miércoles, 24 de octubre de 2012

ESTÁ MUERTA DOS HORAS, EL MILAGRO DEL SANTO LA RESUCITA... Y SE PIERDE LA CANONIZACIÓN POR ASMA



Sucedió en un quirófano de Filipinas en 2003.

Pedro Calungsod murió mártir con el español Diego de San Vítores en la Micronesia española en 1672, pero un milagro asombroso le ha llevado antes a la canonización.

El pasado domingo 21 de octubre, durante la canonización de siete nuevos santos en la plaza de San Pedro del Vaticano, muchos pudieron localizar a algunos de los "milagrados", las personadas beneficiadas de un milagro por intercesión de los canonizados. Así, se podía ver a Jake Finkbonner, el niño de ascendencia amerindia curado por Santa Kateri Tekakwitha, o a Maria Isabel Gomes de Melo, la niña brasileña curada por intercesión de la española Santa Carmen Sallés.

LA SEÑORA QUE ESTUVO MUERTA

Pero los filipinos, que aportaron más de 20.000 peregrinos al público de la plaza, buscaban infructuosamente a la señora que estuvo clínicamente muerta y se curó por un milagro de San Pedro Calungsod. Hace un año, aún esperaba acudir a la ceremonia. Pero no pudo ser: la mujer, que tiene hoy 58 años, sufre de asma severa y problemas del corazón, y los médicos le desaconsejaron las 20 horas de vuelo que cuesta ir a Roma, además de las caminatas que lleva aparejado un viaje así.

La identidad de la milagrada y del doctor que rezó por ella en el quirófano de la ciudad filipina de Cebú en 2003 sigue siendo un secreto, para evitar el sensacionalismo, según el vicepostulador de la causa, Ildebrando Leyson. Se esperaba que los nombres de estos protagonistas del milagro se revelaran con motivo de la canonización, igual que son públicos los implicados en la mayoría de los milagros de los otros santos del pasado fin de semana.

EL CIRUJANO REZÓ Y ELLA SE RECUPERÓ

El milagro es contundente y se dio bajo control médico. La mujer, una empresaria que tenía entonces 49 años y nunca había oído hablar de Pedro Calungsod, llevaba dos horas "clínicamente muerta" a causa de un infarto de corazón, cuando el cirujano cardíaco rezó por ella pidiendo la intercesión del Beato Pedro. Otros afirman que sufría "muerte cerebral".

El vicepostulador de la causa, Ildebrando Leyson, detalla que sufría un "coma de grado 3 en la escala Glasgow". El grado tres es el peor, el más bajo (no hay Glasgow 2 ni 1 ni 0): es el que se da cuando, tras un traumatismo cerebral, no se responde ni a estímulos auditivos, ni al dolor, ni a la luz en los ojos. Los médicos locales, como los de la comisión médica vaticana, no atribuyen su recuperación a la medicina ni a una causa conocida.

SIN RELIQUIAS: NO TENEMOS EL CUERPO DEL SANTO

Los testimonios aseguran que la señora está alegre y trabaja en la ciudad de Leyte. Pensaba acudir a la canonización, según adelantó en el Cebu Daily News el cardenal y arzobispo emérito Ricardo Vidal, gran promotor del beato. Se esperaba que ella o el médico implicado llevasen al altar recipientes con reliquias del santo, como es común, aunque en este caso no podían ser reliquias corporales, de "primera clase", porque el joven mártir fue arrojado al mar después de su asesinato. En su lugar, se entregaron al Papa piedras y guijarros de la playa de Tomhom en Guam, donde fue asesinado por los nativos chamorro.

SEGUIMIENTO EN FILIPINAS Y LAS MARIANAS

La ceremonia fue seguida con atención por millones de filipinos, no solo en su país, sino en todo el mundo, porque la Iglesia ha presentado al joven Calungsod como un filipino emigrante más, que murió en tierras lejanas.

En Guam y las islas Marianas, donde hoy son católicos 130.000 de sus 150.000 habitantes, muchos siguieron la ceremonia en el Santuario de Diego de San Vítores, el maestro jesuita español del joven filipino, que murió mártir con él.

PEDRO CALUNGSOD Y DIEGO DE SAN VÍTORES

El padre Diego fue quien dio el nombre de Marianas a las islas, porque Magallanes les había llamado "Islas de los Ladrones", debido al mal recibimiento que le dispensaron los indígenas. El jesuita era de familia noble, y renunció a la carrera militar para dedicarse a la evangelización. Camino de Manila pasó por Guam en 1662 y se prometió que volvería para cristianizar las islas.

Con apoyo moral de Felipe IV y de la Reina María Ana, pero sin apenas recursos, desembarcó en 1668, acompañado por el joven Pedro, intentando imitar a su modelo, San Francisco Javier, misionero sin soldados. El jefe Kepuha le recibió bien, pudo bautizar y empezar a catequizar bastantes isleños, y en la tierra que le dio hoy está la catedral de Dulce Nombre de María.

Por desgracia, apenas un año después moría el acogedor jefe Kepuha y empezó una fuerte oposición a los misioneros. Como buen jesuita, en 1669 ya había creado una escuela para niños y después una para niñas, además que abrir 4 parroquias en diversos pueblos con la ayuda de Pedro.

CALAVERAS, BRUJAS Y PROSTITUCIÓN INSTITUCIONALIZADA

Sin embargo, había costumbres nativas que chocaban con el Evangelio. Los isleños guardaban en sus casas los cráneos de los antepasados y hablaban con ellos, les trataban con respeto, y parecía ser una forma de brujería.

Además, era una sociedad de castas muy estrictas, con una nobleza que veía muy mal la idea cristiana de que el bautismo hacía a todos los hombres iguales.

El jesuita español predicaba a menudo contra los sacerdotes paganos (makahnas) y más aún contra las sacerdotisas (kakahnas), y éstas veían peligrar su estatus ante una religión que parecía menos femenina... pero también más igualitarista.

Además, durante la pubertad los jóvenes varones se juntaban para vivir en Guma´Uritao ("Casas de Hombres"), donde hombres mayores les enseñaban cosas adultas como pescar, navegar... y sexo, con la ayuda de mujeres que se dedicaban a eso, a entrenar sexualmente jovencitos. Para el jesuita, era mera prostitución institucionalizada y corrupción de adolescentes.

Por último, con los europeos llegaron enfermedades. Eso fue aprovechado por un chino casado con una isleña, llamado Choco, que difundió el rumor de que el agua del bautismo y los óleos bautismales eran lo que envenenaba y enfermaba a la gente.

MÁRTIRES POR BAUTIZAR UNA NIÑA

El 2 de abril de 1672, cuando apenas llevaban 3 años de trabajo misionero, llegó el martirio. El jefe Mata´pang era un acérrimo opositor a los cristianos, pero su esposa era conversa. Ella pidió a los misioneros que bautizasen a su niña recién nacida, y así lo hicieron. Cuando se enteró Mata´pang, envió a su guerrero Hirao, acompañado de algunos hombres, a matar a los misioneros.

En el lugar del martirio hoy hay un monumento que recuerda cómo la lanza y la katana acabaron con el español y el joven filipino, que entonces tendría unos 20 o 21 años.

Pablo Ginés/ReL

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