domingo, 31 de marzo de 2013

¿QUÉ ES LA "NOCHE OSCURA DEL ALMA"


La metáfora de la noche oscura de Juan de la Cruz nos recuerda que la experiencia del amor de Dios no es siempre una experiencia punta de la unión de toda la creación.

En el final de nuestras vidas, nos enfrentamos a Revivir el misterio de la muerte y resurrección de Jesús, en toda su Verdad...

En la noche oscura el amor de Dios se acerca de una manera que parece negarnos.

En la noche parece que Dios está contra nosotros. Pero Juan sostiene que nada en el amor es oscuro o destructivo, pero por quienes somos y por la purificación que necesitamos se experimenta el amor como oscuro.

En algunos momentos de la vida cuando se desvanecen las consolaciones y Orar es imposible.

El deseo está aún presente pero se ha agotado buscando liberarse de los ídolos. Todas las sinfonías de la vida permanecen inconclusas. En cada relación, en cada posesión en algún momento surgirá esa sensación de carencia.

Esta frustración del deseo y la atracción por algo más allá, es la inquietud que causa la continua invitación de Dios a una unión más profunda.

Cuando los dioses mueren durante la noche, se eclipsa la personalidad. No se puede distinguir los símbolos de dioses de los símbolos que representan al ser humano.

Cuando una persona pierde su Dios-símbolo la personalidad comienza a desintegrarse. Esta afección oscura permanece hasta que emerge un nuevo símbolo-Dios o se establece una nueva relación con el símbolo-Dios antiguo.

El consejo que da Juan de la Cruz durante estas crisis en la vida es de mucha ayuda. Nos asegura que el amor de Dios está en algún lugar presente en medio de los desechos de la vida, pero que inicialmente no será experimentado como amor.

Se aconseja mucha paciencia, confianza y perseverancia.

Esta actividad amorosa de Dios nos libera de los ídolos y restablece la salud de nuestras almas

Los "dioses" se mueren en la noche y el alma necesita pasar por un proceso de sufrimiento.

El camino incorrecto sería solucionar o sanar esta condición artificialmente, o negarla totalmente.

Se aconseja enfrentar la condición, entrar en ella con paciencia, y allí donde el corazón esté luchando con más fuerza estar atentos a la llegada del amor.

Juan de la Cruz, nos invita a una "atención amorosa" en la oscuridad; es tiempo de ser un guardián en la noche.

La contemplación es una apertura al amor transformante de Dios, especialmente cuando éste aparece disfrazado.

La intensa experiencia que Juan de la Cruz, llama la noche del espíritu, es simultáneamente una fuerte experiencia de nuestro pecado, de la finitud de nuestra condición humana, y la siempre emergente trascendencia de Dios.

Mientras se está en esta condición las palabras carecen de significado. Es tiempo de "moler el polvo". Todo lo que uno puede hacer es realizar el próximo acto de amor que se presente.

En el desierto el peregrino continúa su viaje existencial, apoyado en una verdadera fe bíblica. Sólo esta fe purificada es el contexto en el que se puede dar una relación con Dios.

Como le pasó a Teresa de Lisieux que su pensamiento sobre el cielo se le desvaneció, al peregrino que ya no posee el objeto de su esperanza, se le recuerda que la esperanza es aquello que aún no posee.

La noche se ha convertido en una experiencia iluminadora y en una guía más veraz que el día. La llama que una vez ardió ahora es cauterizada y sanada. Y la ausencia que lo llevó a la búsqueda del Amado se revela como una Presencia compasiva escondida en su anhelo.

UNA NUEVA ESPIRITUALIDAD.

Debemos empezar una "nueva espiritualidad" para complementar la "nueva evangelización".

¿Surgirá esa nueva espiritualidad del creciente conocimiento que va teniendo de las realidades que la gente experimenta alrededor del mundo?

Nuestra época ha conocido tiempos de sufrimiento que nos han hecho comprender mejor esta expresión y darle un cierto carácter colectivo.

Nuestra época habla del silencio o de la ausencia de Dios. Ha conocido tantas calamidades, tantos sufrimientos infligidos por las guerras y por las matanzas de tantos seres inocentes.

El término noche oscura ahora lo usamos para todo lo de la vida y no sólo para una fase del viaje espiritual.

Se recurre a la doctrina del santo como respuesta a este misterio insondable del sufrimiento humano.

Me refiero al mundo específico del sufrimiento....Sufrimiento físico, moral, espiritual, como la enfermedad- como las plagas del hambre, la guerra, la injusticia, la soledad, la falta de sentido de la vida, la fragilidad de la existencia humana, el doloroso conocimiento del pecado, la aparente ausencia de Dios, y son para el creyente experiencias purificadoras a las que se les puede llamar noche de la fe.

A esta experiencia San Juan de la Cruz le ha dado el nombre simbólico y evocador de noche oscura, y la refiere explícitamente a la inquietante oscuridad del misterio de la fe.

Él no intenta darle respuesta al terrible problema del sufrimiento en el orden especulativo pero a la luz de las Escrituras y de la experiencia descubre algo de la maravillosa transformación que Dios efectúa en la oscuridad, puesto que, "...cómo sabe él tan sabia y hermosamente sacar de los males bienes..." Cant. B 23: 5).

En el final de nuestras vidas, nos enfrentamos a vivir el misterio de la muerte y resurrección de Jesús en toda su verdad.

No tenemos respuesta para el misterio del mal. Hemos recorrido el camino difícil y ofrecemos una palabra de esperanza para el peregrino que sufre.

El sufrimiento profundo y las experiencias de lo trágico en la vida son parte de la experiencia de cada persona.

Las limitaciones de nuestra condición humana y las fuerzas destructivas presentes en el mundo con frecuencia atacan nuestra fe.

A pesar de la evidencia contraria, el Amor de Dios está siempre presente aún en los desechos de nuestras vidas.

Brindamos un análisis particular y poderoso del impacto del amor de Dios en el espíritu humano y en la personalidad.

Invitamos a una relación más profunda, al peregrino, se le desafía a dejar todos los apoyos y a caminar confiadamente hacia el futuro de Dios.

Un cristiano con frecuencia experimenta ataques tanto en el espíritu como en la sigue mientras se va haciendo al ambiente divino.

Ofrecemos un lenguaje y unas imágenes expresivas para estos sufrimientos, y es muy elocuente en recomendar una vigilia silenciosa para esperar la llegada de Dios.

Todos los Santos confiaron en el sufrimiento, y con frecuencia expresaron su anhelo de llevar la cruz en su discipulado.

Sin embargo, este deseo de sufrimiento, tiene significado en el contexto de respuesta amorosa a las iniciativas del amor de Dios.

El sufrimiento de Jesús en la cruz nació del amor y no del amor al sufrimiento.

¿Cuál ha sido mi experiencia de caminar por el camino oscuro? ¿He dejado otros caminos conocidos para ser conducido por un camino no elegido por mí?

¿Qué fue aquello que más me ayudó?

¿Cómo procedo cuando el camino no está claro?

¿Qué consuelo ofrezco a la gente que vive situaciones dolorosas?

¿Cómo debo responder a la "noche oscura" que sufre tanta gente en el mundo?

¿Podría ser esto parte de la "nueva espiritualidad" a que estamos llamados todos los hombres en el Mundo?

Un corazón puro - La transformación del deseo.

Unión con Dios.

La espiritualidad carmelita con frecuencia ha sido presentada como una "alta" y rara espiritualidad sólo para unos pocos elegidos.

A veces, también se presenta como uniones elevadas y extáticas, o como fuertes sufrimientos más intensos que los problemas normales de la vida.

Los senderos de posesiones materiales y espirituales no llegan a la cima, sólo son el sendero en medio de las nadas se abre a la cima donde Dios es nada y todo.

Además de viajar a través de la noche o subir una montaña, Juan utiliza otra imagen para describir el viaje. Escribe que "el centro del alma es Dios" y que nuestro viaje en la vida es hacia ese centro.

Pero en lugar de concebir un centro distante que requiere un arduo viaje, Juan dice que aún con el primer grado del amor estamos en ese centro.

Con un grado de deseo, de anhelo, de esperanza, aunque sea difícil expresarlos.

Lo que existe es un mundo lleno de gracia, desde el comienzo, creación y redención van juntas de la mano.

En otras palabras, nuestras vidas están impregnadas de la presencia amorosa, vivificante y sanadora de Dios, es decir, de la gracia increada. En lugar de buscar un centro escondido y distante, ese centro se ha acercado a nosotros.

Entonces, ¿qué es el viaje?, El viaje es entrar en la profundidad de Dios.

Pero estamos unidos con Dios a lo largo de todo el camino porque la divinización es un proceso continuo. Así, la meta d es una que se va realizando en cada alma que desea más.

"Y ahora te despiertas en mi corazón, donde en secreto moras", Pero sé que no fuiste "tú" quien se despertó, sino que fui yo quien despertó al amor siempre presente y siempre a mi alcance.

Este despertar, y el cambio que se produce en la vida de la persona, es un llamado por Dios. Podemos llegar a la conclusión de que muchos y tantos otros han llegado a la "cima" de la Santidad de Vida.

Y se llega a la cima, no sólo cuando una persona se extasía en la iglesia, sino cuando una vida expresa más y más la voluntad de Dios.

Querer lo que Dios quiere de Mí....

... El propósito de la oración es conformarse con la Voluntad de Dios, escribió Teresa de Ávila.

La persona orante está cada vez más en unión con Dios y esta unión se expresa en que la persona más y más desea lo que Dios desea.

Nosotros no nos hacemos más fuertes a través de la ascética y por tanto luchando por someter nuestra voluntad a la voluntad de Dios.

No, el amor de Dios nos invita a la transformación de nuestro deseo para que nosotros deseemos lo que Dios desea; queremos lo que Dios quiere, "donde lo que tú quieres que pida pido, y lo que no quieres no quiero, ni aun puedo, ni me pasa por pensamiento querer."

La divinización es la participación gradual en el conocimiento y el amor de Dios. El hombre queda así transformado que todos sus modos de vivir se convierten en expresión de la voluntad de Dios.

Si podemos interpretar lo que Jesús dijo, que la voluntad de Dios es el bienestar de la humanidad, entonces la persona orante vive más allá de ese bienestar.

En otras palabras, la persona transformada y divinizada vive de una forma que coopera con el reino presente y venidero de Dios.
Estas personas son difíciles de identificar. Una persona que vive desde su centro, vive en la voluntad de Dios. Dice que mientras otros ayunan, ellos comen; mientras otros están en vigilia, ellos duermen; mientras otros oran ellos están en silencio.

Después de todo, cuál es el propósito de la vigilia, de la oración, del ayuno, si no es vivir del centro del alma que es Dios. Nuestro peregrinar nunca acaba de este lado de la muerte. El tema es, la absoluta humanización de la persona transformada.

Teresa de Ávila, nos dice que estas personas no están continuamente conscientes de su vida espiritual. La interioridad se convierte cada vez menos en un punto de enfoque.

Ni Dios les preocupa, porque del modo que viven expresan su relación con Dios. La meta nunca fue llegar a ser un contemplativo, o un santo, o tener una vida espiritual. La meta siempre fue querer lo que Dios quiere, en una consonancia de deseo.

"Estas breves indicaciones las he escrito con el fin de establecer para todos nosotros la fórmula de vida, según la cual habréis de conduciros.

Si alguno está dispuesto a dar más, el Señor mismo, cuando vuelva, se lo recompensará."

Debemos ser como el Buen Samaritano. Debemos asumir también el papel del posadero, cuando un forastero trae un hombre apaleado para que lo cuide. El forastero le pide al posadero que cuide de aquel hombre apaleado y si gasta algo más, esto es, si hace más, el forastero se lo pagará cuando vuelva.

El forastero, Cristo, nos pide que cuidemos de Su gente durante su ausencia. Aunque el huésped no es esperado y el orden de la casa es alterado, el posadero obedientemente se ocupa del hombre herido, quizás sin envolverse emocional o personalmente, y con muy poca satisfacción.

Toda entrega auténtica es esencialmente oscura. La Presencia que se encuentra en lo profundo del corazón de todos nosotros es una noche que guía, una llama que sana, una ausencia reveladora.

Nuestra espiritualidad no debe ser de un ascetismo heroico pero sí del Amor de Dios que conquista y toca cada corazón y lo ha hace adolecer, de otro modo no estaríamos aquí.

Asumiendo que cumpliendo la voluntad de Dios, nos sentimos como en casa, es decir, en los brazos de Dios, y a la vez siempre necesitados de su misericordia, nuestro deber es hacer asequible todas cosas materiales y espirituales para ayudar a nuestros hermanos y hermanas a "ver" y "oír" la presencia de Dios en sus vidas, con Visión sobrenatural.

Para mantener viva esta llama en los otros, parecería correcto que nosotros primero la hayamos aceptado en nuestras vidas.

Si escuchamos nuestros corazones, conoceremos los corazones de la gente con la que trabajamos y le serviremos mejor.

Desempolvemos cualquier vocación de servicio de trabajo y efecto esperando convertirnos en una llama, una llama que anhela la totalidad, la paz, la seguridad, el gozo, la unidad y que encuentra su mejor expresión en el servicio a nuestros hermanos y hermanas.

Para eso vinimos. Para eso estamos aquí.

Debemos ser exploradores del lugar secreto donde Dios habita, ese lugar del espíritu humano donde el Misterio se dirige al espíritu. Debemos honrar esa privilegiada relación entre criatura y Creador.

Los místicos de todos los tiempos, han usado las imágenes de los desposorios y, con frecuencia, la historia de amor del Cantar de los Cantares para captar la intimidad del encuentro. El paisaje del Cantar comienza a darle forma a la "tierra del Carmelo."

El propósito de la oración es la conformidad con la voluntad de Dios nos dice Teresa de Ávila. En esta relación los deseos del peregrino son transformados de tal manera que cada vez más el cristiano exprese en su vida aquellos deseos que están conformes con los deseos de Dios.

Si decimos que la meta del amor de Dios es el bienestar de la humanidad, entonces el cristiano transformado vive de una manera que naturalmente coopera con el reino de Dios.

¿Quiénes son las personas verdaderamente santas en mi experiencia?

¿Cómo son?

¿Entiendo la vida espiritual como un ascenso heroico, o como un despertar a un amor que brota del centro de mi ser?

¿Estoy dispuesto a confiar, de un modo práctico, que el amor de Dios es gratuito, imposible de ser ganado?

¿Existen maneras sutiles en que intento asegurar mi valía?
Al copiar este artículo favor conservar o citar este link. Fuente: EL CAMINO HACIA DIOS

www.iterindeo.blogspot.com
 
Publicado por Wilson f.

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