miércoles, 24 de febrero de 2016

SERVIDORES


"Yendo camino de Jerusalén llamó Jesús aparte a sus doce discípulos y les dijo:

– Como veis, ahora vamos a Jerusalén. Allí el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley; lo condenarán a muerte y lo entregarán a los extranjeros para que se burlen de él, le golpeen y lo crucifiquen; pero al tercer día resucitará.

La madre de los hijos de Zebedeo se acercó con ellos a Jesús, y se arrodilló para pedirle un favor. Jesús le preguntó:

– ¿Qué quieres?

Ella le dijo:

– Manda que estos dos hijos míos se sienten en tu reino uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.

Jesús contestó:

–No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa amarga que voy a beber yo?

Le dijeron:

– Podemos.

Jesús les respondió:

– Vosotros beberéis esa copa de amargura, pero el sentaros a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí darlo. Será para quienes mi Padre lo ha preparado.

Cuando los otros diez discípulos oyeron todo esto, se enojaron con los dos hermanos. 25 Pero Jesús los llamó y les dijo:

– Sabéis que, entre los paganos, los jefes gobiernan con tiranía a sus súbditos y los grandes descargan sobre ellos el peso de su autoridad. Pero entre vosotros no debe ser así. Al contrario, el que entre vosotros quiera ser grande, que sirva a los demás; y el que entre vosotros quiera ser el primero, que sea vuestro esclavo. Porque, del mismo modo, el Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la libertad de todos."


Ayer veíamos un texto contra la hipocresía y un Jesús que invitaba a sus seguidores a la sencillez. Hoy, vemos como sus seguidores no han entendido nada. La madre de los Zebedeos tenía la idea de un Mesías rey, que reinaría sobre todo el mundo y derrotaría a los romanos. Los otros discípulos tampoco habían entendido nada y se enfadan de los deseos de grandeza de los Zebedeos. Lo más grave es, que esto sucede justo después de que Jesús haya anunciado, que va a ser perseguido y crucificado.

Jesús vuelve a repetir, como ayer, que él quiere ser el más grande ha de ser servidor de todos. Creo que nosotros, tampoco lo hemos entendido. Seguimos buscando privilegios, poder, dominio en la sociedad. Y eso, es justamente lo contrario de lo que Jesús quiere que seamos: una Iglesia al servicio de los hombres.

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