lunes, 28 de julio de 2014

SI YO HUBIERA ESTADO EN EL CONSEJO DE MINISTROS ISRAELÍ


Después de escribir dos posts sobre el tema palestino, muchos lectores se preguntarán qué hubiera hecho yo si hubiera estado sentado en el consejo de ministros de Israel. Es un tema interesante. ¿Cuál hubiera sido mi postura? Pues bien yo hubiera defendido no atacar a Hamás.

Hubiera tratado de convencer a los ministros que se perdía más defendiéndose que no haciendo nada. Incluso, como hipótesis, aunque hubiera habido dos o tres muertes al año de israelíes por causa de esos cohetes. Aunque diez o veinte casas judías hubieran sido destruidas por ese método. Hubiera intentado convencerles de que perderían más vidas humanas de compatriotas y tendrían más gastos defendiéndose que no haciendo nada.

Al final, el tema sin duda se hubiera planteado en el campo del orgullo, del patriotismo, de la Justicia. Pero desde un punto de vista del mero pragmatismo, lo preferible era resistir.

Además, querer hacer justicia contra esos grupos terroristas, implica volver a sembrar más odio sobre el odio. Implica poner en marcha engranajes que pueden complicar la situación internacional muchísimo más de lo que ya lo está. Si los judíos realizan una matanza, eso significará más millones para los terroristas provenientes de grandes fortunas.

Hubiera intentado convencer al consejo de ministros de que si querían hacer más daño al pueblo israelí, lo que debían hacer era defenderlo militarmente. Si queréis defenderlo, más israelíes morirán; como así ha sido. Si explicáis todo esto a vuestro pueblo, los más inteligentes, los más moderados, los que trabajan por la paz, lo entenderán.

El problema es que también hay una facción fanática en el pueblo israelí. Y la presión de esta facción era cada vez más difícil de resistirla. Políticamente, los más moderados han llegado al máximo de lo políticamente posible. Al final, los gobernantes israelíes y sus consejeros han llegado a la conclusión de que si los moderados cometían un suicidio político, al final, la victoria y el poder iba a ser de la facción extremista israelí. Y creo que con dolor han emprendido esta acción precisamente para tratar de parar el avance de los partidos que representan a los más fanáticos.

En fin, los que queríais mi opinión ya la tenéis: No atacar a Palestina, no atacar ni siquiera a las casas desde las que se lanzaban los cohetes. Mucho menos iniciar una incursión terrestre. Pero un gobernante tiene que tener muchas agallas para aparecer ante su pueblo como un cobarde. Resulta difícil explicar a la opinión pública que la inacción, en este caso, era la mejor defensa. Es difícil tener la valentía de aceptar aparecer como un cobarde. Ahora, desgraciadamente, sólo queda esperar la siguiente cosecha de estas semillas de odio.

P. FORTEA

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