miércoles, 23 de enero de 2013

CREO EN TI, SEÑOR


Crecer en la fe es crecer en el amor. Por eso, porque creo en Ti con toda mi mente, te amo con todo mi corazón.

Creo en Ti, Señor.

Creo que existes, que vives, que eres amor. Creo que eres la misericordia infinita y que la manifiestas a raudales en tantos acontecimientos de nuestra vida.

Creo que eres el camino seguro que lleva al cielo, y que no hay otro. No hay otro cielo ni otro camino que lleve al mismo.

Creo que eres la verdad de la vida y de las cosas. Eres también la vida de todos los seres, eres mi vida... Vida plena, vida eterna...

Creo que has formado los cielos y la tierra, con todo su ornato. Si en Ti no creyera, todo sería destrucción, desorden, caos.

Creo en Ti, Señor.

Crecer en la fe es crecer en el amor. Por eso, porque creo en Ti con toda mi mente, te amo con todo mi corazón. Creer es fiarse, es tomar la mano del amado y, sin soltarla, caminar juntos siempre, durante las horas de desierto y las horas de primavera.

Te gusta, Señor, que tengamos fe en Ti: "Tu fe te ha salvado", y te apena mucho nuestra falta de fe: "Hombres de apoca fe, ¿porqué habéis dudado?"

Quiero ser un hombre o una mujer que se fía de Ti totalmente, que camina por la vida no con la seguridad de sus pies o de su mente sino con la seguridad de su Dios.

1. Jesucristo, creo que eres el Hijo eterno del Padre

Creo en la Santísima Trinidad. La celebramos en su fiesta. Eres un Dios único pero en tres personas que son amor. Y creo que las tres personas habitan en mi alma por la gracia.

Tú eres el Hijo del Padre desde toda la eternidad, el hijo en el cual tiene el Padre todas sus complacencias. El Hijo enviado al mundo no para juzgarlo, sino para salvarlo.

Eres tan parecido al Padre. Nosotros debemos ser tan parecidos a Ti. No fuiste enviado por el Padre para condenarme, sino para salvarme. A mí y a cada uno de los hombres.

Pagaste un precio tremendo. Pagaste todo Tú para comprarme a mí. Hasta sin sangre en las venas te quedaste, sin vestidos, sin vida. Para salvarme a mí. Pues, ¿quién soy yo? Te quedaste infinitamente pobre, Tú que eras infinitamente rico.

Soy el precio de tu sangre, de tu muerte, de tus infinitas humillaciones. ¿Qué clase de amor es éste? ¿Puede un mendigo sentirse más feliz que yo? ¿Puede un encarcelado, prisionero de por vida experimentar más alegría que yo? ¿Puede un condenado al infierno sentirse más afortunado que yo? Pues soy un pobre hambriento convertido en rico, un encarcelado a quien han dado el indulto, un condenado al infierno liberado del eterno dolor.

2. Jesucristo, creo que eres el salvador de los hombres

Lo que implicó la salvación: Belén, Nazaret -ocultamiento perfecto-. La pasión y la Cruz -amor sin límites-

Belén, Nazaret, Jerusalén son ciudades que me recordarán eternamente el amor de mi Dios. En Belén nació por amor a mí en la máxima pobreza. Una cueva, un pesebre de amor. En Nazaret vivió por amor a mí en el ocultamiento perfecto. En Jerusalén sufrió la pasión y la muerte de un esclavo y de un "maldito" por amor a mí.

En esas ciudades me amó hasta el extremo mi Creador, mi Redentor. Siempre que te mire, veré el rostro y los ojos de mi Salvador, unos ojos que me miran con amor, con compasión y con inmensa esperanza. Siempre que piense en Ti, sentiré renacer la esperanza, porque eres Luz, Resurrección, Buen Pastor, Camino, Vedad y Vida.

Contigo siempre hay remedio, hay salida. Por tanto camino por la vida con la frente alta, el corazón alegre y paso seguro. Voy con Jesús, con el que prometió: "Yo estaré con vosotros todos los días, también hoy."

3. Jesucristo, creo que te encarnaste en el seno de la Virgen María por obra del Espíritu Santo.

Se puede decir que actuaste como si no fueras Dios durante treinta y tres años. Humillación total. Por amor.

Somos hermanitos de carne y hueso con la diferencia de que Tú eres Dios. Pero, para que no sintiéramos complejo frente a Ti, quisiste divinizarnos, convertirnos en pequeños dioses en el cielo.

Como todos los niños, como yo, estuviste encerrado en el seno de tu madre, creciendo día a día hasta que estuviste maduro para nacer. Lo mismo que yo, lo mismo que todos los niños.

Recién nacido eras como todos los bebés. La cosa más débil del mundo, Tú el Dios de los ejércitos. Quisiste sentir lo que siente un niño creciendo en el seño de su madre. Y a María le hiciste sentir tu presencia y tus movimientos.

Oh divino bebé, maravilloso niño que sobreviste al aborto. Hoy millones de niños no tienen la suerte que tuviste tú de nacer. Ten compasión de todos ellos y de sus mamás porque no saben lo que hacen.

4. Jesucristo, creo que padeciste y morirse en la cruz para redimirnos de nuestros pecados.

Y tengo que decir como san Pablo: Líbreme Dios de gloriarme en nada si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Me amaste y te entregaste por mí en la cruz.

Amor escrito con sangre. Para que no me quedaran dudas de que me amas. "Si fuera necesario para salvarte, volvería a sufrir de buena gana por ti solo todo lo que sufrí por el mundo entero"...Palabras dichas por Ti a una santa. Cuanto amor, cuánto dolor. Cuánto dolor, cuanto amor. Por mí.

Pordiosero miserable, condenado al infierno, todo esto y más he sido. Pero de todo esto me ha librado Jesús. A costa de tormentos, salivazos, flagelos, espinas y humillaciones he sido arrancado del infierno que era mi lugar merecido.

La eternidad no será suficiente para agradecer, para amar, para bendecir y adorar a la persona que mizo tanto bien. Con Pablo digo y diré: "Líbreme Dios de gloriarme en nada si no es en la cruz de mi Salvador."

¿Será tan difícil amar entrañablemente a un ser que tanto amor me ha demostrado? ¿Podré negar yo, criatura miserable, algo a mi Dios Omnipotente, sobre todo en el amor?

5. Jesucristo, creo que resucitaste al tercer día.

Recuperaste tu divinidad. Te enterraron como hombre y resucitaste como Hombre-Dios glorificado. Y ya la muerte no podrá dominarte jamás. Vives eternamente en el cielo para interceder por nosotros ante el Padre.

Con san Pablo afirmamos: Cristo ha resucitado. Ahí se apoya nuestra fe y nuestra religión triunfadora. La religión de un Dios-Hombre que se dejó vencer y humillar hasta un grado inaudito para resucitar y vencer tan solo tres días después a todos sus enemigos de un solo golpe.

El fundador de nuestra religión es un gran triunfador. Seguimos a un Caudillo que nos lleva a la victoria segura. "Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella". Un optimismo radical debe prevalecer en muestra vida en medio de las tormentas del mundo moderno.

De los fundadores de religiones -que son numerosos- sólo uno vive resucitado, habiendo vencido a la muerte. Los demás son un puñado más de polvo que hay dentro de la Tierra.

Al resucitar con tu cuerpo humano nos has confirmado que nosotros, de manera semejante y a su tiempo, resucitaremos contigo para vivir eternamente contigo felices en el cielo. Así como creo en tu resurrección, creo también en la mía.

6. Jesucristo, creo que estás sentado a la derecha del Padre.

Es decir, tu Humanidad ha sido glorificada y está junto a Dios. Eres un Dios Hombre para siempre con una humanidad glorificada y, como eres hombre, nos has elevado hasta el trono de Dios, buscando hacernos semejantes a Ti.

Todo lo ha puesto Dios bajo tus pies. Eres el rey del universo no sólo como Dios sino también como hombre. Pero al mismo tiempo has elevado a la naturaleza humana hasta el trono de Dios, la has divinizado.

Tu amor va mucho más allá de lo que pidiéramos imaginar o anhelar. La frase "seréis como dioses" se realizará. San Juan lo confirma: "Seremos semejantes a Él porque lo verismos al cual es." ¿Qué mas podías hacer por nosotros, por mí?

Por eso, el no corresponder a tanto amor, el dar la espalda a semejante bondad representa una ingratitud tan grande como el universo. Aún desconozco la altura, la anchura y la profundidad de semejante amor. Si yo conociera, si yo creyera en semejante amor...

7. Jesucristo, creo que vendrás a juzgar a los vivos y a los muertos.

En su día vendrás con gloria y majestad, rodeado de los ángeles. Tan distinta de la otra vez. Para juzgar a todos los hombres. Te temo como juez, confío en ti como Redentor. Entre temer o confiar, elijo confiar.

Pero el saberlo...me hace vivir de manera responsable. No puedo vivir a lo loco...No te temo a Ti, porque no me has dado nunca motivos para temerte, sino temo a mis pecados que hablarán en mi contra y me condenarán en el juicio. ¡Piedad, Juez mío, piedad!

¿Puedo pedirte que María Santísima esté en ese juicio para que interceda por mí, ante Ti, su Hijo divino? Ten compasión de tu Madre cuando Ella te pida con lágrimas que perdones, que tengas piedad, cuando Ella te suplique que tengas misericordia de mí.

Ten misericordia de mi Madre, cuando Ella interceda por mí, su hijo pecador ante el Hijo Divino y misericordioso. ¡Piedad, divino Juez, por amor a tu madre!

Dios se complace en prestar su omnipotencia en los que confían en Él. Tú puedes ser uno de ellos.

8. Jesucristo, creo que eres la piedra angular de la Iglesia

Los constructores te despreciaron y el edificio no se mantuvo en pie. De hecho el templo de Jerusalén no existe, queda sólo un muro de lamentaciones. Pero el templo de tu Iglesia sigue en pie, porque te ha elegido a ti como piedra angular.

Todas las vidas que se construyen sobre Ti, resisten el paso del tiempo. Las demás se destruyen. Hoy los hombres te han vuelto a arrancar del edificio de este mundo y el mundo se tambalea, hasta que se derrumbe del todo. Oh Jesús necesario e imprescindible, pero rechazado por los hombres insensatos y pésimos constructores, ten compasión de ellos.

Cuantas veces han hecho el experimento de prescindir de Ti y se han ido por el precipicio. ¿Necesitan más experiencias? Millones de hombres han jugado a ser ateos, a vivir sin Dios. Siempre les ha ido muy mal. Y siempre les irá mal. "Nos has hecho, Señor, para Ti y nuestro corazón estará inquieto hasta descansar en Ti". Lo interesante de esta frase es que la dijo un antiguo y terco ateo.

Eres la piedra angular en la vida de cada hombre. Felices los que edifican sobre Ti y pobres, miserables los que te arrojan fuera de sus vidas: se convierten en eternamente miserables. Yo no quiero ser uno de esos miserables.

Hombres y mujeres locos que, sin saber o sabiéndolo, van por el camino de su perdición, cambien a tiempo su ruta, antes de que sea demasiado tarde. Muchos que, como Uds. erraron el camino, tuvieron tiempo y sensatez para cambiar de ruta. Fueron ateos como tantos, pero ahora son cristianos como pocos. Jesús es la roca que puede y que quiere llevarnos a la salvación eterna. Hagámosle caso. Él perdona, Él comprende, Él espera.

9. Jesucristo, creo que te has quedado realmente con nosotros en la Eucaristía.

Este acto de fe llena mi vida de fuerza, seguridad y alegría. Porque Tú, que eres el fuerte, estás con nosotros. Tú que eres el amor, estás aquí. Tú que eres nuestro Hermano mayor, quieres estar con nosotros.

Tú que eres el Pan de Vida saciarás nuestra hambre. Tú que eres el agua viva, saciarás para siempre nuestra sed. La Eucaristía es el cumplimiento formal de una promesa: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". La EUCARISTÍA ES UNA PROMESA CUMPLIDA.

Se ha quedado para todos los hombres, y como yo soy uno de esos hombres, se ha quedado para mí. Si Él es mi Dos y se ha quedado para mí, yo su creatura debiera estar con Él frecuentemente. Mis misas y comuniones, visitas. adoraciones manifiestan mi gratitud y mi amor y la fe de que ahí está para mí. Yo tengo la llave del sagrario y te saco y te introduzco en él y te reparto a los fieles que vienen a buscarte.

Yo soy el pregonero de tu presencia amorosa, debo hablar, debo gritar que estás ahí; debo probar con mi fe y mi respeto que alguien muy importante está presente. Tengo que decirles: "Venid a Él todos los que andáis fatigados y agobiados por la carga y Él os aliviara". Tengo que gritar a los hambrientos y sedientos: Venid a Él, y se saciará vuestra hambre y vuestra sed.

Hombres que pasáis por el camino de la vida con el fardo de penas y trabajos a cuestas, deteneos un momento ante la fuente de aguas vivas.

10. Jesucristo, creo que eres el Señor de la vida y de la historia

El hombre se cree dueño de la vida y actúa como si lo fuera. Te está robando tu trabajo. Y se cree dueño de la historia. ¡Qué equivocado está! Una furia infernal lo está ensoberbeciendo y va derecho a la ruina.

Yo creo, en cambio, y con toda la fuerza de mi fe, que el único dueño de la Vida eres Tú, mi Dios. Y que el único señor de la historia eres Tú, mi Señor. Por ello te adoro y te alabo por todos los ladrones de tu honra.

Señor de la vida, vivifícame. Resucita todo lo que está muerto en mí y cura todas las partes enfermas de mi cuerpo y de mi alma, pues viniste para qua tuviéramos vida y vida en abundancia.

¿Vivir? Se puede decir que todos vivimos, pero hay vidas que se parecen mucho a la muerte. Vivir o semi-morir, vivir o semi-vivir. Yo quiero vivir, ayuda mi vida.

Y conviérteme en resucitador de muertos, sobre todo de almas muertas. Abundan, sufren, tienen boleto para el infierno. No permitas que tanto amor y tanto dolor tuyos y de tu madre no logren resucitar esos muertos.

Señor de la historia. Los hombres van haciendo historia de muerte y de perversión, pero Tú eres el protagonista de esa historia que, respetando libertades, la diriges siempre hacia donde Tú deseas.

Historia de guerras, de abortos, de eutanasia, de divorcio, de narcotráfico, y violencia ¡Qué triste historia están haciendo los hombres! Construyen la civilización de la muerte, y Tú quieres construir la civilización de la vida, de la justicia y del amor.

Nosotros estamos contigo, queremos colaborar en la civilización del amor que es la civilización cristiana.

11. Jesucristo, creo que eres el camino, la verdad y la vida.

Camino:

Una senda que lleva al cielo. Tiene piedras y es estrecha pero Tú nos acompañas, y tu compañía transforma lo duro y amargo en suave y dulce. Es la diferencia de seguir un camino en solitario o en tu compañía. El cielo es cielo porque estás Tú y el infierno es infierno porque Tú no estás.

Caminar sin tu compañía vuelve dura la vida. Muchos se hacen dura la existencia porque no quieren saber de Ti. Yo quiero caminar contigo porque Tú quieres acompañarme y porque Tú solo tienes palabras de vida eterna.

Verdad:

Creo en Ti, Dios mío, porque eres la verdad misma. En un mundo de mentira, Tú eres el refugio y la brújula. En la dictadura del relativismo que equivale a viajar por un mar inestable, Tú eres la roca que resiste el embravecido oleaje.

Necesito creer en algo, en Alguien que dé sentido y seguridad a mi existencia. Tú eres mi roca y rompeolas. Tú eres la verdad de mi vida, eres luz que ilumina mi senda, mi camino seguro.

Vida:

Yo soy la vida, la vida del cuerpo y la vida del alma. Por lo tanto, Él ha dado y sigue dando la existencia a todos los seres, a mí también. Tú eres mi vida y yo soy parte de tu ida.

Salí de Ti, en Ti existo y hacia Ti voy, Dios de mi vida. Mi Dios y mi todo: Mi Dios y mi vida. Sin Ti no existí y sin Ti no existiría ahora y sin Ti no existiré mañana.

Vida de las almas, mantén siempre viva mi alma y ayúdame con tu gracia a resucitar las almas muertas de mis hermanos. La confesión es un sacramento de resurrección; debo ejercerlo con frecuencia y con amor. Decir a un alma: Tus pecados no existen ya y que sea cierto. Camino, Verdad y Vida de las almas, bendito seas hoy y por siempre.

12. Jesucristo, creo que me has llamado a tu Iglesia para luchar incansablemente por la instauración de tu Reino entre los hombres.

He sido llamado, invitado. Pertenezco a tu maravilloso ejército de los hombres más felices del mundo y de los más humildes, de los que se esfuerzan por entrar por la puerta estrecha y de aceptar como santo y seña las bienaventuranzas: Pobres de espíritu, mansos, puros de corazón...

Cuentas realmente conmigo, a pesar de mis limitaciones y miserias, quieres verme luchar y obtener victorias, pescar almas en el mar del mundo, como en el caso de los apóstoles. También a mí me has dicho: No temas, haré de ti un pescador de hombres.

Quiero sentir, como Pedro, la nada de mis esfuerzos en el mar de las almas: "Toda la vida, días y noches tirando las redes y nada..." Y sobre todo sentir la seguridad y confianza en tu poder divino que llena las redes hasta reventar. Quiero echar mis pobres redes en tu nombre y en el nombre de tu Madre bendita. Y sé que se llenarán de almas.

Las echo a través de mis retiros, programas de radio y de mis materiales impresos que son una manera muy particular y moderna de tirar las redes. Tú quieres que hable, que escriba, que edite libros y CDS, quieres que dé conferencias y que siga tirando las redes en tu nombre. Me da tanta alegría y confianza el que te complaces en llenar mis viejas redes y que compartes conmigo la felicidad de la pesca.

13. Jesucristo, creo que contigo todo lo puedo.

Porque creo en tus promesas. Si Tú has dicho: "Todo lo que orando pidiereis, lo obtendréis", es porque dices la verdad. Los que se atreven a creer son los hombres y mujeres que logran todo en el mundo. Quiero ser uno le ellos.

En realidad nos has dado la clave para obtener todo, la fe, pero no la usamos sino medianamente. En nuestra oración, en nuestro trato contigo, no nos fiamos plenamente de Ti. Por eso no somos más ricos, más santos, más apóstoles. Hombres y mujeres de poca fe. Ese reproche nos cae como un saco de piedras en la cabeza.

Tan cierto es que nada puedo sin Ti como que contigo lo puedo todo. Estar seguro de esta verdad es honrarte, pues te agrada mucho que confiemos en Ti y es al mismo tiempo disponer de la omnipotencia de Dios.

Dios se complace en prestar su omnipotencia en los que confían en Él. Tú puedes ser uno de ellos.

Somos más peritos en usar la inteligencia que en utilizar la fe. La inteligencia ve, mide, pesa, cuenta y saca las conclusiones de su estudio. La fe no mide, no cuenta, simplemente se agarra de la mano de Dios omnipotente y realiza los milagros.

Autor: P. Mariano de Blas LC

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