domingo, 22 de julio de 2012

EL SUICIDIO




Una de las revisiones más tristes se da, cuando uno ha atentado contra su vida por el suicidio. En unos casos, parece que se quedan en una zona crepuscular o intermedia, entre el cielo y el infierno, que podríamos llamar purgatorio; pero, en otros casos, parecen que tienen experiencia del infierno. Dice uno de los pacientes del doctor Moody: Cuando estuve allí, tuve la sensación de dos cosas que me estarían totalmente prohibidas: matarme a mí mismo y matar a otra persona. Si me suicidaba, sería como devolverle a Dios un regalo, tirándoselo a la cara… Matar a otra persona equivaldría a interponerme en los designios de Dios para con ella .

Todos los suicidas están de acuerdo en un punto: Creen que su intento de suicidio no solucionó nada; y se encuentran exactamente con los mismos problemas de que habían intentado librarse, quitándose la vida. Cualquiera que fuese la dificultad de que habían intentado escapar, continuaba allí sin resolver… Todos afirmaron que después de su experiencia, no volverían a pensar jamás en el suicidio. Su actitud común era que habían cometido un error y se alegraban mucho de haber fracasado en su intento .

El doctor Kenneth Ring, fundador de la Asociación internacional para el estudio de experiencias cercanas a la muerte (IANDS, international association for Near-Death Studies) cuenta en su libro Life at death más de 20 casos de suicidio. Ninguno de ellos tuvo experiencia de la luz maravillosa. La experiencia de estas personas estaba como amputada. Tenían sí experiencia de bienestar físico al salir de su cuerpo, pero sin sensaciones transcendentes, pues no ven la luz ni sienten amor o alegría, y están en una zona crepuscular o vacía, si es que no viven un ambiente de infierno.

La doctora Paola Giovetti en su libro Qualcuno è tornato cuenta el caso de la señora M. F. Restano, de Turín, quien le contó personalmente su caso.

Cuando en plena lucidez y conciencia decidí suicidarme, estaba convencida de que Dios me perdonaría. Si Dios existe, me decía, debe ser superior a las debilidades humanas. Mi desilusión de la vida presente era total y estaba convencida de que en el más allá estaría mejor. Pero aquello que he vivido era totalmente inesperado. Decidí suicidarme como consecuencia de una serie de problemas, enfermedades y malentendidos familiares. Por eso, no condenéis a quienes llegan a tomar esta decisión, aunque ahora, con todos los problemas que tengo, nunca tomaría esa decisión.

Traté de suicidarme, pero fui ayudada a tiempo, aunque estuve 5 días en coma profundo. Al suicidarme, me encontré en un mundo de silencio. Mi cuerpo era ligero, estaba físicamente bien. Estaba en una sala oscura que, lentamente, comenzó a aclararse como si me fuese acostumbrando a la oscuridad. Estaba sola, completamente sola, pero crecía mi angustia mental. A un cierto momento, me pareció ver un rostro joven, pálido, ojos negros, severos, pero amigables y llenos de comprensión. Aquellos ojos estaban fijos en mí. Me comuniqué con él mentalmente. Fue una conversación larga. Le pedí que me ayudara, quienquiera que fuese. Él me respondía: “Ten calma y confianza. Calla, cálmate”… Después sentí que algunos seres discutían, ciertamente, sobre mí. Eran figuras sin rostro o los cubría una capucha, parecían frailes. Supe que me estaban juzgando. Yo todavía no sabía bien, si estaba viva o muerta, por lo que no sabía si el juicio consistía en enviarme a la tierra o al infierno. Algunas voces me defendían, pero la mayor parte me acusaba y una voz era especialmente mala y despiadada. Era una voz fuerte y profunda, que pedía con violencia mi condena total. Yo estaba aterrorizada.

De pronto, entraron en la sala una multitud de personas, eran figuras oscuras, viejas, encorvadas. Sabía que el juicio había sido negativo y estaba aterrorizada. Pero, cuando quisieron llevarme, la luz de aquel ser las detuvo. La luz me absolvió. No había sido un sueño, era demasiado lucido, real y coherente. Ahora tengo miedo de morir y poder encontrarme con aquel ambiente, con aquellos seres oscuros .

Otro caso. Antonio trabajaba en tareas de rescate en toda clase de emergencias. Una vez se contagió de sida a sus 36 años por haberse hincado accidentalmente con una aguja durante la tarea de resucitación de una víctima. Y decidió suicidarse. Dice:

Yo tomé muchas píldoras y me llevaron al hospital. Allí vi que mi cuerpo flotaba en una oscuridad. No podía ver nada, no podía moverme ni hacer nada por mí mismo. Era terrible. Oía sonidos horrorosos en mis oídos. Yo pensé: “Estoy en el infierno y no puedo salir. Estoy atrapado”. Entonces, oí una voz y supe que era Dios. Era una voz tranquila y calmada, que me dijo: “Si esto es lo que tú quieres hacer, aquí es donde vas a venir”. Yo pensé: “Es demasiado tarde, ya estoy muerto”. De pronto, todo desapareció y estaba de nuevo en mi cuerpo. Fue como si me hubieran vuelto de nuevo las ganas de vivir. Es como si Dios me hubiera dicho: “Si quieres suicidarte, irás al infierno”. Ahora sé que Dios tiene un plan para mí, que es ayudar a otra gente con sida .

Rochelle dice: Yo intenté suicidarme dos veces. La primera, con sobredosis de pastillas, pero no tuve ninguna experiencia. La segunda vez, dejé salir el gas en mi habitación, porque estaba muy deprimida y no podía dormir. Por eso, quería morir. En ese tiempo, yo no creía, era agnóstica; yo no creía en el diablo ni en el cielo ni en el infierno. Por eso, yo sólo quería acabar con mis sufrimientos de una vez por todas. De pronto, el gas hizo efecto y me vi en un lugar oscuro, totalmente oscuro. Yo estaba muerta. En ese momento, algo me tocó en la espalda; yo miré y era un gran gorila. Ahora asocio aquel gorila con Satanás. Entonces, grité desde el fondo de mi alma, pidiendo ayuda a Dios. Y Él me sacó de allí y desperté tres o cuatro horas después y había gas por toda la tercera planta de la casa.

Esta experiencia fue como si Dios me hubiera dicho: “Has cometido una tontería”. Hay algo después de esta vida y Él me lo mostró y me sacó de allí. Yo quisiera ahora decir a la gente, en las mismas condiciones que yo (deprimidas), que si piensan que van a escapar muriendo, es un gran error. Si tú mueres, sigues vivo. Por eso, no trates de matarte; más bien, trata de cumplir tu misión, pidiendo ayuda .

El médico Francis Ceravolo me contó la historia de uno de sus pacientes suicidas. Él es italiano y lo conozco de hace años. Es un hombre simpático y tranquilo, pero que no creía en Dios. Y me dijo: “Yo vi fuego y vi pequeñas criaturas a mi alrededor. Ellas tenían miradas perversas y parecían terribles. Yo los vi. Ahora creo en Dios, porque sé que Él me dio la oportunidad de sobrevivir” .

Sadira, como consecuencia de una sobredosis de pastillas, tuvo su experiencia NDE. Dice: Lo que yo viví fue la cosa más horrible. Oía aquellas voces que no eran de la tierra. Ellos gritaban. Yo estaba desnuda y sentía vergüenza, aunque todo estaba oscuro. Esas criaturas eran como anoréxicas, calvas, desnudas, sin dientes, todo sucias. Había como cincuenta, todas a mi alrededor. Yo podía sentir su respiración cerca de mí y olían muy mal. Todo era muy real. Me sentí juzgada y que iba a ser castigada. Aquellos seres estaban allí para castigarme; pero, después de un tiempo de terror, se fueron.

Como católica, sabía que nadie puede suicidarse. Nunca lo haré de nuevo. Yo estaba horrorizada, estaba en el infierno. Fui al infierno. Personalmente, nunca creí en el infierno. Yo creía que el infierno era no ser capaces de ver a Dios. Pero, después de esto, creo en el infierno. Cuando me desperté, estaba aterrorizada. Reconozco que el suicidio nunca es la solución. No es una opción. Dios no lo quiere y yo creo en Dios. Esta experiencia cambió mi vida y estoy contenta de que me sucediera .

Marie era una estudiante francesa de 17 años que, después de una desilusión amorosa, decidió quitarse la vida. Dice: A la salida del túnel he encontrado otros seres, no los veía, pero los sentía. Aquellos seres estaban llenos de amor, eran como ángeles... He descendido y he visto formas grisáceas. Eran dulces, benévolos y una voz me ha dicho: “Son los suicidas”, haciéndome saber que el suicidio no es una solución, sino algo muy grave. Después, he encontrado un ser luminoso indescriptible, de una gravedad y profundidad impresionante. Toda mi vida ha comenzado a desfilar delante de mí como en un film y todo era alocado. He visto a las personas que he conocido y el efecto de mis acciones sobre ellas. Era terrible. Me sentía estúpida. La voz del ser de luz era impresionante, distinta a la de los ángeles que había visto a la salida del túnel. Después de la revisión de vida, me he sentido estúpida y he descartado totalmente de mi vida la idea del suicidio. Ahora estoy totalmente convencida de que hay una vida después de la muerte y de que existe un ser supremo a quien podemos llamar Dios .

Evidentemente, los suicidas no necesariamente se condenan. Dios comprende mejor que nadie los condicionamientos que han podido llevar a cada persona a semejante decisión equivocada. Lo cierto es que es un gravísimo error, porque rompe el plan de Dios y, sobre todo, acorta el tiempo de vida disponible para aprender a amar, que es la razón de ser de nuestra existencia. De todos modos, nosotros no somos quiénes para juzgarlos, Dios los juzgará. Pero, ciertamente, todos ellos se arrepentirán en el más allá o quizás deban purificarse durante mucho tiempo para reparar el tiempo perdido. Esas formas grisáceas podrían indicarnos que no están condenados, sino en un estado de purificación que nosotros llamamos purgatorio.

P. Ángel Peña

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que la gente se haya arrepentido de suicidarse entre otras cosas, puede ser consecuencia de un posible engaño de la esperanza o miedo a ser condenados.

De este articulo aun no puede deducirse si Dios es bueno o malo, imperfecto o perfecto, no sabemos si nos ama o esta jugando con nosotros.

Una persona que muera luchando contra Dios (aunque este equivocada) a sabiendas de que ira al infierno, entre todas las formas de ser valiente debe ser la mas sublime, mas alla de su final y eternidad.