martes, 30 de agosto de 2016

EL DÍA A DÍA DE JESÚS (miércoles)


"Jesús salió de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba enferma, con mucha fiebre, y rogaron a Jesús que la sanase. Jesús se inclinó sobre ella y reprendió a la fiebre, y la fiebre la dejó. Al momento, ella se levantó y se puso a atenderlos.
Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diferentes enfermedades los llevaron a Jesús; él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó. De muchos enfermos salieron también demonios que gritaban:
– ¡Tú eres el Hijo de Dios!
Pero Jesús reprendía a los demonios y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
Al amanecer, Jesús salió de la ciudad y se dirigió a un lugar apartado. Pero la gente le buscó hasta encontrarle. Querían retenerlo para que no se marchase, pero Jesús les dijo:
– También tengo que anunciar las buenas noticias del reino de Dios a los otros pueblos, porque para esto he sido enviado.
Así iba Jesús anunciando el mensaje en las sinagogas de Judea."


El evangelio de hoy nos muestra el día a día de Jesús. Dedica el día a curar a toda clase de enfermos, empezando por la suegra de Pedro. Eliminaba el mal (los demonios) del corazón de los hombres.
Vemos también, cómo empezaba el día retirándose a orar.
Si queremos imitar a Jesús, la oración y la dedicación a los demás es el camino. Y acaba el texto dándonos una gran lección: Dios no es una propiedad nuestra. Si tenemos a Dios en nuestro corazón, es para llevarlo a todos los pueblos, para anunciarlo, para compartirlo. Una espiritualidad cerrada, es mero narcisismo.


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