sábado, 25 de febrero de 2012

CÓMO HACER ORACIÓN


Aprende de una manera rápida y amena cómo hacer tu oración diaria con recomendaciones y ayudas prácticas.

Ya sabemos qué es la oración, qué debemos pedir y dónde es más adecuado hacer oración, llega la
parte crucial: ¿Cómo se hace?

Estando en el lugar apropiado, “Entra en el aposento de tu alma; excluye todo, excepto Dios y lo
que pueda ayudarte para buscarle; y así, cerradas todas las puertas, ve en pos de Él. Di, pues, alma mía, di a Dios: busco tu rostro Señor; Señor, anhelo ver tu rostro.” (San Anselmo de Canterbury, Proslogión, cap. 1)

Antes de hacer tu oración, determina cuánto tiempo vas a dedicarle. Algunos autores insisten en
un tiempo fijo, lo cual puede estar muy bien. Para comenzar habría que dedicarle todos los días, sin excepción, diez minutos a Jesús. Él después hará lo demás.

Una vez que has determinado donde, cuándo y cuánto tiempo harás de oración ponte de rodillas
(es un acto de sumisión y de reconocer lo poquito que somos frente a Dios, pero también puedes hacerlo de pie o sentado), deja que pasen algunos segundos para tranquilizarte y que tu mente esté despejada de lo que has hecho en el día y entonces ponte en presencia de Dios.

Para empezar tu oración, recuerda el orden y las cosas que debes y puedes pedir en la oración.
Puedes también tomar tu libro de lectura espiritual o las Sagradas Escrituras meditándolo y
comentándolo con Dios en tu oración.

"Meditar lo que se lee conduce a apropiárselo confrontándolo consigo mismo. Aquí, se abre otro
libro: el de la vida. Se pasa de los pensamientos a la realidad. Según sean la humildad y la fe, se descubren los movimientos que agitan el corazón y se les puede discernir. Se trata de hacer la verdad para llegar a la Luz: "Señor, ¿qué quieres que haga?". (CEC 2706)

Si deseas material que pueda ayudarte a hacer tu oración, dale un vistazo a las Lecturas Espirituales.

Decir sinceramente: Señor, ¿qué quieres que haga?, supone hacer uno o varios propósitos prácticos que intentaremos vivir en las próximas horas. Esas resoluciones, díselas a Él y
pídele ayuda para cumplir con lo que le prometes.

Procura acudir a María, nuestra Madre en tu oración. "Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros… " Con Isabel, nos maravillamos y decimos: "¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?" (Lc 1, 43). Porque nos da a Jesús su hijo, María es madre de Dios y madre nuestra; podemos confiarle todos nuestros cuidados y nuestras peticiones: ora para nosotros como oró para sí misma: "Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). Confiándonos a su oración,
nos abandonamos con ella en la voluntad de Dios: "Hágase tu voluntad". "Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte". Pidiendo a María que ruegue por nosotros, nos reconocemos pecadores y nos dirigimos a la "Madre de la Misericordia", a la Virgen Santísima.
Nos ponemos en sus manos "ahora", en el hoy de nuestras vidas. Y nuestra confianza se ensancha para entregarle desde ahora, "la hora de nuestra muerte". Que esté presente en esa hora, como estuvo en la muerte en Cruz de su Hijo y que en la hora de nuestro tránsito nos acoja como
madre nuestra (cf Jn 19, 27) para conducirnos a su Hijo Jesús, al Paraíso. (CEC 2677)

Para terminar tu oración dale gracias a Dios desde el fondo de tu corazón y pídele a la Virgen
que te ayude siempre.

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