domingo, 18 de diciembre de 2016

ÚLTIMO POST SOBRE LOS COMPROMISARIOS DE ESTADOS UNIDOS


Me gustaría seguir la conversación que tuve ayer con los comentaristas acerca de mi post. Vamos a ver, en el Colegio de Electores, hoy día, tal como está la legislación de los diferentes estados: unos compromisarios pueden votar con total libertad e independencia, otros compromisarios si no secundan la voluntad de los votantes del Estado tendrían que enfrentarse a cargos (pero su voto habría sido válido) y, por último, otros estados retiran la validez del voto de aquellos compromisarios que no secunden la voluntad expresada por los votantes.

Como se ve, este consejo no ha dado ningún problema hasta ahora, pero podría darlos gravísimos. Sobre todo en el caso de mala voluntad. Y eso sin contar con que la misma naturaleza del voto de cada miembro del consejo es un asunto constitucionalmente debatido.

¿A qué me refiero? Pues a que los Padres Fundadores, sin ninguna duda, diseñaron un consejo de hombres independientes que dieran su voto en Washington al hombre que consideraran más capaz. Pero, hoy día, en la práctica (aunque no en la teoría) es el Pueblo el que escoge. Para complicar todo esto un poco más algunos estados comenzaron a aprobar leyes que castigasen a los compromisarios que votasen de forma diferente a la de la voluntad de los votantes del estado que les otorgó esa función.

El Tribunal Supremo tuvo que intervenir. Al final, decidió que esas leyes eran constitucionales. Pero el asunto está lejos de estar zanjado: la voluntad inicial de los Padres Fundadores era clara, pero hoy día mantener esa independencia de los compromisarios podría dar lugar, incluso, a sobornos, a venta de votos y cosas por el estilo.

Lo que está claro es que tal como están las cosas hoy día a nivel meramente legal, ese consejo sigue siendo una pieza suelta en la maquinaria. Pero suelta para mal. Su independencia (la que de momento mantiene parte del consejo) puede dar lugar a todo tipo de corruptelas.


Si un sistema es claro como el de Montesquieu (tres poderes), la cosas están claras: sistema claro = cosas claras. Pero si un sistema comienza a multiplicar sus piezas sin más, comienza a ser posible jugar al ajedrez con esas piezas. Frente a la claridad del Pueblo que manifiesta su voluntad, con un sistema de múltiples piezas es posible hacer jugadas. Ya no importa tanto la voluntad del pueblo, como la capacidad para moverse por el tablero para lograr algo con o sin la voluntad de ese Pueblo al que teóricamente se representa.

Paradójicamente, en uno de mis ensayos, La decadencia de las columnas jónicas, defiendo el sistema de elección indirecta. Pero a condición de que las reglas del juego queden cristalinamente claras. De lo contrario, comienzan los problemas.

Lo mismo que en un banco las cuentas tienen que estar claras. En la nación, el sistema de transmisión del Poder tiene que cerrar todos los caminos a las ambigüedades. Esto es algo que hay que hacerlo escrupulosamente. Si no, después vienen los ayes.

Si algún día en Estados Unidos llegara al Poder un Presidente de forma ilegítima y se mantuviera así toda una legislatura, la causa de la libertad y la democracia se resentiría en todo el mundo.


P. FORTEA

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