sábado, 30 de junio de 2012

HISTORIAS SOBRE MARIA # III


Dice el historiador Belvacense que en la ciudad de Ridolio, en Inglaterra, vivía por los años de 1430 un joven noble llamado Arnesto, el cual, habiendo dado todo su patrimonio a los pobres, se hizo monje. Llevaba en el monasterio una vida tan perfecta, que los superiores lo estimaban mucho, especialmente por la particular devoción que tenía a la Virgen Santísima.

Ocurrió que, habiéndose apoderado la peste en aquella ciudad, sus moradores acudieron al monasterio para solicitar el auxilio de las oraciones, y el abad ordenó a Arnesto que fuese a orar delante del altar de María y que permaneciese allí hasta que la Virgen le contestase. Obedeciendo el joven, oró por espacio de tres días, y al fin obtuvo la deseada respuesta de María, indicándole algunas oraciones que debían decirse, las cuales al ser practicadas cesaron la peste.

Sucedió después que este joven se enfrió en la devoción de María, por lo que el demonio le asaltó con muchas tentaciones, especialmente de impureza y de abandonar el monasterio, y el infeliz, por no haberse encomendado a María, resolvió huir arrojándose de una pared del convento; pero al hacerlo, pasó delante de una imagen que estaba en el corredor, le habló la Madre de Dios y le dijo:

-Hijo mío, por qué me abandonas?

Arnesto, entonces atónito y compungido, cayó al suelo y respondió:

 -Pero señora, no vez que no puedo resistir más?

Y la Madre de Dios le replicó:

-Y tú por qué no me has invocado? Si te hubieras encomendado a Mí, no te hubieras reducido a este extremo. De hoy en adelante – concluyó María – encomiéndate a Mí y no dudes.

Regresó Arnesto a su celda; pero volvieron también las tentaciones, y sin embargo, no cuidó el encomendarse a María. Huyó por fin del monasterio, y dándose una vida licenciosa, cayendo de pecado en pecado, llegó por ultimo a ser asesino por contrato, donde por la noche quitaba la vida a los desdichados pasajeros y los robaba. Entre estos, asesinó una noche al primo del gobernador de aquel lugar, el cual, lo encausó y por los indicios que tenía, le condeno a que fuese ahorcado.

Pero mientras se substanciaba el proceso, le llegó un contrasto para asesinar a una caballero joven, y el maldito mercenario, poniendo en marcha sus acostumbradas artimañas, se introdujo por la noche en sus aposento para asesinarle; pero he aquí que sobre la cama no halla al caballero, sino un crucifico cubierto de llagas que, mirándole con ternura, le dijo:

-No te basta, ingrato, que Yo haya muerto una vez por ti? Quieres volverme a matar de nuevo? Ea, pues, levanta rápido tu mano y mátame otra vez.

Confuso entonces el pobre Arnesto, empezó a llorar, y anegado de lágrimas, dijo:

-Señor, heme aquí; ya que eres conmigo tan misericordioso, yo quiero volver a Ti.

Y de hecho, al instante se retiró de ese turbio negocio para volver al monasterio y hacer penitencia. Mas camino al monasterio lo hallaron los hombres de justicia, lo tomaron preso y lo presentaron al juez, ante cuya presencia confesó todos los asesinatos que había cometido, por lo cual fue condenado a morir ahorcado, sin darle siquiera tiempo para confesarse; mas la Virgen hizo que no muriese; y Ella misma lo descolgó después y le dijo:

-Vuelve al monasterio, haz penitencia, y cuando veas en mi mano un papel del perdón de todos tus pecados, prepárate a morir.

Entonces volvió Arnesto al monasterio, y refiriéndolo todo al abad, hizo extremada penitencia.

Muchos años después, he aquí que vio en manos de María el perdón, por lo que, disponiéndose luego para la ultima hora, concluyó sus días santamente.

San Alfonso María de Ligorio – Doctor de la Iglesia

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