jueves, 10 de mayo de 2012

DÍA DE LA MADRE


El día de la madre no es solamente ofrecer, como muchos hacen, un regalo o un detalle de cariño; sino fundamentalmente reconocer nosotros, como Iglesia, lo importante que es la madre para la sociedad.

Jesús escucha ese piropo que le dicen de María: «Bendita la madre que te trajo al mundo». Homilía del Cardenal Juan Luis Cipriani, Arzobispo de Lima, Perú.

Estamos hoy celebrando el día de la madre. Vengo de Roma de estar con el Santo Padre, con Juan Pablo II, y para mi éstas dos noticias tan importantes, la de celebrar el día de la madre y la de recordar el amor que el Papa tiene a la Iglesia, a las mujeres, a las madres y a todas las familias, me conmueven.

Hoy quisiera decirles en sus hogares como Pastor de la Arquidiócesis: ¡Feliz Día de las Madres! y también reflexionar con ustedes, pues el día de la madre no es solamente ofrecer, como muchos hacen, un regalo o un detalle de cariño – que creo está muy bien -; sino fundamentalmente reconocer nosotros, como Iglesia, lo importante que es la madre para la sociedad.

TENGAMOS A MARÍA COMO EJEMPLO DE MADRE

Antiguamente se decía: «madre sólo hay una», y pienso que es verdad. Recordemos a la madre ejemplar de todos nosotros, la Virgen María, quien llevó en su vientre purísimo durante nueve meses al Hijo de Dios. En ese tiempo surge en Ella un amor sin límite a ese Niño, Jesús, que será infante, joven, y finalmente Hijo suyo en la cruz. Por eso, mamás, todas ustedes deben ser el ejemplo y el recuerdo de esa Madre de Dios.

Mamás, ustedes nos han llevado en su vientre durante nueve meses en que ya su amor, nos acompañaba. Por todo ese cariño, levanto mi voz haciendo eco a la voz del Papa, y les digo: ¡mamás, cuiden a sus hijos no concebidos todavía, cuiden a esos hijos que acaban de ser fecundados, que están en su vientre, y que hoy lamentablemente los exponen al miedo del aborto!

Mamás, vean a María, vean en Ella el ejemplo. Hoy en su casa, en su hogar, algunas lejos de sus hijos, algunas cerca de ellos, algunas en el lecho del dolor de un hospital, otras privadas de su libertad. Siempre vean a María como su ejemplo.

Hace pocos días me decían en la cárcel de Santa Mónica: recuérdenos, señor Cardenal. Va mi saludo para ustedes, y a todas las mujeres madres, hoy les digo ¡cuiden de esos niños que están en su vientre y asuman esa responsabilidad de ser madres!

«¡BENDITA LA MADRE QUE TE TRAJO AL MUNDO!»

El ser madre es de tal categoría, es de tal clase, es de tal maravilla, que es también tan hermoso cuando las mujeres lo asumen con responsabilidad. Por eso Jesús escucha ese piropo que le dicen de María: «bendita la madre que te trajo al mundo».

Esos piropos de amor en la época de Jesús son los mismos que hoy también les decimos a nuestras madres, ¡benditas mamás!, que han sabido cumplir el rol a veces difícil, a veces sacrificado, de ser madres, ese rol de educar a sus hijos. Una educación que supone cariño y ternura.

Dicen los médicos que los bebés ya reconocen la voz de su madre cuando están en el vientre. Ya empieza un cariño. Por eso cuando hoy celebramos este día de la madre no queremos solamente hablar de regalos, queremos hablar de María, de la Virgen, queremos hablar de las mamás a ejemplo de María; queremos hablar de los hijos, para que sepan querer mejor a sus madres, no sólo de palabra, sino con actos.

EL AMOR DE MADRE ILUMINA EL MUNDO

Qué daría una madre por ver una sonrisa de sus hijos. Cuantas veces las madres mendigan una palabra de cariño, de agradecimiento, de perdón. El encuentro de las madres y sus hijos es algo que ilumina el mundo.

Por eso el Papa con tanta preocupación nos dice al mundo de hoy: la familia, la maternidad, los hijos, son realmente grandes valores. Y yo quiero que en este mes de mayo, que recién empezamos, hagamos una gran cruzada del santo rosario, porque la familia que reza unida permanece unida.

Madre mía, a ti me dirijo, a través de estas palabras, te pido María que te acerques a todas estas madres que hoy te buscan, para que tú, Madre Santa, las bendigas, las abraces con cariño y las llenes de fortaleza.

ES EL MEJOR MOMENTO PARA LA RECONCILIACIÓN

Y a ustedes, padres, papás, les digo que si tienen algún rencor o alguna dificultad – que siempre puede haberlos – éste es el día de decir: esposa, te quiero tanto… Hay tantos modos de ser cariñoso entre el hombre y la mujer en el matrimonio.

Busca las palabras y háblale con cariño, dale un abrazo, dale un beso, dile que le pides perdón, que la quieres más que nadie. Pero que no sean sólo palabras. Cuántas veces el marido sin querer hace sufrir a su esposa, cuántas veces los hijos no saben devolverle a su madre con cariño, con obediencia, y con oración, todo su sacrificio.

Por eso el evangelio de hoy según San Juan, nos recuerda lo que Jesús nos dijo: «hijos míos me queda poco para estar con ustedes y les quiero decir que les doy un mandamiento nuevo, el que se amen unos a otros como yo los he amado».

Piensen en el amor de María a Jesús, el amor de Jesús a María, el amor de José a María y a Jesús. Este es el mandamiento que Jesús nos deja, el que haya amor entre nosotros, entre cada miembro del hogar.

EL ORGULLO DE SER MUJER ES LA MATERNIDAD

Por eso en esta Gran Misión “Remar Mar Adentro” que hemos puesto en marcha aquí en Lima, le dedicamos a nuestra Madre esta cruzada de oración del rosario. Madre mía bendice los hogares, haz de las mujeres como lo han sido siempre, hermosas criaturas que dan cariño, ternura y comprensión.

La mujer es más fuerte que el hombre. Tiene los mismos derechos, los mismos deberes, la misma dignidad, pero además tiene un toque especial, la feminidad, la ternura, el cariño, la agudeza, ese ser mujer, que las hace ser diferentes - ni mejores ni peores - algo que las hace que estén orgullosas de ser mujeres, el ser madres.

Les digo unas palabras del Papa Juan Pablo II, quien es un ferviente defensor de la maternidad, del papel de María y del papel de la mujer y de la esposa; nos dice el Papa: afirmamos que la mujer es la que recibe amor para amar a su vez.

Mamás, Dios las ha hecho para ser amadas, pero no para que se queden con ese amor, sino para dárselo a los demás, y por eso tengan la fortaleza de saber levantar esos hogares, cuando el hogar se tambalee, cuando se encuentra débil, ahí esta la Virgen con ustedes para decirte a ti mujer y madre, ama a tus hijos.

La mujer, dice el Papa, no puede encontrarse a sí misma si no es dando amor a los demás. Mamá, la mía esta en el cielo, a ti joven o anciana, estés donde estés, serás cada día más alegre y mejor cuando sepas amar más.

Que el Señor Jesús bendiga todos sus hogares, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Así sea.

Mons. Juan Luis Cipriani
Cardenal de Lima, Perú.


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