jueves, 28 de marzo de 2013

¿EXISTEN LOS PREGONES KERIGMÁTICOS DE SEMANA SANTA?


Esa es la pregunta que me hice cuando el párroco de Carrión de los Condes me pidió ir a dar el pregón de apertura de la Semana Santa en su ciudad.

Para ser sincero no me fue fácil prepararlo, pues no me veía yo de pregonero.

Luego de mucho rezar, pedir consejo a todo el que pude (hasta a un obispo palentino por aquello de ser del lugar) y ver otros pregones por Youtube llegué a la conclusión de intentar hacer lo que sé hacer y hago en Alpha: predicar el kerigma. Al fin y al cabo es lo que el párroco quería, y tendría que ser algo muy normal en la Iglesia.

Llegado el momento, el sábado pasado, salí a hacer el pregón y la acogida de la gente fue muy positiva. Más de una persona se me acercó a felicitarme diciendo “por fin un pregón que dice lo que hay que decir en Semana Santa”.

Yo no sé qué tal pregonero resulté, lo que sí sé es que el párroco acabó contento, los feligreses y cofrades también; queda la duda de si a alguien le sirvió para suscitarle una inquietud acerca de lo que se vive en Semana Santa.

Salvando la autocita, aquí va el texto del Pregón. Quien sabe, igual inauguramos un nuevo género, ahora que es el año de la Fe y la Nueva Evangelización, de PREGONES KERIGMATICOS DE SEMANA SANTA.

Al fin y al cabo son para eso, pues se debería poder compaginar la cultura y el arraigo popular con una conciencia clara de lo que se celebra…

PREGON DE SEMANA SANTA CARRION DE LOS CONDES 2013

Queridos vecinos, ciudadanos y visitantes como yo de Carrión de los Condes que se han acercado a celebrar esta Semana Grande llena de tradición con su bella y arraigada sobriedad castellana.

Permítanme empezar por lo primero que hace todo el mundo encargado de pregonar, saludando y agradeciendo a los presentes quienes lo han invitado, pero me tomaré la licencia de hacerlo de una manera distinta:

Gracias , en primer lugar, a Dios Padre que nos hizo y al Espíritu Santo que se derramó sobre nosotros, pues son ellos junto con Jesús quienes un día pensaron que hoy estaríamos aquí, en Carrión de los condes, celebrando la Semana Santa.

Gracias a Nuestro Señor Jesucristo, que nació, murió y resucitó por nosotros hace ahora ya más de 2000 años, y es la razón primera por la que estamos aquí reunidos para celebrar la Semana Santa. Es su fiesta la que celebramos y su paso entre nosotros el que me toca pregonar.

Gracias también a su madre la Virgen María, a quien queremos y veneramos porque ella fue quien nos trajo a Jesús. Y no sólo eso, sino que Jesús nos la dejó como madre para cuidar de nosotros, y por eso en estos días la acompañamos en su particular semana de pasión, pues recordemos que ella fue quien estuvo a los pies de la Cruz con Jesús.

La Semana Santa empieza por ellos, y lo que se vive en ella sólo tiene sentido si se entiende que es su semana tanto como la nuestra, pues lo que Jesús vivió podemos actualizarlo nosotros hoy en día.

Gracias por tanto también a la Iglesia, pues fue quien hizo de lo vivido en Jerusalén en el año 33 lo que vivimos hoy. Gracias a que hubo un San Pedro, y unos apóstoles, que guardaron la memoria de lo que hizo Jesucristo y esparcieron la semilla por todo el mundo.

Gracias a que tantos otros como San Pablo que no conociendo al maestro en persona dejaron todo y se dedicaron a ser cristianos por el mundo, anunciando que Jesús nació, murió y resucitó por nosotros.

Gracias a los cristianos que nos precedieron y nos ven desde el cielo, gracias a quienes mantuvieron la tradición recibida de padres a hijos, de generación en generación para llegar hasta nosotros.

Gracias también a quienes hacen posible la Iglesia hoy en día, a todos los bautizados que forman parte de ella, a los laicos, los consagrados y los pastores que forman el Pueblo de Dios.

La memoria de la SEMANA SANTA de Jesucristo vive en todos ellos, vive en todos nosotros, y por eso estamos hoy aquí reunidos en su nombre.

Esta historia inmemorial se ha encarnado en la historia, y también debemos recordar a quienes un día hicieron posible una España cristiana, a quienes debemos nuestra historia también.

Desde los prerromanos vacceos, a la romana Lacóbriga en los tiempos de San Zoilo cuyas reliquias vinieron a reposar aquí, hasta llegar a los tiempos cristianos de la Edad Media cuando Carrión de los Condes fue una de las ciudades más importantes de los reinos cristianos y en ella se celebraron cortes y sínodos.

En esos tiempos los carrioneses levantaban iglesias, hospitales de peregrinos, y monumentos a la Virgen y al Señor, que ya llegan hasta nuestros días.

Son las huellas de un pasado que brilló con esplendor en el Siglo de Oro, y con el renacimiento y barroco hizo de esta tierra de Castilla, tierra de Campos, una referencia cultural y artística, y que entronca hasta nuestros días haciendo de esta Villa un lugar de peregrinos, turistas y amantes del buen comer.

Pero el pasado no queda ahí, en pasado, pues la historia siguió viva, transmitiéndose de carrionés a carrionés, de padres, a hijos, a nietos y vuelta empezar. De eso saben bien los cofrades que atesoran la tradición de sus mayores, y lo mismo tantos que sienten esta ciudad como suya porque la llevan en lo profundo de su ser.

Son las huellas de un pasado que ha engendrado un tesoro de cultura y tradición, pero cuyo tesoro más valioso es aquel al que apuntan las edificaciones, las pinturas y las imágenes de este bello lugar de Castilla que no es otro sino LA FE del pueblo donde nacieron y se construyeron tantas obras de arte.

Y esta fe nos remonta otra vez a Jesucristo, por quien estamos hoy aquí para celebrar lo que pasó hace dos mil años y pasará en estos días de Semana Santa.

Permítanme por tanto, dar gracias a sus mayores, a sus antecesores, a todos los que hicieron la historia de este lugar y por tanto a sus hijos, los carrioneses de hoy en día que configuran las gentes de esta ciudad. Se sientan parroquianos o no, todos son hijos de Carrión y son por tanto quienes invitan a todos los a disfrutar de esta Semana Santa tan especial.

Gracias en particular a todas las asociaciones y cofradías que con esmero y tesón preparan esta Semana con anhelo durante todo el año, y dan lo mejor que tienen. Gracias también a la coral y a todos los parroquianos que nos prestan su hogar, sus templos, sus imágenes transformadas en pasos que muy pronto comenzarán a procesionar.

Gracias también a sus autoridades, aquí presentes. Son tiempos donde no está de moda ser autoridad, pero como cristianos recordamos lo que precisamente dijo Jesucristo en esta Semana de Pasión, que nadie tiene autoridad si no le es dado de lo alto, y a ellos les debemos el respeto, el apoyo y nuestras oraciones para que cumplan con su labor, pues la suya es una responsabilidad muy grande de la que algún día tendrán que dar cuenta también.

Gracias en último lugar a nuestro párroco, don Julio José, amigo mío personal y quien me ha embarcado en esta aventura de pregonar, que quiere ser servidor de todos en este lugar.

Yo, que soy nuevo en esto de pregonar, me pregunto si acaso ésta no es la mejor manera de empezar, pues muchas veces damos gracias a tanta gente, empezando por los importantes, y nos olvidamos del más importante que no es sino AQUEL CUYA SEMANA SANTA VAMOS A CELEBRAR.

Y es que para un cristiano los últimos son los primeros y los primeros son los últimos, y DIOS, Jesucristo mismo, se puso el último para ser muerto y humillado como uno más, pero DIOS lo exaltó resucitándolo de entre los muertos y dándonos vida a todos.

En todo pregón toca exaltar y alabar la tradición, la cultura, los pasos, y todo el saber popular, y yo no quisiera hacerlo sin antes explicar cuál es el meollo de la SEMANA SANTA, el corazón de lo que se va a celebrar.

Podría hablar de la Iglesia de San Andrés, de la Ermita de la Cruz, de la Iglesia de Santa María donde estamos ahora congregados.

Podría enumerar tantas impresionantes tallas e imágenes que van a procesionar estos días: El Santo Sepulcro, NªSª de la Soledad, Nª Señora del Rosario la antigua.

Quien no admira y venera el “Santo Cristo de la Cruz” el “Cristo del Amparo” “La Santa Vera Cruz” o se estremece ante “La borriquilla” “La oración del huerto” ”los azotes” o “El descendimiento” Quien no le ha rezado a ”Nuestro Padre Jesús Nazareno” a la “Dolorosa de la Cruz” al “Bendito Cristo Crucificado” a la “Virgen de la Piedad” o a “Nuestra Señora de las Angustias”.

Pero quizás conozcan la historia, a buen seguro fruto de la leyenda, de aquel cura que preparaba el Corpus Christi con absoluta dedicación. Durante meses preparó la custodia, los manteles, las guirnaldas, la banda musical. Todo era un afán por tener las flores más hermosas y tapizar los suelos a la perfección. Cada detalle, cada ornamento litúrgico, y por supuesto también la procesión y todos sus integrantes. Todo un despliegue y un trabajo para poder salir en procesión a mostrar el Cuerpo de Cristo, el CORPUS CHRISTI, en la custodia para maravilla, alabanza y reverencia de la población.

Llegó el esperado día, y con toda la procesión, salió el esforzado cura llevando a pulso y sudor la hermosa custodia. Y la gente admirada por aquellas galas, deslumbrada por tanto boato y tanta fiesta, y encantada de sus tradiciones no se percató de que faltaba algo de lo que sólo un niño se percató.

Mamá, dijo el pequeño, ¿por qué la custodia está vacía y no tiene nada dentro?

Y es que el esforzado cura se había olvidado lo más importante de toda la fiesta, que no era sino poner la oblea de pan consagrado, el verdadero CUERPO DE CRISTO SACRAMENTADO, en la custodia que todos admiraban.

Leyenda o realidad, lo cierto es que para CELEBRAR LA SEMANA SANTA, para PROCESIONAR y DISFRUTAR DE ESTAS FIESTAS, nada mejor que vivirlas cristianamente y acompañando al verdadero Señor, a Jesucristo mismo, en el trance que el pasó.

Y para eso hay que entender la Semana Santa, para no dejarse lo más importante en el tintero, y para eso hay que entender lo que pasó hace dos mil años, y para eso hay que escuchar una vez más el primer pregón Pascual que se hizo en la historia, al pie del sepulcro y que esta semana se volverá a repetir.

Permítanme contarles una historia más, ya que hablamos de fe, de arte y de tradición. El año pasado conocí a un escultor muy singular. Se llama Etsuro Sotoo, y es un escultor japonés que fascinado por las obras del arquitecto Gaudí llegó a España para trabajar en la que consideraba la obra de arte más sublime en la que puede trabajar un escultor, que no es otra que la iglesia de la Sagrada Familia de Barcelona.

Contaba Etsuro Sotoo cómo pronto llegó al punto en el que no podía continuar el trabajo que estaba haciendo. Como oriental, no entendía lo que GaudíI quiso hacer con la Sagrada Familia y como escultor se sentía frustrado al no poder interpretar correctamente el trabajo escultórico que tenía que hacer.

Su crisis llegó a una solución cuando se dio cuenta de que para entender a Gaudí tenía que mirar con los ojos de Gaudí. Y para construir la Sagrada Familia, para esculpir sus esculturas, tenía que entender las mismas de la misma manera que las entendía Gaudí.

Y por eso se convirtió al cristianismo, para poder ver con los ojos de Gaudí y por fin entender la Sagrada Familia como esa magnífica catequesis de la creación, que nos habla de la Historia entera de la Salvación de la humanidad y de la Iglesia.

Yo quisiera en este pregón invitar a todos los presentes a ver la SEMANA SANTA con los ojos de los artistas que hicieron los pasos y a sentirla con el corazón de fe que la sintieron sus mayores desde tiempo inmemorial.

Y esos ojos y esos corazones miraban a Jesucristo pues pretendían con la SEMANA SANTA sentirse más cerca y participar de lo que pasó hace dos mil años en Jerusalén.

Empezando por la entrada triunfante de Jesús en Jerusalén en una borriquilla, como se dice aquí, que celebramos hoy y mañana, para entrar en esos días santos en los que Jesús padeció por nosotros para resucitar por nosotros también.

Todos sabemos lo que es la Semana Santa, que hoy se celebra la Vigilia del Domingo de RAMOS, y que hay tres días grandes, el TRIDUO PASCUAL, en los que se pasará de la Última Cena del Jueves Santo, al momento de Crucifixión con la celebración de la Muerte del Señor el VIERNES SANTO, a la gloriosa vigilia de RESURRECCION del SABADO SANTO POR LA NOCHE Y DOMINGO DE RESURRECCION.

A todos estos momentos se corresponden unas procesiones, y también existen esos tres días más olvidados, LUNES MARTES Y MIERCOLES SANTO, donde Carrión y sus cofradías se precian de tener también procesiones.

Habrá misa todos los días, momentos de devoción, y el jueves comenzaran los oficios del triduo con la celebración de la cena del Señor.

Ese jueves se retira el santísimo y se prepara el monumento, que en muchos lugares se vela toda la noche y en otros tantos se visita haciendo la tradicional visita a los monumentos entre la medianoche del jueves y la mañana del viernes cuando se celebra el único día al año sin MISA. Jesús Muere en la Cruz y el mundo se queda sin Eucaristía hasta la resurrección.

El viernes el Sermón de las 7 palabras, por la mañana, y el sábado día de espera hasta la VIGILIA PASCUAL DE LA NOCHE donde se celebra el milagro de la Resurrección.

Ese es el otro PREGON, EL PREGON DEFINITIVO; EL PREGON PASCUAL QUE OIREMOS CANTAR EN LA PUERTA DE LA IGLESIA, QUE ANUNCIA LO QUE HA PASADO PARA TODA LA HUMANIDAD.

Y a todo esto que ocurre en la Iglesia corresponde una Procesión que ocurre fuera. Procesiones de fieles y cofrades, que juntos evocan y ayudan a poner la mirada en lo que ocurrió en Jerusalén. Procesiones solemnes y castellanas, donde sobriedad y belleza se juntan para traslucir es espiritualidad tan propia de estos lugares.

Permítanme enumerarlas:

“Procesión de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén” el domingo

“Procesión Penitencial del Santo Cristo del Amparo” el lunes

“Procesión del Ecce Homo” el martes.

Viacrucis penitencial portando el Bendito Cristo Crucificado el miércoles.

Procesión de la Oración del Huerto el jueves.

Procesión del Santo entierro y la Soledad de María el viernes.

Procesión del Encuentro y del Rompimiento del Velo.

Y todo esto ocurre mientras se celebran oficios y devociones en Santa María del Camino, las Carmelitas Descalzas, Las Clarisas, la Residencia de NªSª de las Mercedes, la Ermita de la Cruz, y la Iglesia de San Andrés.

Toda una producción popular, bendita tradición popular, donde vuelcan su alma y su esfuerzo tantas personas desde hace años incontables.

Ahora bien, si por casualidad algún profano nos preguntara qué celebramos en SEMANA SANTA, ¿qué respondería un creyente?

Porque más allá de lo hermoso de nuestras tradiciones, y de la belleza de la liturgia, hay una HISTORIA de UNA PERSONA QUE OCURRIO Y SIGUE OCURRIENDO HOY EN DIA.

Se llamaba Jesús, hijo de María, y también de José su padre como hoy dirían no biológico y antes decían putativo de donde viene el sobrenombre Pepe. Dicen los evangelios que este Jesús pasó haciendo el bien, curando toda dolencia, trayendo algo que la gente necesitaba.

Él se atrevió a declararse el CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA que todo hombre busca.

Él nos dijo que era la Luz del Mundo, y de Él se dijo que los suyos no lo recibieron.

Fue el único hombre de la historia cuyo nacimiento y muerte fue predicho por los profetas al detalle cientos de años antes de su nacimiento.

Fue el único hombre en la historia cuyo propósito en la vida era morir, pero no por cualquier causa. Él dijo que vino para darnos vida y dárnosla en abundancia.

Y si necesitábamos Vida era porque el mundo sin El andaba en tinieblas, esas tinieblas que todos conocemos y en alguna medida experimentamos causadas por el pecado y el egoísmo de los hombres. La muerte, la enfermedad, la guerra, la separación, el odio…todo aquello que nace del corazón del hombre y que mancha a la persona, haciéndola incapaz de amarse, amar a los demás y ser amado en su totalidad.

Y Él nos dijo que vino a liberarnos de todas nuestras esclavitudes, de nuestros pecados y miserias. De todo aquello en definitiva que nos roba la felicidad.

Pero no lo venía a hacer de cualquier manera. Lo haría dando su vida en rescate por todos, de manera que él cargara con nuestras culpas para hacernos libres.

El, el hijo de Dios, sin pecado, hecho víctima como tantas víctimas y como todas a la vez.

Su palabra era que moriría y resucitaría al tercer día. Y no sólo eso, sino que estaría con nosotros hasta el fin de los tiempos.

Y así lo atestiguan los que lo conocieron, y los que le siguieron y así una multitud de testigos que llegan hasta nuestros días.

Nos habíamos separado de Dios libremente, y Dios en su infinita misericordia nos envió a Su propio hijo para darnos la libertad que anhelábamos y habíamos perdido…

Y muriendo restauró nuestra vida y nos abrió las puertas del cielo de una vez para siempre, de manera que muriendo con él hemos resucitado con Él.

Y precisamente este es el misterio de la Semana Santa.

Aquello que ocurrió afectó a toda la humanidad, cambiando la vida de todos aquellos que quieren abrirse a Él.

Y Jesucristo nos invita precisamente a morir con él, para resucitar con él en la vigilia del sábado Pascual.

Quizás esto suene a teología, o a sermón incomprensible de los que tantas veces se oyen en las Iglesias… pero es una verdad tan grande, que en ella se resume toda la historia de la humanidad.

Todo empieza hoy vigilia del Domingo de Ramos, con una entrada triunfal a lomos de una borriquilla que presagia una SEMANA DE PASION.

Y tenemos un asiento de honor, pues JESUS como dice San PABLO “me amó y se entregó por mi” (Gal 2,20), te amó y se entregó por ti.

Por mis pecados, por mis luchas, mis amarguras, mis fracasos, mis sinsabores. Por todo aquello que me quita vida. Por todo aquello que no me deja ser feliz.

Y en Él es posible ser feliz….si morimos con Él…porque resucitaremos con El.

Este es el misterio de la Semana Santa, su verdad más profunda, su razón última: QUE JESUS VIVE HOY Y SE QUIERE ENCONTRAR CONTIGO TAMBIEN.

Yo le pido a Dios, y a buen seguro el párroco también, que esta sea una SEMANA SANTA Grande y vivida en lo más profundo para todos los habitantes de Carrión.

Que todos los que participan en ella, los que cuidan de las cosas para que salgan bien, los que llenan las calles y las iglesias puedan empezar por lo primero, que es Dios mismo, y descubrir esa maravillosa historia de Salvación que también es la historia de Carrión y nos ha llevado a todos precisamente aquí en el día de hoy.

Y empezando por lo primero, poniendo a Dios en su sitio, lo maravilloso es que nosotros las personas hallamos nuestro verdadero lugar. Porque no es lo mismo un mundo en el que DIOS es DIOS a un mundo en el que ante el vacío y la falta de DIOS, yo mismo tengo que hacer de DIOS y la triste realidad es que no llego.

Con DIOS en su sitio se entiende la Semana Santa, se entiende la tradición, se entiende la historia de este lugar, se entiende la hermosura de lo que se proclamará en las calles y la poderosa llamada ancestral que hace que todos quieran ser parte de la Semana Santa en Carrión.

Con Dios en su sitio se entiende la historia viva de los pasos, las maderas, las tallas y las figuras que van a desfilar por vuestras calles.

Con Dios en su sitio se puede encontrar uno con la historia de sus abuelos y de sus tatarabuelos y cuantos los precedieron, y comprender el alma de un lugar que fue edificado en torno a una vivencia extraordinaria de cristiandad.

Con Dios en su sitio se puede soñar, se puede volar alto, y se puede descansar, porque El guía nuestros pasos y como Padre quiere lo mejor para ti.

Con DIOS en su sitio en definitiva, nos podemos entender a nosotros mismos y salir de ese galimatías de vida que muchas veces nos hemos montado en sustitución de Dios.

Esa es la Semana Santa de verdad, y esa es la Semana Santa que anuncio en este pregón inaugural.

Y como en la Iglesia andamos de estreno, con nuevo Papa que no cesa de arrancarnos sonrisas y sacarnos de nuestra comodidad, no quisiera terminar sin citar unas palabras de una carta que de cardenal Francisco I escribió a sus feligreses antes de irse a Roma para ser nombrado Papa de todos.

Son las palabras de su pastoral para la Semana Santa a los fieles de Buenos Aires, que bien se pueden aplicar en cualquier lugar. Dice así:

No tenemos derecho a quedarnos acariciándonos el alma. A quedarnos encerrados en nuestra cosita… chiquitita. No tenemos derecho a estar tranquilos y a querernos a nosotros mismos… Tenemos que salir a hablarle a esta gente de la ciudad a quien vimos en los balcones. Tenemos que salir de nuestra cáscara y decirles que Jesús vive, y que Jesús vive para él, para ella, y decírselo con alegría… aunque uno a veces parezca un poco loco.

Imagínense al Santo Padre diciendo aquí en Carrión lo mismo…no tenemos derecho a encerrarnos en nuestra celebración… tenemos que salir afuera a gritar que Cristo vive, a decirlo con alegría... aunque a veces uno parezca un loco.

Esa es el alma de las procesiones, los oficios, los sermones, las visitas a los monumentos, los vía crucis y todo lo que ocupará las calles de Carrión de los Condes en esta Semana Santa.

Pero hay un problema, si te lo crees de verdad, parecerás un loco a los ojos de todos los que no quieren estar en esta sintonía. Y a veces los primeros que tachan de locos son los propios cristianos.

Porque como decía el Papa, a Dios le tenemos muy encerrado en nuestra “cosita chiquitita”. Quizás algunos lo encierren el cumplimiento dominical, sin permitirle salir fuera. Quizás otros lo hagan en su Cofradía, donde se le saca por la calle pero no se le deja entrar. Quizás otros lo hagan cerrando físicamente las puertas de su casa y no queriendo saber nada. También algunos habrá que lo encierren queriendo quedarse con la fiesta y no con el santo. Y a buen seguro muchos lo encerramos también cada vez que no somos auténticos cristianos en nuestro trabajo, nuestra familia, nuestros planes…

Pero él no se deja encerrar, es amigo de pecadores, de los que buscan, de los que necesitan…en el fondo, si lo reconocemos, Él es amigo nuestro porque lo necesitamos como el que más.

La buena noticia es que es Semana Santa, aún es tiempo de reconciliarse con Dios, aún es tiempo de pedirle que nos sorprenda, aún es tiempo para una confesión que hace años que no llega y para un detalle de amor y de fe tan simple como caminar al lado de un paso ofreciéndose a morir con El para resucitar con El.

Empieza la SEMANA SANTA y pronto será PASCUA De RESURRECCION, una Pascua que quiere ser para todos y para recibirla sólo hace falta abrir el corazón.

Termino con la bendición de Francisco de Asís, de quien se dice que pasó por estas tierras como peregrino del Camino de Santiago que tanta fama y honra ha dado a Carrión a lo largo de los siglos.

Sirva como colofón a este pregón de inicio de la Semana Santa:

El Señor te bendiga y te guarde;
te muestre su faz y tenga misericordia de ti.
Vuelva a ti su rostro y te conceda la paz.
El Señor te bendiga, Carrión de los condes, en esta Semana Santa 2013.

José Alberto Barrera Marchessi

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