facto» sacramental. De hecho, el Código mismo indica que sólo el contrato matrimonial «válido» entre bautizados es a la vez Sacramento (Cfr. CIC, can. 1055§ 2). A la esencia del Sacramento pertenece la fe; queda por aclarar la cuestión jurídica acerca de qué evidencia de «no-fe» implica que no se realice un Sacramento.(4)

5. Muchos afirman que la actitud de la Iglesia en la cuestión de los fieles divorci ados y vueltos a casar sea unilateralmente normativo y no pastoral.

Una serie de objeciones críticas contra la doctrina y la praxis de la Iglesia concierne a problemas de carácter pastoral. Se dice, por ejemplo, que el lenguaje de los documentos eclesiales sería demasiado legalista, que la dureza de la ley prevalecería sobre la comprensión hacia situaciones humanas dramáticas. El hombre de hoy no podría comprender ese lenguaje. Mientras Jesús habría atendido a las necesidades de todos los hombres, sobre todo de los marginados de la sociedad, la Iglesia, por el contrario, se mostraría más bien como juez, que excluye de los Sacramentos y de ciertas funciones públicas a personas heridas.

Se puede indudablemente admitir que las formas expresivas del Magisterio eclesial a veces no resultan fácilmente comprensibles y deben ser traducidas por los predicadores y catequistas al lenguaje que corresponde a las diferentes personas y a su ambiente cultural. Sin embargo, debe mantenerse el contenido esencial del Magisterio eclesial, pues transmite la verdad revelada y, por ello, no puede diluirse en razón de supuestos motivos pastorales. Es ciertamente difícil transmitir al hombre secularizado las exigencias del Evangelio. Pero esta dificultad no puede conducir a compromisos con la verdad. En la encíclica Veritatis splendor, Juan Pablo II ha rechazado claramente las soluciones denominadas «pastorales» que contradigan las declaraciones del Magisterio (Cfr. ibid., n. 56).

Por lo que respecta a la posición del Magisterio acerca del problema de los fieles divorciados y vueltos a casar, se debe además subrayar que los recientes documentos de la Iglesia unen de modo equilibrado las exigencias de la verdad con las de la caridad. Si en el pasado a veces la caridad quizá no resplandecía suficientemente al presentar la verdad, hoy en día, en cambio, el gran peligro es callar o comprometer la verdad en nombre de la caridad. La palabra de la verdad puede, ciertamente, doler y ser incómoda; pero es el camino hacia la curación, hacia la paz y hacia la libertad interior. Una pastoral que quiera auténticamente ayudar a la persona debe apoyarse siempre en la verdad. Sólo lo que es verdadero puede, en definitiva, ser pastoral. «Entonces conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Jn 8,32).

Notas:
(1) Este texto recoge la tercera parte de la Introducción del Cardenal Joseph Ratzinger al número 17 de la Serie "Documenti e Studi", dirigida por la Congregación para la Doctrina de la Fe, Sulla pastorale dei divorziati risposati, LEV, Città del Vaticano 1998, p. 20-29. Las notas han sido añadidas.
(2) Cfr. Ángel Rodríguez Luño, L’epicheia nella cura pastorale dei fedeli divorziati risposati, ibid., p. 75-87; Piero Giorgio Marcuzzi, S.D.B., Applicazione di “aequitas et epikeia” ai contenuti della Lettera della Congregazione per la Dottrina della Fede del 14 settembre 1994, ibid., p. 88-98; Gilles Pelland, S.J., La pratica della Chiesa antica relativa ai fedeli divorziati risposati, ibid., p. 99-131.
(3) En este sentido, vale la regla general reiterada por el Papa Juan Pablo II en la Exhortación apostólica post-sinodal “Familiaris consortio”, n. 84: La reconciliación en el Sacramento de la Penitencia – que les abriría el camino al sacramento eucarístico – puede darse únicamente a los que, arrepentidos de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo, están sinceramente dispuestos a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio. Esto lleva consigo concretamente que cuando el hombre y la mujer, por motivos serios, — como, por ejemplo, la educación de los hijos — no pueden cumplir la obligación de la separación, «asumen el compromiso de vivir en plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos»”. Véase también Benedicto XVI, Ehortación apostólica post-sinodal “Sacramentum Caritatis”, n. 29.
(4) Durante un encuentro con el clero de la Diócesis de Aosta, el 25 de julio de 2005, el Papa Benedicto XVI afirmó, sobre esta difícil cuestión que es particularmente dolorosa la situación de los que se casaron por la Iglesia, pero no eran realmente creyentes y lo hicieron por tradición, y luego, hallándose en un nuevo matrimonio inválido se convierten, encuentran la fe y se sienten excluidos del Sacramento. Realmente se trata de un gran sufrimiento. Cuando era prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, invité a diversas Conferencias episcopales y a varios especialistas a estudiar este problema: un sacramento celebrado sin fe. No me atrevo a decir si realmente se puede encontrar aquí un momento de invalidez, porque al sacramento le faltaba una dimensión fundamental. Yo personalmente lo pensaba, pero los debates que tuvimos me hicieron comprender que el problema es muy difícil y que se debe profundizar aún más.

ReL

EL MUNDO SACRAMENTAL



Las cosas visibles son pasajeras, mas las invisibles son eternas.

Juan Pablo II dijo bellamente: «La Eucaristía es verdaderamente un resquicio del cielo que se abre sobre la tierra... Es un rayo de gloria de la Jerusalén celestial, que penetra en las nubes de nuestra historia y proyecta luz sobre nuestro camino». (Carta Encíclica Ecclesia de Eucaristía, sobre la Eucaristía en su relación con la Iglesia, 19)

Debemos hacer una reflexión sobre lo que es el mundo fascinante y sobrenatural propio de los sacramentos. Y lo quiero hacer por medio de una comparación.

a. El mundo visible, sensible.
En primer lugar nos encontramos en el mundo visible, sensible. Es este mundo que vemos, creado por Dios, y en él vivimos sumergidos en miles de formas distintas, agradables a los ojos con colores distintos sin número, cientos de perfumes deleitables al olfato, sonidos variadísimos que recrean el oído, tersuras de las más variadas que percibe el tacto deleitándose, multiformes comidas y bebidas que sacian el gusto.

Es el mundo de la creación visible: Multitud de seres bellos pueblan la tierra, el mar y el aire.

Debemos hacer rápida y brevemente una suerte de descripción, como para captar más la belleza de ese mundo visible.

Tenemos árboles con su variedad de formas de colores, unos se yerguen altos hacia el cielo, otros son bajos y achaparrados, y también observar la variedad de colores que tienen ¡La variedad de hojas verdes (que se puede apreciar aquí)!, con maderas de distinta fuerza, vetas, dureza, tersuras, formas y perfumes: el roble, el cedro, el pino, el álamo, los plátanos, los eucaliptos, las araucarias, el algarrobo, el jingo biloba (árbol de China), el quebracho, los abedules, las sequoias, las magnolias, el laurel... Y los árboles frutales en su inmensa variedad, de formas, colores, gustos (que pareciera sirven a los enólogos para clasificar todos los gustos conocidos)... Los arbustos ornamentales: las glicinas, la flor china, el farolito japonés, la Santa Rita...; las madreselvas, los jazmines del país, las hiedras, las retamas, helechos... Las demás flores orgullosas de sus olores y de sus colores: la rosa, reina de las flores, el jazmín, los claveles, siemprevivas, gladiolos, narcisos, orquídeas, azucenas, hortensias, calas, etc. Los granos: trigo, maíz, cebada, centeno... Las verduras... ¡Cuántos vegetales son curativos o se les da usos gastronómicos! Los distintos tipos de animales: vacuno, porcino, caprino, ovino, equino... El ganado selvático... Las aves de corral... El mundo viscoso de las sierpes... (si van alguna vez a un serpentario verán que no hay dos víboras iguales: más grandes, más chicas, unas de un color, otras de otro...).

Si miramos al aire veremos multitud de pájaros de variadas formas, colores, así la tijereta, el jilguero, los canarios, los zorzales, los horneros, benteveos... y vemos que unos tienen copete, otros no; unos tienen pico grande, otros pequeño...; o la diferente forma de cantar, como el zorzal, la calandria, o de volar, los gorriones; o de hacer sus nidos, como los de urraca u hornero, o como los que hacen las catas; o ponen huevos de distinto tamaño y color, así el de la urraca es redondo y con pintas, pero otros son ovalados o más pequeños, diferentes formas de empollar, de criar sus pichones...

Así en los insectos encontramos las variopintas mariposas, las abejas laboriosas, las molestas moscas y los mosquitos, los San Antonio apacibles...

Vemos en el cielo las nubes – agua en estado gaseoso – cambiantes de color y forma, eternas peregrinas que llevan en sus odres la lluvia para fecundar los campos y que son las que dinámicamente convierten en distinto un mismo paisaje salido de la paleta del Divino Pintor, y cambiante no sólo de día en día, sino de minuto en minuto. A veces esas mansas nubes nos ensordecen con sus truenos y deslumbran con sus rayos y relámpagos. Las montañas con «su blanco poncho de nieves» – agua en estado sólido –, grandes y bellos tanques de agua destilada que, según las variables meteorológicas, se van derritiendo de a poco, formando ríos y lagos, que luego de regar la tierra van a dar en el mar. Allí vemos el sol, la luna, las estrellas de distintas magnitudes, los planetas, las galaxias, las nebulosas, los quasar, los agujeros negros...

Y los ríos, lagos y mares – agua en estado líquido –, ¡cuán poblados de seres vivos, variadísimos! Peces de todo tipo, forma, color, gusto, costumbre... los moluscos (entre ellos los mariscos), grandes animales: ballenas, focas, lobos marinos, tiburones (con más de 340 especies conocidas y demás de la familia como los pez espada y las carpas...), delfines, cocodrilos, hipopótamos...

Debemos incluir aquí las obras de las manos del hombre... arte... Todo lo que el hombre hace... Las manifestaciones culturales en el baile, ballet... ciencia... la técnica... así los autos, aviones, barcos, submarinos, naves espaciales... los medios de comunicación... las industrias de todo tipo...

Y el hombre puede hacerlo porque Dios le dio el poder, la capacidad....

¡Es la belleza del mundo visible! ¡El cielo canta la gloria de Dios! (Sl 18,2).

b. El mundo invisible, no–sensible.
Pero hay otro mundo, que ya no es visible. Es el mundo invisible. No sé si recordarán aquello del Principito: «Lo esencial es invisible a los ojos» (1), que de alguna manera ya lo había dicho san Pablo cuando dice: no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las cosas visibles son pasajeras, mas las invisibles son eternas (2Cor 4,18). El mundo invisible es bello, y podemos decir ¡infinitamente bello!, porque a él pertenece Dios que es infinito y es espíritu infinito. Es el mundo de Dios increado, el mundo de las tres divinas personas. Pero también hay criaturas creadas espirituales: los ángeles y las almas humanas con su inteligencia y voluntad racionales. Y lo que nuestra alma produce, y que no siempre sale al exterior: sus pensamientos, su querer, cosas realmente extraordinarias.

c. El mundo visible–invisible.
Y ese mundo sacramental del todo especial, que es creado por Dios, y que toma algo del mundo visible, pero que también tiene mucho del mundo invisible. Toma algo del mundo visible, como nuestro Señor, que quiso ser bautizado con las aguas del río Jordán. ¿Qué es lo visible? El agua, que es un signo sensible. El mundo sacramental tiene leyes propias, consistencia propia, un obrar propio y sentido propio. Ese signo sensible cuando se une a la palabra que determina el porqué de esa agua, hace el sacramento. Como dicen hermosamente San Agustín y Santo Tomás: «La palabra se une al elemento (la materia) y se hace el sacramento» (2) . La materia indeterminada, por ejemplo, agua. ¡Cuánta agua hay!, pero por ella sola no hay bautismo, porque si no hay palabra, no hay determinación, y por eso no hay bautismo. Pero si hay agua y hay determinación, o sea, la palabra «yo te bautizo», ahí si hay sacramento. «Se une la palabra al elemento y se hace el sacramento». Ese signo sensible produce lo que significa, que es la característica propia del sacramento cristiano. No es un mero signo, como cuando uno va por la ruta y una flecha hacia la izquierda indica que hay una curva hacia la izquierda. No es eficaz, porque si uno no mueve el volante sigue de largo. El mundo sobrenatural es un mundo del todo particular, porque lo que significa, eso produce. Y por eso el agua significa limpieza, en el bautismo lava el alma de los pecados. Y significa fecundidad. Fíjense, donde hay algo verde, es porque hay agua o porque hay una acequia. Si no hay acequia, el árbol muere, como sucedió con este árbol seco del patio: No le llegaba el agua, y se secó.

Produce lo que significa. Tenemos la Eucaristía. Pan y vino: materia del sacrificio. La palabra se une al elemento: «Esto es mi cuerpo ... Ésta es mi sangre». Ese pan y ese vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Porque pertenecen al mundo sacramental, que produce eficazmente lo que significa. Por un lado tenemos la Sangre, por otro el Cuerpo. Sangre por un lado, Cuerpo por otro: Sacrificio. Produce lo que significa: perpetúa el sacrificio de Cristo en la Cruz. En el cual la Sangre se separó del Cuerpo. Y así con todos los demás sacramentos. Por eso es que debemos nosotros valorar lo que es el mundo sacramental, superior a este mundo físico. Parecido, porque tiene elementos en común, elementos sensibles, pero que lo supera infinitamente porque produce lo que significa y obra efectos invisibles.

Y no caigamos nosotros en esa falsa dialéctica que ya viene de la época del pontificado de Pablo VI, y que él refuta en la «Evangelii nuntiandi», porque hay algunos ahora que, siguiendo la tendencia protestante dicen: «lo que importa es la palabra, no los sacramentos». Sí, importa la Palabra, que también es un sacramento en sentido amplio, porque uno escucha una cosa y en la mente se forma un concepto que es invisible. Pero es que la palabra tiene que llevar de suyo al sacramento, como dice el Papa en la «Evangelii nuntiandi»: «Sin embargo, nunca se insistirá bastante en el hecho de que la evangelización no se agota con la predicación y la enseñanza de una doctrina. Porque aquella debe conducir a la vida: a la vida natural a la que da un sentido nuevo gracias a las perspectivas evangélicas que le abre; a la vida sobrenatural, que no es una negación sino purificación y elevación de la vida natural. Esta vida sobrenatural encuentra su expresión viva en los siete sacramentos y en la admirable fecundidad de gracia y santidad que contienen.

La evangelización despliega de este modo toda su riqueza cuando realiza la unión más íntima, o mejor, una intercomunicación jamás interrumpida, entre la Palabra y los sacramentos. En un cierto sentido es un equívoco oponer, como se hace a veces, la evangelización a la sacramentalización.

Porque es seguro que si los sacramentos se administraran sin darles un sólido apoyo de catequesis sacramental y de catequesis global, se acabaría por quitarles gran parte de su eficacia. La finalidad de la evangelización es precisamente la de educar en la fe de tal manera que conduzca a cada cristiano a vivir – y no a recibir de modo pasivo o apático – los sacramentos como verdaderos sacramentos de la fe» (3).

Toda la actividad de la Iglesia tiende como hacia una cumbre hacia la Eucaristía, y brota de la Eucaristía como de una fuente, como dice el Concilio Vaticano II, en varios lugares.

Autor: P. Carlos Miguel Buela, I.V.E.

martes, 29 de noviembre de 2011

GUÍA PARA MOSTRAR LA UNCIÓN DE DIOS



Llevo dos fines de semana seguidos dedicados al día del Espíritu Santo de Alpha en diferentes parroquias, sin encontrar apenas un momento para actualizar el blog.

Ciertamente es una gozada poder trabajar para Dios con gente que lo está buscando y se pone a tiro de lo que Él quiera manifestar en sus vidas; en estos días se edifica la fe de todos los que trabajamos en el curso, pues es el momento en el que al Espíritu Santo le toca hacer su labor, que no es otra que la de dar testimonio de Jesucristo en los corazones de las personas….y lo mejor es que funciona.

Sorprendentemente Dios habla de muchas maneras - tantas como personas - y lo más importante: Dios pasa por las vidas de la gente tocándolas y bendiciéndolas. A nosotros sólo nos toca poner los medios, enseñar, pedir apertura, y el resto lo pone Él.

Estando metido en estas lides, reflexionaba ayer sobre lo desconcertante que a veces resulta la unción de Dios, pues es algo que no podemos atrapar y que Él distribuye como quiere.

La unción debiera ser un ingrediente indispensable en todo lo que hacemos como cristianos, pues se trata de esa visitación de Dios que llena de color y vida lo que de otra manera sería letra muerta, haciendo actual y presente Su presencia y Su acción en un momento concreto.

Aunque esto suene a la definición de sacramento, para algunos en la Iglesia es algo diferente (v.gr. los carismáticos). La unción es un término muy familiar y distinto del sacramental porque se refiere a ese toque de Dios que infunde vida a palabras, personas, acciones y momentos; así hablan de predicaciones ungidas, música ungida, comunidades ungidas, calificando de buena o mala una velada de oración según se haya hecho presente la unción de Dios.

Aunque suene un poco etéreo, y aunque a más de uno le resulte un término absolutamente extraño, lo cierto es que todos aspiramos a que Dios sea el motor y la inspiración de nuestro actuar cristiano, y eso es lo que viene a ser la unción del Espíritu Santo, la cual está por encima de aferrarse a un momento de subidón espiritual y debiera ser lo más normal y cotidiano de nuestras vidas cristianas.

El caso es que en estos dos fines de semana he experimentado la paradoja de hacer prácticamente lo mismo y encontrar la unción de Dios en diferentes cosas.

Si en uno fue lo bien que salió la charla, en otro fue lo especial que resultó orar por las personas. En ambos casos hice lo mismo y dije lo mismo. Pero Dios se dejó notar de forma distinta, y dio su unción como quiso.

Para mí esto es un recordatorio de que no somos dueños de lo que predicamos, ni del efecto que tiene en las personas, ni de cómo Dios lo va a usar, y eso quita mucha presión sobre lo que hacemos y nos recuerda algo de un valor inestimable para todo ministerio: que nuestra labor es dejar que Dios haga estando atentos a por dónde sopla su unción para subirnos a esa ola que Él inspira.

Ahora bien, el problema de la unción es que nos la podemos cargarcuando no dejamos hacer a Dios, ya sea porque insistimos en hacer las cosas a nuestra manera sin ceder el control o porque simplemente nos atrancamos en lo que Dios hizo de una manera antaño y esperamos que siempre hable así en lo sucesivo.

Cerrazón, exceso de control, sordera, anquilosamiento… ¿les suena? A mí me da la sensación de que es el pan nuestro de cada día que nos encontramos en una iglesia donde se echa de menos un poquito más de chispa y unción del Espíritu Santo.

A mí personalmente esto me da mucho respeto, y como no me considero exento de ello, no paro de pedirle a Dios que me libre de caer en la letra muerta que supone encasillar a Dios entre cuatro notas, cuatro paredes o cuatro maneras de hacer oración.

Como todo hijo de vecino espero encontrar a Dios en lo que hago, y que Dios se manifieste en las vidas de las personas que trato; a veces fracaso en el intento de dejarme hacer y lo estropeo todo entrando como un elefante en una cacharrería, y otras veces tengo la gracia de no estorbar maravillándome de las cosas que veo hacer a Dios.

¿Dónde está el límite entre la unción y la cerrazón? ¿Qué distingue la santidad del propio afán? ¿Quién nos garantiza que es Dios quien nos lleva y no nuestras pasiones, gustos o misticismos?

Desde luego es un tema nada fácil
La teoría la sabemos: mucha oración, humildad, y una comunidad que manifieste el misterio de la Iglesia de una manera concreta y encarnada. Ah, y por supuesto, integrar el pecado en la historia de la salvación, no vayamos a creernos ángeles, pues Dios actúa mediante vasijas de barro.

Pero la práctica es que no es tan fácil dejarse llevar por Dios todos los días y curiosamente la gente que más trabaja para Dios es la que más peligro tiene de apoltronarse, acomodarse y repetirse, a fuerza de ser profesionales de lo divino.

Por eso hay que volver a los Hechos de los Apóstoles y redescubrir un modelo de iglesia que se dejaba llevar por el Espíritu Santo:
Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo(Hch. 4,8)
Acabada su oración, retembló el lugar donde estaban reunidos, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y predicaban la Palabra de Dios con valentía(Hch. 4,31)
pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba(Hch. 6,10)
Las Iglesias por entonces gozaban de paz en toda Judea, Galilea y Samaria; se edificaban y progresaban en el temor del Señor y estaban llenas de la consolación del Espíritu Santo (Hch. 9,31)
Mientras estaban celebrando el culto del Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: «Separadme ya a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado»” (Hch. 13,2)
Los discípulos quedaron llenos de gozo y del Espíritu Santo(Hch. 13,52)
Atravesaron Frigia y la región de Galacia, pues el Espíritu Santo les había impedido predicar la Palabra en Asia. Estando ya cerca de Misia, intentaron dirigirse a Bitinia, pero no se lo consintió el Espíritu de Jesús
(Hch. 16,6-7)

Curiosamente, como se ve, el Espíritu Santo a veces no sólo inspira a hacer, decir o predicar: también inspira a callarse, a no ir a determinados lugares… en definitiva si se le escucha a lo mejor a veces nos dirá que cambiemos el chip, que dejemos de hacer lo que hacemos como lo hacemos y simplemente escuchemos.

Tengo una amiga que dejó su trabajo para ponerse a la escucha de Dios, y lo dejó cuando todo le iba de maravilla profesionalmente. Durante más de seis meses estuvo en el paro, a la espera, y a su tiempo apareció en su vida un nuevo trabajo con una vocación social que no tenía su trabajo anterior, un novio con quien acabó casándose y formando una familia, y la bendición de saber que había atendido la voz de Dios en su vida.

Mi pregunta es: ¿cuántas de nuestras comunidades están dispuestas a bajarse del carro y ponerse a la escucha, no vaya a ser que se hayan apartado de la unción de Dios por más que lo que hagan sea bueno y hasta santo?

¿Dónde encontraremos cristianos con la humildad y la creatividad suficiente como para dejar que Dios reinvente sus vidas?

¿Se puede sobrevivir a la tremenda crisis de fe que nos azota aferrados a seguridades y modos de hacer?

La respuesta, como no, es que todo se puede con la unción del Espíritu Santo, y más nos vale pedirla e implorarla todos los días, porque sabemos que Él no nos defraudará y siempre nos llevará a buen puerto…si le dejamos hacer.

José Alberto Barrera

LA BIBLIA TENÁ RAZÓN



El arqueólogo Ron Wyatt ha encontrado en el fondo del Mar Rojo por donde pasaron los israelitas huesos humanos y de caballo, y ruedas de carros egipcios que son iguales a la del carro egipcio de la tumba de Tutankamen (www.wyattmuseum.com - Artefacts in the Sea).

A propósito del paso del Mar Rojo de los israelitas, camino de Palestina, siempre me he preguntado por qué no lo hicieron por tierra, pues no estaba abierto el Canal de Suez.

La respuesta puede ser que Dios les llevó a este paso para librarlos de la persecución de los egipcios que se quedaron allí.

Si hubieran seguido por tierra los egipcios los alcanzan.

Jorge Loring, S.I.

¿POR QUÉ LA GENTE SE GRITA?



Un día un sabio preguntó a sus discípulos lo siguiente:
-“¿Por qué la gente se grita cuando están enojados?”
Los hombres pensaron unos momentos:
-Porque perdemos la calma – dijo uno – por eso gritamos”.
-Pero ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado?” – preguntó una vez más - ¿No es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado?”

Los hombres dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfacía al maestro.

Finalmente él explicó:
Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia”.
Luego preguntó:
"¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente, ¿por qué? Porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña”.
Continuó:
Cuando se enamoran más aún, ¿qué sucede? No hablan, sólo susurran y se vuelven aún más cerca en su amor. Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así es cuan cerca están dos personas cuando se aman.
Luego el sabio concluyó:
-"Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, llegará un día en que la distancia sea tanta que no encontrarán más el camino de regreso".

Proverbios 15:1 La respuesta suave quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor”.

JESÚS... NO EVITAS EL SUFRIMIENTO SINO EL PECADO



«Al entrar en Cafarnaún se le acercó un centurión y, rogándole, dijo: Señor mi criado yace paralítico en casa con dolores muy fuertes. Jesús le dijo: Yo iré y lo curaré. Pero el centurión le respondió: Señor no soy digno de que entres en mi casa; basta que lo mandes de palabra y mi criado quedará sano. Pues yo, que soy un hombre subalterno con soldados a mis órdenes, digo a uno: ve, y va; y a otro: ven, y viene; y a mi siervo: haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús se admiró y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que en nadie de Israel he encontrado una fe tan grande. Yo os digo que muchos de Oriente y Occidente vendrán y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos». (Mateo 8, 5-11)

I. Yo iré y lo curaré. Jesús, ¡cuántas ganas tienes de hacer el bien! Hay una persona con dolores muy fuertes y ese dolor te remueve. Pero, ¿no sabías que el criado del centurión estaba enfermo antes de que te lo dijera su amo? ¿Por qué no habías ido antes? ¿No había más gente sufriendo dolores fuertes en Cafarnaún?

Jesús, empiezo a prepararme para tu nacimiento y veo que desde Belén hasta la Cruz no rehuyes el dolor ni el sufrimiento: ni el tuyo ni el de los tuyos. José no encuentra sitio en la posada; Herodes os persigue; Maria sufre cuando te «pierdes» en el Templo. Podías haber evitado todo, pero no lo haces. ¿Por qué? Al liberar a algunos hombres de los males terrenos del hambre, de la injusticia, de la enfermedad y de la muerte, Jesús realizó unos signos mesiánicos; no obstante, no vino para abolir todos los males aquí abajo, sino a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado, que es el obstáculo en su vocación de hijos de Dios y causa de todas sus servidumbres humanas. (CEC. 549).

Jesús, no evitas el sufrimiento sino el pecado. Maria es concebida sin pecado. Tú te hiciste igual al hombre en todo menos en el pecado. Perdonas los pecados al paralítico antes de curarle de su enfermedad: "tus pecados te son perdonados" Lucas 5,20. ¿No será que el sufrimiento no es un mal, y en cambio el pecado sí? Si quiero prepararme bien para tu venida, debo empezar por rechazar el pecado con todas mis fuerzas.

II. "Lázaro resucitó porque oyó la voz de Dios: y en seguida quiso salir de aquel estado. Si no hubiera «querido» moverse, habría muerto de nuevo. Propósito sincero: tener siempre fe en Dios; tener siempre esperanza en Dios; amar siempre a Dios..., que nunca nos abandona, aunque estemos podridos como Lázaro". Forja. 211.

"En verdad os digo que en nadie de Israel he encontrado una fe tan grande". Y por eso, Jesús, puedes hacer el milagro. "Propósito sincero: tener siempre fe en Dios".
Jesús, quiero moverme, quiero salir de este estado mortecino o muerto en el que me encuentro. Quiero oír tu voz, tu llamada, y salir del mundo de mis miserias, de mis egoísmos, de mis envidias, de mis planes y proyectos personales en los que no cabe Dios ni los demás. Mi alma yace quizá un poco paralítica porque no tiene fuerza para vencer la comodidad, la vanidad, la sensualidad, el egoísmo.

"Yo iré y lo curaré". Jesús, vas a venir al mundo para salvarme, pero aún "no soy digno de que entres en mi casa". Quiero prepararme bien. Quiero aprender a amarte. Y veo que lo primero que debo hacer es limpiarme, rechazar verdaderamente el pecado, empezando por acudir al sacramento de la confesión.
Jesús, vas a venir al mundo para salvar a todos los hombres. No sólo a los de Israel: "muchos de Oriente y Occidente vendrán y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos". No haces grupitos, buscas a todos: sabios y menos sabios, ricos y pobres, sanos y enfermos. Has venido a salvar a todos y por eso de todos esperas una respuesta. Que sepa responder con fe, con mi vida de cristiano, a esa muestra tan grande de amor que es tu Encamación: la demostración más clara de que Tú no me abandonas.

Cada día que transcurre es un paso más hacia la celebración del nacimiento del Redentor y, por lo tanto, un motivo grande de alegría. Junto a esa alegría, es inevitable que nos sintamos cada vez más indignos de recibir al Señor. Toda preparación debe parecernos poca, y toda delicadeza insuficiente para recibir a Jesús. Si alguna vez nos sentimos fríos o físicamente desganados no por eso vamos a dejar de comulgar.

Procuraremos salir de ese estado ejercitando más la fe, la esperanza y el amor. Y si se tratara de tibieza o de rutina, está en nuestras manos removerlas, pues contamos con la ayuda de la gracia. Nosotros, al pensar en el Señor que nos espera, podemos cantar llenos de gozo en lo más íntimo de nuestra alma: ¡Qué alegría cuando me dijeron: ¡Vamos a la casa del Señor! (Salmo 121, 1-2). El Señor también se alegra cuando ve nuestro esfuerzo para recibirlo con una gran dignidad y amor.

El Evangelio de la Misa (Mateo 8, 5-13) nos trae las palabras de un centurión del ejército romano que han servido para la preparación inmediata de la Comunión a los cristianos de todos los tiempos: Domine, non sum dignus. Señor, yo no soy digno. La fe, la humildad y la delicadeza se unen en el alma de este hombre: la Iglesia nos invita no sólo a repetir sus palabras como preparación para recibir a Jesús cuando viene a nosotros en la Sagrada Comunión, sino a imitar las disposiciones de su alma.

III. Prepararnos para recibir al Señor en la Comunión significa en primer lugar recibirle en gracia. Cometería un sacrilegio quien fuera a comulgar en pecado mortal. Hemos de preparar esmeradamente el alma y el cuerpo: deseo de purificación, luchar por vivir en presencia de Dios durante el día, cumplir lo mejor posible nuestros deberes cotidianos, llenar la jornada de actos de desagravio, de acciones de gracias y comuniones espirituales. Junto a estas disposiciones interiores, y como su necesaria manifestación, están las del cuerpo: el ayuno prescrito por la iglesia, las posturas, el modo de vestir, etc., que son signos de respeto y reverencia.

Pidámosle a Nuestra Señora que nos enseñe a comulgar "con aquella pureza, humildad y devoción" con que Ella recibió a Jesús en su seno bendito, "con el espíritu y fervor de los santos", aunque nos sintamos indignos y poca cosa.

Publicado por Wilson

REFLEXIÓN SOBRE LA EXISTENCIA DEL MAL EN LA TIERRA...



Respecto a la existencia del pecado y la evidencia de Satanás en cualquier forma en la mente, cuerpo y acción de cada persona, creo que la defino así: Al principio todo fue bueno y maravilloso, por ser sencillo al hablar, los seres humanos, con espíritu de Dios y los ángeles puros sin cuerpo material pero con conocimiento y pureza y semejante a Dios mismo.

Dios, a ángeles y personas de ayer y hoy, les dio un tesoro el Libre albedrío, que fuéramos libres en la toma de decisiones, algunos ángeles en cabeza de uno sólo como líder se reveló y quiso formar su grupo aparte y rechazó toda norma, voluntad y conocimiento del bien absoluto base de la creación.

La base de la creación y la ley universal en la faz de la tierra y el cosmos por decir algo es el bien absoluto que proviene de Dios creador.

Por conocer ellos la profundidad y misericordia de Dios incapaz de obrar el mal contra un hijo suyo ángel caído, o ser humano, entonces Dios mismo nos dejó libres para que eligiéramos entre las leyes universales que deben regir la tierra o la desobediencia fruto de la insinuación de los ángeles primeros que se revelaron repito teniendo en cuenta que conocen la misericordia de Dios que no atentaría contra ellos.

Como el ser humano en su esencia corporal es débil e inferior a los ángeles malos, empezó la batalla a través de la historia entre el bien y el mal.

La misión y el interés de Satanás es lograr demostrarle a Dios que él es superior y que podrá hacer sus propias leyes del mal en el universo contrarias a las de Dios.

Expuesto lo anterior, es por ello que existe la maldad en cualquier forma en el mundo, hombres débiles sin conocimiento de Dios de sus leyes y sus bondades y delicias, pero hijos de Él que actúan y se dejan llevar de forma irracional y con la insinuación de Satanás.

Como el mal desencadena en mal ley universal del mal y Satanás contraría a la del bien absoluto base de la creación de Dios.

Dios lo sabe todo por ser creador, entonces poco a poco el hombre se ve inmerso en un mar de dudas insatisfacciones, y vacíos, que por decir algo se parece en vivir un poco de infierno ya mismo acá en la tierra y el hombre inocente de lo que sucede a su alrededor se pregunta ¿por qué la maldad?, ¿por qué me pasa este mal? (pobreza fracaso económica, enfermedad, desamor, muerte, etc.). Se pregunta ¿por qué no soy feliz?.

Y es allí cuando comienza el hombre a tratar de buscar la respuesta a todos estos interrogantes, pero cae y sigue en bebidas, negocios sucios lujurias y demás pecados insinuados por el diablo pero consentidos por el hombre y repito no es feliz.

El hombre a oído hablar de Dios pero no le interesa por que está inmerso en muchos pecados seducidos por Satanás, pero poco a poco con la ayuda del Espíritu Santo (La gracia) que es mas grande que el pecado (El bien absoluto) y que todos llevamos dentro por ser hijos de Dios mismo, entonces es cuando empieza el Camino de regreso como un péndulo de un reloj, regreso a la fuente misma donde partió, cansado de trasegar por el mundo sin encontrar razón y felicidad.

Así este lleno de cosas o medios temporales, ese regreso es como un niño gateando receloso se va acercado a esa luz, Dios mismo el bien mismo y en pieza a sentir menos insatisfacción en su corazón y un poco de paz en su corazón, repito es allí que empieza la dura batalla entre el bien y el mal pero cada uno en su interior libra esa batalla conoce la Palabra, la Verdad revelada, a Jesucristo, sus enseñanzas, practica la religión pero le cuesta hacer la voluntad del Padre que es el Bien mismo a el prójimo que es lo único que palpa porque a Dios solo lo palpa en su corazón por Fe o Verdad revelada.

Expuesto lo anterior por eso la persona con más presencia de Dios es tentada en mayor medida y con una tentación superior a la que la gracia de Dios ya le permitió superar. Ejemplo en la vida de regreso a la fuente somos como niños gateadores, y la santidad es la graduación mayor con galardones por ello Jesús lo dice claramente ser Santos como mi padre celestial es Santo. (Lleno de Gracia de Bien de Majestad).

Hacer el bien al prójimo constituye entonces la punta de lanza y donde centra sus esfuerzos Satanás. Al hacerse mal al prójimo en cualquier forma se están violando las Leyes de Dios el segundo Mandamiento y la ley universal de todo lo creado que es el Bien absoluto.

Para terminar debemos centrar nuestros esfuerzos en hacer el bien absoluto base universal de todo lo creado al prójimo y así con ello estaremos ganando la batalla a Satanás y adorando al mismo Dios y cumpliendo la voluntad del Padre.

Mientras las personas no busquemos la luz, y reconozcamos que estamos viviendo un infierno en la tierra a causa de nuestro consentimiento y de la insinuación del diablo y no queramos salir de allí es imposible restablecer la paz, la justicia y el Amor en la faz de la tierra.

Para Dios no existe el tiempo entonces al final del juicio personal de toda persona, pueblo, nación, serán tenidas la cantidad de obras buenas en contra y favor del prójimo de amor, justicia y de paz, de acuerdo a ello será nuestro paso a la eternidad antes o después del juicio final.

Publicado por Wilson