miércoles, 15 de abril de 2015

¿SON NECESARIOS LOS SACRAMENTOS?


Resumen de los fundamentos sacramentales

Cada sacramento corresponde a todos los momentos y etapas importantes de la vida cristiana

Por: Miguel Ángel García Iglesias | Fuente: Cristiandad.org

Los sacramentos son SIGNOS eficaces de la gracia, que han sido instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia, por ellos alcanzamos la vida eterna.

Los ritos con los cuales celebramos el sacramento nos sirven para identificar la gracia que por medio de cada sacramento recibimos, ésta gracia es la misma del Espíritu Santo.

Los sacramentos suponen Fe, la fortalecen, alimentan y son un medio por el cual esta misma Fe se expresa. Ellos son necesarios para la salvación de cada uno de nosotros.

Los sacramentos de la Iglesia Católica son 7: Bautismo, Confirmación, Eucaristía (iniciación cristiana), Penitencia, Unción de Enfermos (curación), Orden Sacerdotal y Matrimonio (servicio a la comunidad). Cada sacramento corresponde a todos los momentos y etapas importantes de la vida cristiana. Los 3 primeros o de iniciación nos sirven para fundamentar nuestra vida cristiana.

1)Comenzar una nueva vida = Bautismo
2)Afianzar esa nueva vida = Confirmación
3)Alimentarnos para ser verdaderos discípulos = Eucaristía

El BAUTISMO es el fundamento de la vida cristiana, es la puerta a la vida espiritual y a los demás sacramentos. Por él somos liberados del pecado, nacemos a una vida nueva ( hijos de Dios ), somos miembros del cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia y nos convertimos en sacerdotes, profetas y reyes.

Bautismo significa sumergir, es decir, con este sacramento somos sepultados con Cristo y resucitados con él, con el renacemos por el agua y del espíritu para entrar en el reino de Dios (Jn 3,5 ).

Este sacramento imprime carácter, es decir, por él somos consagrados al culto de la religión cristiana católica, por lo tanto, sólo puede ser administrado una vez.

Algunas citas que avalan este sacramento (Mt 3,6.11.15.16; 28,19; Mc 10,38;16,15-16; Jn 1,33; 19,34; Hch 2,38; 8,35; 10,44-48; Rm 6,1-11).

La CONFIRMACIÓN es un sacramento que perfecciona la gracia recibida en el bautismo, por él recibimos al Espíritu Santo y fortalecemos los dones recibidos en el Bautismo. Tan bien imprime carácter y, por lo tanto, se administra una vez; esto se hace cuando el bautizado tiene uso de razón.

Este sacramento sólo lo administra el Obispo o algún delegado, en él renovamos nuestros compromisos bautismales. El principal texto que avala este sacramento es Hch 8,14-17.

La EUCARISTIA es "el sacramento de sacramentos", entorno gira la vida cristiana, es el corazón y cúlmen de toda la vida de la Iglesia. Es el memorial de la Pascua de Cristo, de la obra de salvación realizada por la vida, muerte y resurrección de Jesús; por medio de ellos los cristianos nos hacemos participes del sacrificio de alabanza y de acción de gracias que hace Cristo al Padre, es decir, Cristo es quien se ofrece y celebra esta alianza nueva y eterna, bajo las especies de vino y de pan. La Eucaristía es también ofrecida es también ofrecida para reparar nuestras fallas y la de los difuntos.

Al participar de ella dignamente reforzamos nuestra unidad con Jesús y fortalecemos al Cuerpo de Cristo: la Iglesia. Otros nombres que recibe son Cena del Señor, Fracción del Pan, Santa Misa, Asamblea Eucarística, Santo Sacrificio.

La celebración Eucarística comprende:

Ritos iniciales
Liturgia de la Palabra
Liturgia Eucarística
Santa Comunión
Despedida

Textos: Ex 12,1-15; Mt 26,26-29; Mc 14,22-25; Lc 22,19-20; ICor 11,23-33; Jn 6,51-56.

La PENITENCIA es el sacramento por medio del cual nos reconciliamos con Dios y nos volvemos a unir al cuerpo de la Iglesia, ya que por el pecado rompemos la comunión con él. Para celebrarlo correctamente tenemos que seguir 5 pasos:

a) Examen de conciencia
b) Dolor de corazón
c) Propósito de enmienda
d) Decir los pecados al confesor
e) Cumplir la penitencia para reparar el daño causado por los pecados.

Los efectos que nos regala el sacramento son: Reconciliación con Dios, recuperación de la gracia, remisión por la pena merecida por los pecados, la paz y la serenidad de conciencia, el consuelo espiritual y el aumento de fuerzas para luchar contra el pecado. Sólo mediante la confesión y la absolución nos reconciliamos con Dios. El texto que nos muestra la institución de este sacramento es Jn 20,22-23.

La UNCIÓN DE LOS ENFERMOS tiene como finalidad conferir una gracia especial al cristiano que experimenta las dificultades de una enfermedad grave o de la vejez; se puede recibir cada vez que sea necesario. Las gracias recibidas por este sacramento son: la unión del enfermo a la pasión de Cristo, para su bien y el de la Iglesia; el consuelo, la paz y el ánimo para soportar los sufrimientos. Ver St 5,14-15.

El sacramento del ORDEN tiene su fundamento en la participación del sacerdocio común recibido en el bautismo. Es un ministerio para servir en nombre y representación de Cristo a una comunidad. Existen 3 grados: Episcopal, Presbiteral y Diaconal; sin la presencia de los ministros no se puede hablar de Iglesia.

Este sacramento es conferido por la imposición de las manos seguido de una oración consacratoria solemne en donde se le pide a Dios las gracias del Espíritu Santo requeridas para el ministerio. La ordenación imprime carácter. Sólo los varones bautizados pueden ordenarse. Los textos base Hb 5,1; 7,11; Sal 110; Mt 26,26-29; Mc 14,22-25; Lc 22, 19-20.

UNCIÓN DE ENFERMOS. La enfermedad es un momento crítico en la vida de todo ser humano, el dolor que muchas veces viene a debilitar la mente y viene a continuación la desconfianza en uno mismo, y los demás y ¿por qué no decirlo?, la desconfianza en Dios. En un momento crítico Job dijo: "¿Por qué al salir del vientre de mi madre no morí y no perecí al salir de las entrañas?" (Jb 3,11). El enfermo llega a sentirse una "carga" para su familia; por eso debe ser ayudado por la comunidad por medio del sacramento de la unción de los enfermos. Jesús de hace presente junto a la cama del enfermo para fortalecerlo, para consolarlo, para curarlo.

Algunas personas dicen "Dios me mandó esta enfermedad". Pero esto es incorrecto: Dios no manda enfermedades. En el Evangelio muestra a Dios como un "papá" bueno. La enfermedad es le mal del mundo que se nos acerca; y en ese mal momento, el Señor está junto a sus hijos para fortalecerlos y ayudarlos a enfrentarse al mal.

Isaías ( el profeta ) expone las señales de las manifestación de Jesús: "Los ciegos ven, los cojos caminan, los sordos pueden oír" (Is 35,5-6). Cuando Jesús se presentó en la sinagoga, aseguró que "venía para curar los corazones oprimidos, para romper las cadenas" (Lc. 4,18-19). La presencia de Dios junto a nosotros es para luchar contra el mal.

Jesús exige fe a las personas que se acercan a él. En Mt encontramos el caso de un capitán que va a Jesús a pedir por su sirviente, que está gravísimo. Jesús le responde en una forma bastante rara: "Vete a tu casa y que se haga conforme a tu fe", puso una prueba de fe y la supero. (Mt 8,13). En Mc. Jesús baja de Monte Tabor, acompañado de tres apóstoles, y se encuentra con que los demás discípulos están en apuros: un papá les levó a su hijo epiléptico para que lo curaran, y los discípulos no lo pudieron curarlo. El papá enojado le dice a Jesús "Lo traje a tus discípulos y ellos no han podido". Jesús los reprochó diciéndoles: "Gente sin fe ¿hasta cuándo tendré que estar con ustedes?". El hombre le dijo a Jesús: "Si quieres, tu puedes sanarlo". Jesús le dijo: "¿Cómo que si puedo? Todo es posible al que tiene fe". Aquel hombre dijo: "Señor yo creo; ayúdame a creer". Es lo que debemos pedir a Dios: que nos ayude a creer.

Jesús quiso perpetuar su ministerio de sanación por medio de los discípulos "Sanen a los enfermos que haya y díganles: El reino de Dios está ya cerca de ustedes"(Lc,10). Jesús les dio un mandato expreso no fue un consejo. Mc "Salieron a predicar la conversión, sacaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban"(Mc 6,12). Santiago tiene un texto más específico, que la Iglesia lo ha insertado en el rito de la unción de enfermos "Si alguno esta enfermo, que llame a los presbíteros de la Iglesia, para que oren por él y, en el nombre del Señor, le unjan con óleo, y cuando oren con fe, el enfermo sanará y si ha cometido pecados, le serán perdonados" (St. 5,13-15). Antes se le llamaba extremaunción.

Algunas personas, muy equivocadamente, en estos momentos críticos de los enfermos, dicen: "No llamen al padre porque va asustar el enfermo". Prejuicio sin sentido cristiano. Muchos por este prejuicio han dejado morir a sus enfermos sin el consuelo y los efectos de la oración de la fe. Hay que recordar que no hay que esperar a que llegue el sacerdote para orar por el enfermo, todo cristiano debe recordar que él mismo pertenece al pueblo de sacerdotes, que su oración en familia es de valor incalculable par la salud espiritual y física del enfermo.

ORDEN SACERDOTAL. Muchos cristianos ignoran que ellos también son sacerdotes; tal ves no han meditado detenidamente la primera carta de San Pedro: "Ustedes son una familia escogida, un sacerdocio al servicio del Rey, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios, y esto es así para que anuncien las maravillas de Dios. El cual nos llamó a salir de la oscuridad para entrar en su luz maravillosa" (1P 2,9). Dice Pedro que somos un "pueblo de sacerdotes". Sacerdote es quien esta consagrado para ofrecer sacrificios a Dios. ¿Cómo es que yo, soy sacerdote si no ofrezco sacrificios? Todo cristiano ofrece a Dios todas sus cosas; por eso pertenece a un pueblo de sacerdotes. San Pablo describió la Iglesia como un "cuerpo" del cual Jesús es la cabeza. En ese cuerpo todos tenemos distintos ministerios, encargos, oficios y dones. En la Iglesia todos "participamos" del sacerdocio de Jesús, que es el sumo y eterno sacerdote del N. T.

En este cuerpo místico de Jesús unos han sido específicamente "consagrados" para servir a la comunidad como sacerdotes; a estos se le llama el SACERDOCIO MINISTERIAL; los demás fieles tienen el "sacerdocio común". Todos somos sacerdotes.

San Lc. dice que Jesús pasó toda una noche en oración y que, al día siguiente, de entre todos los discípulos escogió a sólo doce (Lc 6,16-13). Estos lo siguen a todas partes, aprenden su doctrina, hasta sus gestos, para quedarse en lugar de él cuando Jesús ya no esté físicamente en el mundo. A ellos les da poderes especiales. "Reunió a los doce y les dio poder de expulsar toda clase de demonios y de curar enfermedades; los envió a anunciar el reino de Dios y a sanar enfermos" (Lc. 9,1). Mt. dice: "Todo lo que aten en la tierra será atado en el cielo y los que ustedes desaten en la tierra, será desatado en el cielo". Los términos de "atar y desatar", el el vocabulario de los judíos rabinos, equivalía a "prohibir o permitir". En la última cena sólo estaban los doce apóstoles, y sólo a ellos Jesús les ordeno: "Hagan esto en memoria mía". Jesús hacia referencia a "consagrar el pan y el vino". Después de la resurrección, se les apareció a los doce y les dijo: "A quines ustedes perdonen los pecados, les serán perdonados y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar" (Jn 20,23). Jesús explico a los doce: "Como el Padre me envió, así los envió Yo a ustedes".

Los apóstoles hicieron partícipes a otros del sacerdocio que ellos habían recibido de Jesús. Por que sabían que ellos no eran eternos, comenzaron hacer los mismo que Jesús había hecho con ellos. En Hch. 14 los apóstoles están designando "presbíteros" en varias Iglesias. Presbítero se llama el sacerdote. San Pablo les da algunos consejos (1P 5). También se indica como Pablo impone las manos a Timoteo y lo nombra presbítero de Creta.

El sacerdote es un hombre entre los hombres (Cfr. Heb 5); un día sintió que el Señor lo llamaba a su servicio, entonces acudió a un Seminario para meditar si de veras el llamado era de Dios; también para que sus superiores, maestros los observaran, y un día lo pudieran presentar al Obispo para que fuera ordenado sacerdote.

En la Iglesia católica se continúa la tradición de los primeros cristianos: es un Obispo, sucesor de los apóstoles, el que "impone la manos", símbolo del poder al que va ser ordenado de sacerdote; también se le entrega una patena, un cáliz y los ornamentos sagrados, puntualizando que su misión será "presentar" ofrendas, pan y vino, en nombre de todo el pueblo. También se le ungen las manos porque van a servir a la comunidad, y le repite las mismas palabras de Jesús a los doce: "A quines ustedes perdonen los pecados, les serán perdonados y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar" (Jn 20,23). Se le entrega la Biblia por que es enviado a proclamar la Buena Noticia. El verdadero sentido de su ministerio es ser un instrumento de Dios; por eso San Agustín decía: "Cuando el sacerdote bautiza, es Cristo quien bautiza por medio de él"; nosotros podemos añadir: "cuando el sacerdote celebra misa, es otro Jesús que vuelve a consagrar el pan y le vino para darlo a los fieles en alimento. Cuando el sacerdote confiesa, es Jesús que vuelve a levantar la mano par perdonar los pecados; cuando el sacerdote predica, es Jesús quien quiere servirse de ese instrumento para hacer llegar su palabra viva a la comunidad". No hay que entender que el sacerdote sea un ángel. Es un hombre entre los hombres. El sacerdote se le ha llamado "otro Cristo"; no porque sea un santo, sino porque esencialmente es un instrumento de Dios para llevarnos a Dios.

El MATRIMONIO es el sacramento en el que un varón y una mujer constituyen una íntima comunidad de vida. Simboliza la unión de Cristo con la Iglesia. Otorga a los esposos la gracia de amarse igual que Jesucristo ama a la Iglesia, es decir, este sacramento perfecciona el amor humano y la gracia que procede de él reafirma su indisolubilidad y santifica el camino de la vida eterna. Su celebración debe ser pública. Sus propiedades son: la unidad, la indisolubilidad, y la apertura a la fecundidad.

Algunos textos son: Gn 1,27-28; 2,18-25; Mt 19,1-9; Mc 10,1-12; Lc 16,18; Jn 2,1-10; Ef 5,25-32 y ICor 7,1-ss.

Con frecuencia se escucha la broma de algunos que dicen que el matrimonio es como la "Divina Comedia" al revés. La Divina Comedia del poeta Dante tiene tres partes: infierno, purgatorio y cielo. Los bromistas afirman que el matrimonio comienza con un cielo, sigue un purgatorio y termina en un infierno. Esta broma denota algo trágico que está minando nuestra sociedad: la crisis en los matrimonios, que está dando por resultado un sinnúmero de personas frustradas y de hijos con serios traumas.

En el primer cap. del Gén, la Biblia nos dice cómo Dios creó al hombre; pero, apesar que lo rodeaban muchas cosas, había soledad en su corazón. "No está bien que el hombre esté sólo" -Dijo Dios-; y le regaló una compañera. Según las palabras de la Biblia, para que fuera una "ayuda adecuada". Vibró entonces el primer poema de amor en el mundo; Adán exclamó: "¡Esta sí que es carne de mi carne!". Añade la Biblia: "Hombre y mujer los creó; los bendijo y les dijo: Crezcan y multiplínquense". "Por eso el hombre deja a sus padres para unirse a una mujer, y formar con ella un solo ser" (Cfr. Gén 1,27-28; 2, 18-24). Con esto nos revela la igualdad en la dignidad que tiene el hombre y la mujer y la complementariedad que hay entre ellos. La unión varón/mujer tiene los siguiente elementos:

Gn 1-2.
1º Ambos aparecen como creados a imagen de Dios Gn 1,27.
2º Aparecen como complemento uno del otro. Gn 2,21. (Se´la, costilla, parte, lado).
3º Aparecen en unidad perfecta. Gn 2,24. una sola carne (basar -sentido físico = amor conyugal. -sentido moral = unidad de voluntad y pensamiento).
4º La relación varón/mujer aparece más fuerte que la de padre/hijo, hermana/hermano. Gn 2,,24.
5º Aparecen en perfecto entendimiento. Gn 2,25. Había equilibrio emocional.
6º Ambos reciben la misión de dominar la creación. Gn 1,28.


Conclusión:

* Hombre/mujer tienen la misma identidad e igualdad de naturaleza.
* Se afirma implícitamente la monogamia y la indisolubilidad del matrimonio.
* Se excluye la poligamia y el divorcio.

Cuando la Iglesia celebra un matrimonio, pretende repetir la escena bíblica de la bendición de Dios para el hombre y la mujer. E/P: Cuando el sacerdote tiene en el altar un panecillo de harina -la hostia-; y llega el momento de la consagración, el sacerdote repite las mismas palabras de Jesús en la última cena; entonces el pan queda consagrado: es el cuerpo de Jesús. Con nuestra fe así lo creemos. Los novios llegan al pie del altar, hacen su voto matrimonial ante Dios, y, en ese momento, se convierten en "algo sagrado"; han consagrado su amor el uno al otro ante Dios para toda la vida. Por eso afirmamos que el matrimonio es un sacramento; la repetición de lo que Dios consagró en el principio.

El matrimonio, querido por Dios desde la creación del hombre, adquiere con la venida de Cristo, una elevación sobrenatural, fuente de grandes bendiciones. La máxima novedad del matrimonio cristiano, consiste en que la unión conyugal entre los bautizados representa la unión de Cristo con la Iglesia.

Hay algo particular en este sacramento con respecto a los demás. En el bautismo el ministro es un sacerdote, en la eucaristía es un sacerdote como en la reconciliación. En el matrimonio los ministros del sacramento son los novios. Son ellos los que "se casan"; el sacerdote no los casa; el sacerdote únicamente es representante de la Iglesia, un testigo. El compromiso se verifica de una manera muy sencilla, por medio de unas palabras un "SI", que ellos han venido repitiendo el uno al otro muchas veces.

En el Cap. 19, 1-9 de Mt. se conserva una curiosa entrevista que los fariseos la hicieron a Jesús acerca del divorcio "¿Puede uno separarse de su mujer por cualquier motivo? . Jesús se remite a Gén 1-2 (voluntad de Dios). Y les hace ver que Moisés se había visto presionado por las circunstancias de la época para conceder el divorcio (es decir por la dureza de corazón Esklerocardia = Esclerocardía); por la incapacidad de comprender los mandatos de Dios y la docilidad a la voluntad de Dios. Por que en los planes de Dios, el divorcio no entraba. Jesús hace su propio comentario "Por lo tanto lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre". (Mt 9,6).

Para llegar al sacramento del matrimonio debe existir la base de un serio, período de conocimiento mutuo de los novios y de reflexión delante de Dios. Es muy importante que los novios tengan los mismo ideales (un mismo pensar y un mismo sentir 1P 3,8,9) sociales y los mismos sentimientos religiosos, porque muchas veces estas diferencias (entre otras) son causa de rupturas. Cuanto más desigualdad hay entre futuros esposos, tanto más hay que prolongar el noviazgo para acortar distancias. Hay que saber morir al propio egoísmo, saber perdonar día a día y no ir archivando en los profundo de lo subconsciente todo un sinnúmero de páginas negras y de malos recuerdos, que impiden amar y alejan a marido y mujer. Las relaciones sexuales durante el noviazgo son malas y dejan a los novios cada vez más frustrados, porque el estado provisional, pasajero en que viven no admiten de por sí una entrega total de persona a persona. Entregarse sin reserva quiere decir darse para siempre; y esto no se puede dar en el noviazgo. Como dijo Jesús "No se puede construir una casa sobre arena, sino sobre roca", es decir sobre sus mandamientos, su palabra.

Hoy en la actualidad se habla de la planificación familiar, debido a la explosión demográfica. Pero no todos le dan un mismo significado. En la mayoría de los casos lo que se busca es limitar el aumento de la población sin importar el cómo. La Iglesia promueve la planificación familiar usando métodos aprobados por la misma; el más conocido es el Método Billings. Los papás deben sentirse responsables de los hijos que traen al mundo, dándoles alimentación y educación adecuada.

Por ser el matrimonio indisoluble, no se admite el divorcio. Pero dadas las circunstancias graves, es posible, y a veces aconsejable, la separación. Naturalmente, los esposos bien casados, que viven separados, no pueden volverse a casar, mientras uno de ellos viva. La Iglesia ha estado siempre persuadida de que, conforme a la Palabra del Señor (Mt 19,6), no tiene poder para disolver el matrimonio correctamente celebrado.

Es distinto el caso cuando declara "nulo" el matrimonio. Es decir, después de estudiarlo bien, declara que realmente no hubo el matrimonio por alguna falla grave. Así es que disuelve un matrimonio (aparente) cuando una de las partes tenga los votos solemnes en una orden religiosa o sea sacerdote no se realizó matrimonio. La Iglesia disuelve también el matrimonio contraído entre dos no bautizados, cuando uno de ellos se convierte y se hace bautizar. Si para este último es problema vivir su nueva fe, le anula el anterior matrimonio y lo faculta para volverse a casar.

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