sábado, 19 de diciembre de 2015

¿LAS INDULGENCIAS Y EL PURGATORIO? FRANCISCO LOS HA GUARDADO EN EL DESVÁN


Eran elementos constitutivos de todos los jubileos. Pero no de éste. El Papa ya no habla de ellos, como si hicieran sombra al primado absoluto de la misericordia

ROMA, 19 de diciembre de 2015 – El jubileo es, por su propia naturaleza, un tiempo de
"indulgencias". Sin embargo, el Papa Francisco ha evitado hasta ahora pronunciar esta palabra.

No la ha pronunciado cuando ha abierto la primera puerta santa en Bangui, en la República Centroafricana; ni cuando la ha abierto en San Pedro, el 8 de diciembre, día de inicio oficial del jubileo, ni cuando lo ha hecho en San Juan de Letrán, la catedral de Roma. Y tampoco la ha pronunciado en las dos catequesis del miércoles que ha dedicado, hasta este momento, a explicar el año santo.

Para encontrar la palabra
"indulgencia" hay que ir a la bula de convocación del jubileo, la carta apostólica "Misericordiae vultus", del 11 de abril de 2015 y la posterior carta explicativa del 1 de septiembre.

En el segundo de estos dos documentos se lee que se concede la indulgencia a quien cruza una puerta santa, se confiesa, cumple una obra de misericordia, recita el
"Credo" y se une al Papa en la oración "por el bien de la Iglesia y del mundo entero".

Se añade que
"la indulgencia jubilar, por último, se puede ganar también para los difuntos".

Pero ni siquiera aquí se explica qué es concretamente la indulgencia. La palabra parece un sinónimo del
"perdón de Dios por nuestros pecados".

La indulgencia está asociada a algo concreto sólo en la bula de convocación, en la que se lee que a pesar de haber recibido el perdón sacramental "la huella negativa que los pecados dejan en nuestros comportamientos y en nuestros pensamientos permanece". Y la indulgencia es, de hecho, el acto con el cual Dios, a través de la Iglesia, "alcanza al pecador perdonado y lo libera de todo residuo, consecuencia del pecado".

Pero incluso así el concepto resulta muy vago. Para saber algo más no queda más remedio que recurrir al Catecismo de la Iglesia Católica, a los párrafos 1471 y siguientes, al final del capítulo sobre el sacramento de la penitencia o reconciliación.

En él la indulgencia está definida como
"la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados (…), que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia".

Y por
"pena temporal" se entiende el efecto que cada pecado, incluso después de haber sido perdonado, deja en quien lo ha cometido: "[un] apego desordenado a las criaturas que es necesario purificar, sea aquí abajo, sea después de la muerte, en el estado que se llama Purgatorio".

La indulgencia libera de esta pena purificadora
"temporal". Y la Iglesia dispensa dicha indulgencia recurriendo al inconmensurable tesoro de gracia acumulado por Jesús, María y los santos.

Los jubileos siempre han sido, de hecho, los tiempos de máxima donación de estas indulgencias en todo el mundo católico.

Basta ver la centralidad que las indulgencias han tenido en todos los jubileos de la historia, incluido el penúltimo, convocado y celebrado por Juan Pablo II.

En su bula de convocación, publicada el 29 de noviembre de 1998, no sólo se explicaba a fondo el significado de este
"elemento constitutivo del acontecimiento jubilar", sino que se añadía también un decreto de la Penitenciaria apostólica, que determinaba con precisión la disciplina requerida "para lucrar la indulgencia plenaria", tanto para quien se desplazara a Roma como para quien se encontrase en cualquier otro lugar de la tierra:

> Bula de convocación del Gran Jubileo del año 2000


En el jubileo de la misericordia convocado por Francisco, en cambio, todo esto está prácticamente apartado y la Penitenciaria apostólica es como si no existiera. El mensaje que el Papa transmite incesantemente es el de la misericordia y del perdón universales, de la cancelación total del pecado, sin ninguna alusión explícita a la remisión de la consiguiente pena. La palabra
"pena" es otra de las palabras desaparecidas. En la bula de convocación de este jubileo y en la posterior carta explicativa se utiliza en total sólo tres veces y de manera marginal: en una cita del profeta Oseas y en un par de referencias a la justicia terrena y a la condición de los encarcelados.

Pero no sólo el concepto de pena, sino también el de juicio es oscurecido en la predicación jubilar del Papa Francisco, como se puede observar en este pasaje clave de su homilía del 8 de diciembre:

"¡Cuánto se ofende a Dios y a su gracia cuando se afirma sobre todo que los pecados son castigados por su juicio, en vez de destacar que son perdonados por su misericordia! Sí, así es precisamente. Debemos anteponer la misericordia al juicio y, en cualquier caso, el juicio de Dios tendrá lugar siempre a la luz de su misericordia".

Francisco no abroga nada de la doctrina tradicional, pero al reordenar la jerarquía de las verdades -como le gusta hacer-, no teme que caigan en el silencio los artículos de fe que, en su opinión, hoy en día son marginales.

La doctrina y la disciplina de las indulgencias es uno de ellos. La novedad del año santo convocado por el Papa Bergoglio es que es el primer jubileo de la historia que prescinde de dicha doctrina y disciplina con el fin de no proyectar la más mínima sombra sobre la verdad prioritaria de la misericordia.

Con algún efecto colateral no insignificante, siempre en materia de doctrina, porque al prescindir de las indulgencias y de la pena
"temporal" purificadora tiende a desaparecer también el purgatorio.

Por lo que sólo queda, con el fin de volver a encontrar su significado y misterio, volver al pontificado anterior a éste, a una catequesis de Benedicto XVI del 12 de enero de 2011 y a un pasaje aún más memorable extraído de su carta encíclica
"Spe salvi" del 30 de noviembre de 2007:

> "Indulgentiarum doctrina"

Mientras que la bula de convocación del jubileo de la misericordia es esta:

> "Misericordiae vultus"

Con la sucesiva carta explicativa:

> "Al venerado hermano Monseñor Rino Fisichella…"

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Sobre el año santo, las indulgencias y el purgatorio, puede leerse lo que piensa el cardenal Mauro Piacenza, penitenciario mayor, en una entrevista a Zenit del 26 de octubre de 2015:

> Un Año "Entre la Tierra y el Cielo"

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Traducción en español de
Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España.

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