miércoles, 16 de mayo de 2012

LA BUROCRACIA PARROQUIAL


Las cosas como son y sin generalizar. ¿Cuántas veces hemos escuchado quejas justificadas sobre el sacerdote, la secretaria o el catequista que solo sabe poner obstáculos para la administración de los sacramentos? Una cosa es garantizar que los requisitos básicos se cumplan y otra muy diferente es crear un ambiente desagradable y lleno de complicaciones. Las parroquias tienen que mantener las puertas abiertas e inspirar confianza a cuantos quieran formar parte de ella. De otra manera, la Iglesia seguirá sufriendo el asalto de las sectas.
La administración de los sacramentos implica una sólida catequesis y, al mismo tiempo, cumplir con cierta documentación, sin embargo, no hay que exagerar y alejar a las personas de la fe. Pedir un mínimo de cuota de recuperación es válido, siempre y cuando, no se excluya a quienes evidentemente no las puedan cubrir. La Iglesia como institución necesita de una estructura y reglamento, sin embargo, no hay un solo punto del Código de Derecho Canónico que justifique las provocaciones de aquellos catequistas agresivos e indiferentes que se dedican a criticar a todo el que les pase por enfrente. Las parroquias deben ofrecer un trato amable y accesible.

No se trata de asumir una línea pastoral progresista sino de transmitir la palabra del magisterio de la Iglesia con un lenguaje creativo y respetuoso. Lo anterior, ofreciendo un servicio abierto a todos. Trabajemos por una visión parroquial en la que sea posible fomentar la unión y el trabajo en equipo. Que todos se sientan como si estuvieran en su propia casa.

Carlos J. Díaz Rodríguez

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