viernes, 29 de junio de 2012

ANALFABETISMO RELIGIOSO


Para el Papa la dificultad mayor que atraviesa la Iglesia hoy en día es el apagarse de la fe.

Se acerca el Año de la Fe ideado y convocado por Benedicto XVI. Tendrá inicio el próximo 1 de octubre. Cincuenta años después de la apertura del Concilio Vaticano II y veinte años después de la publicación del Catecismo de la Iglesia católica, que para Benedicto XVI es el documento más importante producido hasta el momento para actuar el primer objetivo del Concilio: reavivar la fe.

Para el Papa Joseph Ratzinger, de hecho, la dificultad mayor que atraviesa la Iglesia hoy en día es el apagarse de la fe, también en los países de antigua cristiandad.

En su Alemania, en las regiones orientales, los que no creen en ninguna religión son ya una mayoría. Y lo mismo en la República Checa. Mientras en Irlanda hay en estos momentos una caída comparable sólo a la que experimentó Quebec, que pasó en poquísimos años de ser una región muy católica a ser una región muy descristianizada.

Pero también en esa "excepción" considerada Italia, donde perdura un catolicismo de pueblo con una Iglesia fuertemente enraizada, los riesgos de un cercano y extendido debilitamiento de la fe son reales.

LOS GENTILES SIN ATRIO

Ha salido publicado en estos días un libro escrito por dos sociólogos de la religión, Massimo Introvigne y PierLuigi Zoccatelli, que cuantifica y analiza la presencia de ateos en una zona de Sicilia central, cuyos indicadores coinciden a menudo con los de la media nacional. El libro se titula "Gentili senza cortile" (Géntiles sin atrio) y ha sido impreso por Edizioni Lussografica de Caltanissetta.

Los autores han advertido una presencia de ateos "fuertes", es decir, que motivan su ateísmo en razones ideológicas. Son el 2,4 por ciento de la población y, en su mayoría, son ancianos y antiguos militantes comunistas.

A su lado hay ateos "débiles", es decir, que consideran a Dios y la religión irrelevantes para su vida, en la que únicamente cuentan el trabajo, el dinero y las relaciones afectivas. Son el 5 por ciento y son, sobre todo, jóvenes e instruidos.

Pero los autores van más allá. A los dos círculos de los ateos "fuertes" y de los ateos "débiles" añaden el círculo de los "alejados" de la Iglesia católica y de cualquier otra religión. Un círculo muy amplio, superior al 60 por ciento de la población.

"Los ´alejados´ son personas – escriben los dos autores de la investigación – que, en su gran mayoría, no se consideran ateas, pero han perdido todo contacto con la religión: van a la iglesia sólo para los matrimonios y los funerales, y si bien se consideran religiosas o espirituales, unen creencias dispares. Se trata ya de una sólida mayoría de italianos".

LA EMERGENCIA EDUCATIVA

También el profesor Paolo Segatti, de la Universidad de Milán, concuerda cuando reconoce la perdurable huella católica de gran parte de la población italiana. Pero, al mismo tiempo, con una investigación publicada en "Il Regno" del 15 de mayo de 2010, Segatti fue el primero en prevenir sobre el riesgo que corre el futuro de la fe católica en Italia.

Su investigación ha sacado a la luz, de hecho, una fractura dramática entre los nacidos después del 1970, y más aún después del 1981, y las generaciones precedentes:

"Parece que se observa verdaderamente otro mundo. Los más jóvenes son, entre los italianos, los más ajenos a una experiencia religiosa. Definitivamente van menos a la iglesia, creen menos en Dios, rezan menos, tienen menos confianza en la iglesia, se definen menos como católicos y consideran que ser italianos no equivale a ser católicos".

La caída es tan neta que hace desaparecer también las diferencias que en las generaciones adultas existen entre hombres y mujeres, las cuales normalmente son más practicantes. Entre los más jóvenes también las mujeres van poquísimo a la iglesia, al igual que los hombres. Y si se piensa que la fe es generalmente transmitida a los niños por las madres o, de todas formas, sobre todo por las mujeres, es fácil intuir que dicha transmisión corre el riesgo de interrumpirse cuando los más jóvenes de hoy sean padres y madres.

Éste es el aspecto más dramático de lo que los obispos italianos y el mismo Benedicto XVI llaman "emergencia educativa".

A esta emergencia – que no es sólo italiana, sino de muchos países – la Iglesia católica tiende a responder, a menudo, apostando por una pastoral que ponga en el centro, justamente, a los más jóvenes. Si, según se piensa, ellos son el punto doliente, se debe actuar sobre ellos. A su medida. Con la esperanza que, una vez adultos, su fe se haga adulta.

FORMAR A LOS ADULTOS

Un análisis del catolicismo italiano, en muchos aspectos opuesto es el que realiza Pietro De Marco, de la Universidad de Florencia, sociólogo de la religión.

Para el profesor Pietro De Marco hay que formar antes que nada a los adultos con contenidos de adultos. Considera que el problema crítico de la "emergencia educativa", general y cristiana, como también la preocupación del Año de la Fe, no está causado en primer lugar por los adolescentes, sino que lo presentan sobre todos los adultos, que son además los fieles laicos adultos en la máxima extensión sociológica del término, y el primer generador de "emergencia", los responsables de la transmisión de la fe y de la cultura entre generaciones.

De Marco propone que si el adulto es el ambiente de la persona en formación y si este ambiente es, además, fluido y conflictivo – de "emergencia educativa", precisamente – tenemos que acompañarle de nuevo a él, el adulto, al centro de la preocupación educativa cristiana.

¿Usted qué opina?

Autor: Sandro Magister

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