miércoles, 26 de noviembre de 2014

...Y EL CRISTO, EN MEDIO DE LAS LLAMAS, NO ARDIÓ: «YO LO ENTIENDO COMO UN MILAGRO», DICE EL PÁRROCO


Incendio en una iglesia centenaria...

El pasado domingo ardió parte de la iglesia de la Santa Cruz en San José (California), probablemente por causas eléctricas. Eran aproximadamente las 14.30 horas y el párroco acababa de echar el cierre tras concluir la misa, cuando le empezó a oler a quemado.

Firmo Mantovani, de la congregación de los Misioneros de San Carlos, miró hacia arriba y vio las llamas devorando la parte alta del templo. Entró rápidamente y se encontró el fuego en las balconadas del coro. Llamaron rápidamente a los bomberos, pero no pudieron evitar que el techo se derrumbara, como recoge The Huffington Post (ver abajo las imágenes).

Una auténtica desgracia para los fieles y para el patrimonio arquitectónico de la zona, pues la iglesia de la Santa Cruz tiene casi cien años de existencia. Pero una de las feligresas más veteranas, Ann Fitzgerald, de 93 años, que fue bautizada allí y desde entonces no se ha perdido una misa parroquial, no se descorazonaba: "Es un nuevo principio para la Santa Cruz. Trabajaremos juntos y volveremos a tener nuestra iglesia".

Lo llamativo es que, contra todo pronóstico, esa nueva iglesia podrá mantener el mismo y enorme Cristo que presidía el altar, pues incomprensiblemente no ardió y salió intacto del siniestro, ni siquiera manchado de humo. Tuvo que ser retirado por los bomberos con una grúa, para finalmente descendarla hasta el suelo entre cinco hombres.

"Fue muy emotivo para todos nosotros", declaró el padre Mantovani, sorprendido del perfecto estado en el que fue recogido: "Lo entiendo como un milagro", apuntó. El crucifijo, fabricado en 1907 en Italia (pues inicialmente la parroquia fue de inmigrantes italianos) es de madera sobredorada y con el Jesús pintado, y tiene tres metros de altura.

"Estamos examinando las cosas y viendo qué sucedió y cuánto costará repararlo todo", añadió el sacerdote. Es seguro que las seiscientas familias de lengua italiana, española o inglesa que asisten cada domingo a las sendas misas en sus respectivos idiomas, se van a volcar en la reconstrucción.

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