miércoles, 10 de febrero de 2016

CUARESMA DE LA MISERICORDIA


"No practiquéis vuestra religión delante de los demás solo para que os vean. Si hacéis eso, no obtendréis ninguna recompensa de vuestro Padre que está en el cielo.
Por tanto, cuando ayudes a los necesitados no lo publiques a los cuatro vientos, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente los elogie. Os aseguro que con eso ya tienen su recompensa. Tú, por el contrario, cuando ayudes a los necesitados, no se lo cuentes ni siquiera a tu más íntimo amigo. Hazlo en secreto, y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu recompensa.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Os aseguro que con eso ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora en secreto a tu Padre. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu recompensa.
Cuando ayunéis, no pongáis el gesto compungido, como los hipócritas, que aparentan aflicción para que la gente vea que están ayunando. Os aseguro que con eso ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, lávate la cara y arréglate bien, para que la gente no advierta que estás ayunando. Solamente lo sabrá tu Padre, que está a solas contigo, y él te dará tu recompensa."
 
Hoy, Miércoles de Ceniza empieza el tiempo de Cuaresma. Este año, tiene un sentido especial vivirla como Cuaresma de la Misericordia.
Jesús nos habla aquí de la entrega a los demás, de la oración y del ayuno. Es decir, caridad, oración y penitencia. Tres actividades que se han asociado siempre a la Cuaresma. Que siempre debemos practicar, pero con mayor dedicación en este tiempo.
Pero lo importante de este texto es, que estas cosas debemos hacerlas, no para quedar bien, no para que nos vean, no para que nos alaben, sino para que lo vea el Padre.
Estas cosas deben hacerse con misericordia, "enviando" nuestro corazón, colocándolo en las cosas, en las personas, en nuestros actos.
Ayer hablábamos de la autenticidad. Ser auténticos en Cuaresma es vivirla con amor. Nos entregamos a los demás porque los amamos, no para que nos elogien. Oramos, porque nuestro corazón está en Dios, no para que nos vean. Hacemos penitencia en secreto, porque nos consideramos pecadores, no para alardear de santidad.
Cuaresma es el tiempo de preparación a la festividad más importante del cristianismo: la Pascua; la muerte y resurrección de Jesús. Su entrega total para salvarnos, para hacernos sus hermanos y unirnos a Dios. Es un tiempo de crecimiento; pero un crecimiento como el de la semilla, que oculta en la tierra va germinando para devenir un árbol. Esto exige un trabajo humilde día a día. Exige que vayamos transformando en amor todo con lo que nos relacionamos. Esa transformación de amor es precisamente la Misericordia.
Pero la Cuaresma también es el momento para ser conscientes de la Misericordia de Dios hacia nosotros. Tiempo para considerarnos pecadores, pero también amados profundamente por Dios. Envueltos por su corazón. Es este convencimiento el que nos permitirá ser misericordiosos a nosotros.
 

 

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