domingo, 28 de septiembre de 2014

FUERZA DEL AMOR


Para el arzobispo y futuro beato monseñor…., Fulton Sheen, existen once pasiones humanas. Estas once pasiones son: amor y odio, gozo y tristeza, miedo y audacia, esperanza y desesperación, deseo y aversión, y finalmente ira. Y coloca en primer lugar el amor y su antítesis el odio, porque de todas las pasiones humanas, estas dos son las más potentes. La razón es fácil de comprender, si tenemos en cuenta que de un lado, el odio está patrocinado por el demonio, que es la expresión del odio más fuerte que existe y el amor por Dios mismo, porque la fuerza del amor se genera en Él, ya que dentro de su simplicidad Dios es amor y solo amor.

Es bien sabido como antes decíamos, que la antítesis del amor es el odio y ambos amor y odio son dos poderosas fuerzas, estando por encima la fuerza del amor sobre la del odio. Nosotros tenemos la capacidad para poder generar estas dos fuerzas, hasta los límites que nos sea permitido desarrollar, estas dos pasiones dada nuestra, a su vez limitadas capacidades humanas. Por supuesto que Dios no genera nunca odio aunque si dispone de capacidad para poder generarlo y el demonio nunca generará amor, es imposible que pueda generar amor, aunque antes de ser vencido por el arcángel San Miguel y expulsado del cielo y lanzado a la tierra, si podía amar. Es Dios quien tiene poder para capacitar y discapacitar, lo por Él creado.

            7 Entonces se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron contra el Dragón, y este contraatacó con sus ángeles, 8 pero fueron vencidos y expulsados del cielo. 9 Y así fue precipitado el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles”. (Ap 12,7-9). Cuando el demonio fue vencido fue apartado del ámbito de amor de Dios y perdió su capacidad de amar, porque esta capacidad de generar amor es una exclusividad de Dios, solo Él puede generar amor, ya que Él y solo Él es amor. San Juan nos dice: “Carísimos amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y a Dios conoce. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es Amor”. (1Jn 4,7).

            Todo aquel, sea hombre que en el momento final de su vida no acepte el amor que Dios le ofrece, en ese momento se le crea un vació en su ser y entonces la falta de amor, del vacío que se le produce lo ocupa de inmediato la antítesis del amor que es el odio. Nosotros mientras nos encontramos en este mundo tratando de superar la prueba de amor a Dios, que es a lo que aquí hemos venido disponemos de las dos capacidades, la de amar y la de odiar, y desgraciadamente esta última la ejercitamos en sus distintas fases. A ello a odiar somos tentados y lanzados por el demonio que nos quiere llevar a su destino de odio y tinieblas.

            Al odio en su estado más fuerte o agresivo que pueda alcanzar entre los hombres, se le suele adjetivar con et término africano y no sé exactamente cuál es la razón de este calificativo de un odio profundo. Una de las versiones de su razón nos dice que es el odio que sentían los esclavos africanos a sus dueños. Nosotros no llegamos de golpe y porrazo al odio, sino que previamente pasamos por unas etapa intermedias, como son la antipatía, la animadversión, la enemistad y el odio, es como si bajásemos los peldaños de una escalera, empujados por nuestra propia y la ayuda de satanás con sus tentaciones. Escribía San Juan Pablo II diciéndonos: “…, ante el instinto de la aversión, que potencialmente ya es un acto de lesión y hasta de muerte, al menos espiritual,… Jesús intenta contraponer la Ley de la caridad que purifica y reordena al hombre hasta en los más íntimos sentimientos y movimientos de su espíritu”.

Nosotros no hemos sido creados para odiar, sino todo lo contrario para amar y ser amados, y alcanzar una eterna felicidad, que es la única que puede calmar ese anhelo de felicidad que todo hombre siempre tiene y busca. Por ello, el amor es esencial a nuestra existencia, mientras que el odio, si nos dejamos arrastrar por él, nunca llegaremos a alcanzar una eterna felicidad, sino una eterna existencia en odio cada vez más intenso, porque el odio siempre se autoalimenta y en tinieblas. “El odio, escribe Fr. Alvarez Ariel ofm, causa mayor daño a quien lo tiene que a quien lo recibe. Y el que se niega a perdonar, sufre más que aquel a quien se le niega el perdón. Porque cuando uno odia a su enemigo, pasa a depender de él. Aunque no quiera se ata a él. Queda sujeto a la tortura de su recuerdo y al suplicio de su presencia. Le otorga a su enemigo, poder para perturbar su sueño, su digestión, su salud entera y convertir toda su vida en un infierno. En cuando logra perdonar, rompe los lazos que le ataban a él se libera y deja de padecer. La mentira al igual que el odio y las tinieblas, son elementos del maligno, elementos contrarios a la Verdad, el Amor y la Luz, que es lo que nos identifica con el Señor. Anteriormente San Juan recogiendo las palabras del Señor, ya había relacionado la Luz con la Verdad y la antítesis que es la mentira con las tinieblas. Así podemos leer que: "Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios”. (Jn 3,20-21).

Es por todo lo anterior, por lo que el Señor nos dice: “38 Ustedes han oído que se dijo: "Ojo por ojo y diente por diente. 39 Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. 40 Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; 41 y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. 42 Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado. 43 Ustedes han oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y odiarás a tu enemigo. 44 Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; 45 así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.46 Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? 47 Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? 48 Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo”,”. (Mt 5,43-47).

Si amamos nunca odiaremos, porque la fuerza del amor al ser la misma fuerza emanada de Dios, es mucho más fuerte que la fuerza del odio. Si en todos nuestros actos anteponemos siempre el amor a nuestros semejantes, que es como decir el amor a Dios, evitaremos caer en el pozo del odio, porque al odio no se llega e golpe y porrazo sino que hay que bajar unos escalones y si ya en el primer escalón, damos la vuelta nunca llegaremos al último.

Solo viviendo en el amor, alanzaremos la felicidad, no ya en el cielo sino también aquí en este mundo. Estamos llamados por el Señor a oponer la fuerza de nuestro amor, que es generada por Dios a la del odio, porque es mucho mayor la fuerza del amor que la del odio. San Juan del Cruz escribía: “Donde no hay amor pon amor y encontraras amor” Por otro lado siempre pensemos que mientras que el amor es siempre creativo el dio es destructivo sobre todo para el que lo alimenta.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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