viernes, 22 de agosto de 2014

VIVIMOS EN UN MUNDO EN GUERRA


La mirada de Papa Francisco sobre el conflicto en Irak y la situación mundial actual a la luz del Catecismo.

El Papa recuerda el Catecismo para decir que es lícito detener al agresor injusto, pero no avala los bombardeos estadounidenses. Cita las consecuencias de las últimas guerras que ha promovido el Occidente en la región y subraya el papel de las Naciones Unidas.

«Hoy nosotros vivimos en un mundo en guerra, ¡por todas partes! Alguien me decía: ‘Sabe usted, padre, que estamos en la tercera guerra mundial, pero en pedacitos. En capítulos’». Las palabras de Francisco sobre la guerra y sobre las bombas que matan al culpable y al inocente, cobrando las vidas de mujeres y niños, más que advertir sobre un nuevo e inminente conflicto mundial describen una triste realidad.

Justamente por ello, frente a la tragedia iraquí, a los fundamentalistas del Isis que masacran a las minorías religiosas, Bergoglio recuerda la postura clásica que aparece en el Catecismo sobre la necesidad de detener las agresiones injustas, para especificar que «detener» no equivale a «bombardear». También añade que, al contrario de lo que está sucediendo, debe ser la comunidad internacional, y no una única nación, la que decida cómo y cuándo intervenir.

La situación es dramática, hay que detener la violencia. Pero no hay que olvidar lo que ha sucedido justamente en la misma zona con las anteriores «guerras justas», combatidas para «exportar» la democracia o eliminar armas de destrucción masiva nunca encontradas. En 2003, Juan Pablo II gritó con toda la voz que le quedaba entonces para suplicar que no comenzara la guerra en Irak. Hoy ya no se trata de hacer una nueva guerra, sino de detener las masacres: una situación más semejante a la de Kosovo al final de los años noventa. Entonces, Papa Wojtyla y la Santa Sede subrayaron que habrían esperado una intervención de la ONU, con fuerzas pacíficas, para detener la limpieza étnica. Se decidió la intervención de la OTAN, con «bombas inteligentes» (que de «inteligentes» no tienen nada). Esto explica por qué, a pesar de estar frente a una situación dramática y urgente, Francisco pide la intervención de las conciencias a nivel internacional, en lugar de avalar simplemente la iniciativa de los Estados Unidos.

En las palabras del Papa se insiste en que las que están sufriendo esta violencia son las minorías religiosas, no solo los cristianos. Claro, estos últimos también corren el riesgo de desaparecer de los lugares en los que viven desde hace más de dos mil años. No hay que olvidar que el Isis también ha asesinado a muchos musulmanes chiitas y ha masacrado a los yazidíes.

Presentar esta situación como un ajuste de cuentas entre el cristianismo y el islam, invocando nuevas cruzadas sería una simplificación en la que incluso de manipula ideológicamente el martirio. Al identificar con el Occidente a los cristianos que desde hace veinte siglos son ciudadanos de los países del Medio Oriente, se podría complicar aún más la situación.

Autor: Andrea Tornielli

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