miércoles, 24 de julio de 2013

PODER DE LAS RELIQUIAS

Las reliquias no son un sacramento… , pero si, uno de los varios sacramentales existentes, como por ejemplo puede ser, el arrodillarse, el invocar a la Virgen, el agua bendita, la sal y el aceite exorcizados, el beso a la cruz o a una imagen o estampa de la Virgen, el tomar el agua bendita en las pilas de las iglesias, los exorcismos, los escapularios, concretamente el de la Virgen del Carmen, el incienso bendito, las invocaciones y jaculatorias, el persignarse y santiguarse, las velas, las procesiones,… La gama de sacramentales es muy variada.

El poder de los sacramentales, es puesto en cuestión no solo por parte de todos los protestantes, sino también de aquellos, que no admiten que de un elemento material, o un gesto material, como es santiguarse, de ello se pueda generar la posibilidad de predisponer a un alma para la obtención de una gracia divina. en resumen que de la materia generarse algo espiritual. Y sin embargo a pesar de esta crítica a los católicos, son muchos los protestantes que por ejemplo hacen imposición de manos, bendicen la mesa antes de iniciar la comida, y otras formas de sacramentales.

Y es que mirado fríamente, el espíritu si puede generar materia por ser un orden superior pero la materia no puede generar espíritu. Pero olvida el que así piensa, no tiene en cuenta que Dios es el espíritu puro por excelencia y el Único, espíritu con capacidad de generar espíritus. Ningún ángel puede generar otro ángel. Y el que tiene capacidad para lo más, también la tiene para lo menos, por lo que Dios puede perfectamente generar, gracias espirituales en nuestros actos materiales. Y de hecho así lo hace.

Hay prácticas sacramentales que podemos encontrar tanto en el A.T. como en el N.T. Así tenemos por ejemplo: La circuncisión como medio de entrada en la Alianza (Lev 12,3). El óleo de la unción con el cual se consagraban cosas a Dios y se ungía a los sacerdotes, a los profetas y a los reyes en Israel (Ex 30,22-25). Naamán el leproso fue a Eliseo en busca de su cura. Él lo mandó a bañarse siete veces en el Jordán, y solo con siete veces, su piel quedó sana (2Rey 5, 8-14). Un hombre muerte resucitó cuando entró en contacto, en su tumba, con los huesos de Eliseo (3Rey 13,21). La hemorroísa sanó al tocar la ropa de Jesús (Mc 6,27-34; Mt 9,20-22; Lc 8,43-48). Jesús curó al ciego utilizando barro (Jn 9,6) y en varios pasajes, Jesús sana tocando y poniendo saliva sobre la oreja y la lengua del sordomudo (Mc 7,33-35). Felipe busca agua para bautizar al etíope luego de evangelizarlo y de que este ha aceptado a Jesús en su corazón (Hch 8,35-38) Los lienzos o pañuelos que tocaban el cuerpo de Pablo se les ponían a los enfermos y estos sanaban (Hch19,12). Los apóstoles ungían con aceite a los enfermos en nombre de Jesús cuando oraban por su sanación (Mc 6,12-13).

¿Y qué son los sacramentales? En el parágrafo 1667 del Catecismo se puede leer: "La Santa Madre Iglesia instituyó, además, los sacramentales. Estos son signos sagrados con los que, imitando de alguna 0tra manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida" y en el parágrafo 1670, se complementa esta definición, diciendo: “Los sacramentales no confieren la gracia del Espíritu Santo a la manera de los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia, preparan a recibirla y disponen a cooperar con ella. "La liturgia de los sacramentos y de los sacramentales hace que, en los fieles bien dispuestos, casi todos los acontecimientos de la vida sean santificados por la gracia divina que emana del misterio pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, de quien reciben su poder todos los sacramentos y sacramentales, y que todo uso honesto de las cosas materiales pueda estar ordenado a la santificación del hombre y a la alabanza de Dios".

Es decir, los sacramentales no son vías de recepción de las divinas gracias, como lo son los siete sacramentos, pero si son un medio, para predisponernos a la recepción de la gracia. Los sacramentos confieren la gracia ex opere operato, es decir, directamente por la misma acción del sacramento. El sacramente si es válidamente administrado no puede dejar de comunicar la gracia prometida por Cristo. La gracia que confiere un sacramente, no depende de los méritos ni la santidad del ministro que lo administra.

Los sacramentales confieren la gracia ex opere operantis ecclesiae. Es decir, por la acción de la Iglesia que obra. Los sacramentales reciben su eficacia de los méritos de la persona que reza y de los méritos y oraciones de la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo. En los sacramentales, el poder no reside en el agua, el aceite, la sal, las reliquias o los gestos que le sirven de base a los sacramentales.

Las reliquias son como armas, como espadas o pistolas, que solo si se utilizan con puntería y tino tienen un gran efecto, pudiéndose llegar hasta producir la muerte de alguien. Las reliquias también son armas espirituales, que pueden producir grandes efectos, si es que se saben utilizar, pues es muy necesaria la fe, si no media la fe en su utilización, no sirven para nada.

Las reliquias de santos son de un valor espiritual especial, porque poseen un gran carisma y no digamos más, si se trata de las reliquias que el Señor, nos dejó en Tierra Santa. La autora Karem Astrong, escribe a este respecto diciendo: “Dios había dejado un rastro de sí mismo en Palestina, lo mismo que permanece un perfume en una habitación después de marcharse la persona que lo llevaba. Al regresar a sus lugares de origen, los peregrinos se llevaban consigo piedras, tierra o aceite de las lámparas de los santos lugares; un peregrino particularmente fervoroso arrancó con los dientes un pedazo de la Vera Cruz al besarla el día de viernes santo. Los fieles querían hacer que la santidad de Jerusalén fuera real y estuviera disponible en su patria”.

Dentro de los sacramentales las reliquias, han tenido siempre una gran importancia, sobre todo en la Iglesia primitiva, donde los fieles, ponían paños para recoger la sangre de los mártires antes de su ejecución, algo similar se cuenta de la última enfermedad de San Juan de la Cruz, del cual se guardaban los apósitos de las curas de sus llagas, ya antes de su muerte, para aplicárselo a las heridas de otras personas. En el siglo XVI, los españoles éramos muy dados a las reliquias, así Felipe II quería acumular en el Escorial gran número de ellas, y a fe que lo consiguió. Los restos de Santa Teresa de Jesús, fueron disputados por varias localidades, y su brazo se encuentra en el convento de las Carmelitas descalzas de Ronda, en Málaga. Antiguamente, no sé si la norma sigue vigente, la eucaristía solo se podía celebrar sobre un ara de piedra, generalmente de mármol blanco colocada sobre el altar, que tenía incrustadas determinadas reliquias de santos debidamente autentificadas. Sobre esta ara se coloca el pan y el vino consagrados.

Finalmente diremos, que la devoción de las reliquias es para los cristianos un estímulo y un aliciente en su trabajo ascético personal. Por ser algo físico, algo concreto y tangible, las reliquias pueden influir en el incremento de la vida interior; porque la veneración, el contacto, el beso de la reliquia conmueve, excita la admiración e induce a la meditación del cristiano.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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