martes, 28 de febrero de 2012

MÉXICO, EL PAPA Y LAS SERENATAS: ORIGEN DE UNA TRADICIÓN


Era una fresca mañana en el jardín que rodeaba aquella ventana importante. Un grupo
entusiasta de jóvenes músicos se acercó para tocar algunas canciones mexicanas, a fin de despertar al especial huésped que se alojaba en la habitación. Las notas de las mañanitas, y otras canciones típicas, comenzaron a llenar el aire matutino con una alegría netamente mexicana. Las voces y los instrumentos sonaron. Al terminar la música, grande fue la sorpresa de aquella veintena de jóvenes al ver que desde la ventana un sonriente Juan Pablo II los saludaba.

“Cuando terminamos de cantar, el papa se asomó a la ventana. Nunca me imaginé ver tan
de cerca a un papa. Su sonrisa inundó el lugar en donde estábamos todos nosotros” Estas son las impresiones que recuerda Juan Ibañez, uno de los iniciadores de la tradición de llevarle serenata al papa. “Era un papa muy joven, y sin embargo era impresionante el halo de santidad que se veía en él”

Esto sucedió durante la primera visita de Juan Pablo II a México, a principios de 1979. En
aquella ocasión, Juan Pablo II gustó mucho de la serenata ofrecida, así que bajó a saludar a los jóvenes y a convivir con ellos. Teresa de la Calle, esposa de Juan Ibañez, cuenta su experiencia al respecto y recuerda puntualmente lo que más la impresionó: “De entre los que estábamos ahí, el Papa pidió la presencia de un matrimonio joven. Mi esposo y yo nos acercamos, y el Papa nos
regaló un rosario y nos bendijo. Nunca creímos que fuera a bajar, mucho menos que fuera a saludarnos. Fue impactante ver al papa tan de cerca, sobre todo a Juan Pablo II, pues cimbró a México. Millones de personas lo seguían”

A treinta y tres años de distancia, se le preguntó a la pareja cómo había logrado cantar en
la nunciatura apostólica aquél grupo de jóvenes. Juan Ibañez nos recuerda las causas y las expectativas que tenía al respecto “La mamá de una amigo nos contó que le habían pedido que algunos jóvenes cantaran al papa las mañanitas, Esto con el simple fin de compartirle una tradición mexicana. Claro que nunca pensamos que el papa fuera a bajar.”

¿Fue importante para los jóvenes de aquel entonces la visita del papa? Entusiasmada, la pareja responde que sí. “Yo tenía 26 años, ella 22. Los papas no viajaban, por tanto, la visita de Juan Pablo II causó conmoción. Esto impactó mucho a la sociedad de la época. Al ver que el pueblo mexicano esperaba con ansias al papa, todos nos dimos cuenta de la fuerza del catolicismo en nuestro país”.

“Esto es lo que hay que mostrar a la sociedad ahora que viene el papa Benedicto XVI” Claramente está decidido a que la sociedad vea abiertamente el catolicismo de México.

Juan y Teresa disfrutaron mucho de aquél momento íntimo con el papa polaco. Sin embargo, jamás pensaron que serían los iniciadores de una tradición, pues cada vez que el papa visitaba México era saludado con las serenatas de jóvenes músicos. “Nunca pensamos que fuera a ser una tradición, pero le gustó tanto que pidió que en sus otros viajes se repitiera esta actividad. Por desgracia, en las visitas posteriores no nos fue posible acercarnos al papa tanto como la primera vez. Mucha gente deseaba cantarle y sus condiciones de salud no le permitían convivir como en el comienzo. De todas formas, fue una experiencia única, además de la sorpresa de saber que habíamos comenzado una tradición”

Para finalizar, Teresa dice que a México le benefició en mucho la presencia de Juan Pablo II; “Marcó al país.” Juan, por su parte, reconoce que si alguien quiso al papa, esos fueron los mexicanos; “Y lo demostramos siempre, así como él demostró su amor por México”

Este es el testimonio de una pareja experimentada, que, como la mayoría de las parejas, comenzó la vida matrimonial en la juventud. Es patente la influencia que Juan Pablo II ejerció sobre sus vidas, influencia que comenzó por la mediación de una serenata mexicana. La música llevó a la simpatía, y ésta a la búsqueda de la mejor vida cristiana.

La tradición que aquellos jóvenes comenzaron perduró a lo largo del tiempo. Cuando Juan Pablo II visitaba México, era siempre saludado por una serenata de músicos jóvenes. Naturalmente las modalidades de éstas cambiaron según las circunstancias, pero la idea de deleitar al papa con música vernácula no cambió. Actualmente, ésta tradición busca ser continuada durante la visita de Benedicto XVI en marzo próximo. Esperemos que el deseo de compartir un poco de alegría musical con el papa continúe vivo en los jóvenes que recibirán por primera vez al papa Ratzinger.

Gabriel González Nares

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