sábado, 31 de octubre de 2015

DE UN GAY FRANCÉS Y EL CAMBIO CLIMÁTICO


Vds. sin duda, no han oído hablar de él. En Francia sí, y mucho. Phillipe Verdier es (o era) el hombre del tiempo de la cadena pública France 2. Es también el primer hombre “público” francés “que “salió del armario”, entendido aquí como el primero que anunció que se casaría cuando la ley estableció en Francia que el matrimonio dejaba de ser la unión de un hombre y una mujer que da sentido y explicación a su etimología y a su definición, para pasar a ser la unión de dos personas cualesquiera (y esperemos que en el futuro, a la progresía no le dé por seguir “ampliando” su significado). Entonces todo el mundo habló de lo valiente que era Verdier, de lo arriesgado, de lo temerario…

Ahora Phillipe Verdier ha escrito un libro. Un libro titulado “Climat Investigation” que, como su propio título anticipa, se refiere al cambio climático. En él Verdier ni siquiera niega, como otros autores sí, que esté aconteciendo un cambio climático antropogénico debido al CO2 que producen las emisiones lanzadas por el hombre al ambiente. Ni siquiera. Pero sí afirma que el aumento de temperaturas también podría tener efectos positivos de los que no se habla, y desde luego, denuncia el complot de gobiernos, organizaciones ecologistas, científicos y medios de comunicación para promocionar el alarmismo. Pues bien, ahora sí, Philippe Verdier, ha sido suspendido de su trabajo y se halla sometido a la pública ignominia en su país. “Es todo por mi libro. Nadie puede contradecir la doctrina oficial”, asegura compungido quien ayer era uno de los “héroes oficiales” del sistema.

¿Se dan Vds. cuenta? Aunque la propaganda oficial sostenga lo contrario, aunque todos los medios insistan en ello y todos lo repitamos como papagayos, en la sociedad actual no hace falta ninguna valentía especial, no existe nada de arrojado, no hay el menor riesgo ni el menor peligro, en declararse gay o en decir que uno se casa con otra persona de su mismo sexo. Uno no pierde su trabajo, uno no es atacado por la calle, uno no recibe ningún reproche… antes al contrario, se gana unas portadas que a nadie le vienen mal y los elogios generalizados de todos a su paso, la promoción en el trabajo, ¡y que no se le ocurra a nadie reprocharle ni media! Sin haber puesto nada en peligro, sin haber arriesgado lo más mínimo… ¡se gana uno la medalla del héroe…! ¡si se lo hubieran puesto tan fácil a nuestro Cascorro!

Ahora bien, no toque uno las vacas sagradas de nuestra sociedad… Cásese Vd. con otro señor, ponga a parir a la Iglesia si le place (no digo que Verdier lo haya hecho), llame Vd. fascista a todo aquél que le haga la menor carantoña, haga Vd. lo que quiera… pero el cambio climático, amigo Verdier, el cambio climático… ese ni se toca ¿eh? ¡Que lo pongo a Vd. en la calle y no vuelve Vd. a asomar cabeza! ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Más allá de la hipocresía implícita en cuanto les relato, el “caso Verdier” ilustra a las mil maravillas una teoría que sostengo desde hace mucho tiempo. Pero como por hoy ya les he aburrido bastante y no conviene que los artículos se excedan en demasía y terminen convirtiéndose en discursos de Fidel Castro ante la ONU (cosa a la que, por demás, tengo cierta propensión), se la cuento mañana. Por hoy, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. Y no dejen de visitarme, así les cuento.

Luis Antequera

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