CIUDAD DE MÉXICO, 09 Nov. 17 / 07:15 pm (ACI).- Durante la
celebración de la Misa,
el sacerdote es asistido por los acólitos, pero es el sacristán quien ayuda no
solo en las cuestiones litúrgicas sino también para la buena marcha cotidiana
del servicio en las iglesias católicas.
Aquí te explicamos 7 razones por las que el
sacristán es importante en los templos:
1.- DISPONIBILIDAD Y
SERVICIO
El sacristán es un laico o religioso que se encarga del orden, el
cuidado y la limpieza de la iglesia. Se encarga de que
el sacerdote tenga todo lo necesario para presidir la Eucaristía en cada tiempo
litúrgico, fiesta y solemnidad.
El Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME), a partir de una entrevista que
realizó a un grupo de sacristanes, indicó que en esta ocupación “no solo hay
varones, sino también sacristanas. Y por cierto excelentes”.
También debe “tener la disposición para hacer lo que te pidan, por ejemplo
labores humildes de limpieza, y para ir a donde sea, cambiar de parroquia, de
rumbo, de comunidad”.
“A veces te toca hacerle también de monaguillo, o
de lector. Nunca sabes qué vas a tener que hacer y eso hace que la labor no sea
monótona, siempre hay algo diferente”, indicó
uno de los sacristanes entrevistados por el SIAME.
2.- TRABAJA CUANDO LOS
DEMÁS DESCANSAN
Según informó el SIAME, un sacristán trabaja “toda
la semana, y más los domingos y días festivos”.
“Cuando hay Misa de 7:00 a.m. hay que madrugar,
cuando hay Misa de 9:00 p.m. hay que desvelarse”.
El sacristán es el primero en llegar al templo por la mañana y es el
último en retirarse. “Verifica que no quede nadie.
Echa un último vistazo para asegurarse de dejar las cosas en orden”.
3.- LO PRIMERO Y LO
ÚLTIMO QUE HACE ES REZAR
El SIAME indicó que
lo primero que hace el sacristán al llegar a la iglesia “es orar. Encomendar su jornada al Señor”. Antes
de volver a sus casa “hace una breve oración para
agradecerle su jornada a Jesús, y apaga la luz”.
4.- ES PACIENTE Y
HUMILDE
La mayor virtud del sacristán es la paciencia y la “ejerce constantemente para tratar con afabilidad a toda
la gente, que no siempre es amable ni prudente”.
También tiene la humildad para realizar todo lo que se necesite. “Se acomoda a barrer, a recoger y ordenar las hojitas de
Misa que deja la gente olvidadas, a apagar y quitar las veladoras gastadas, a
sacudir bancas y reclinatorios, y hasta a despegar chicles que algunos
maleducados rumiantes dejaron pegados en la parte de abajo de sus asientos”.
5.- CAPACIDAD DE
ADAPTACIÓN
Uno de los mayores desafíos de esta ocupación es “el trato con los distintos sacerdotes”.
Para un sacristán es fundamental “tener
capacidad de adaptación, buena voluntad, y ponerme listo para recordar cómo
cada uno prefiere que le ayude”.
También “llega a tener tal compenetración
con su párroco, que basta que éste le haga un ligero gesto, una mirada, una
pequeña inclinación de cabeza, y capta al instante lo que necesita y se
apresura a traérselo”.
6.- NO ES SOLO TRABAJO
Por otro lado, los sacristanes dijeron al SIAME que lo más satisfactorio
de ese oficio es “el trato con la gente. Por lo
general, es muy respetuoso y enriquecedor. Conoce uno a toda clase de personas,
hace buenas amistades, aprende”.
El servicio de sacristán es una oportunidad de “crecimiento
espiritual. Que no solo me beneficia a mí, sino que me ha ayudado mucho en la
relación con mi familia,
amigos y conocidos”.
Uno de los sacristanes comenta que, “a pesar
de mis defectos, Dios me haya llamado a servirlo. Me siento muy agradecido. Y
no considero que la mía sea simplemente una ‘chamba’, si así fuera, ya hubiera
renunciado”.
“Para mí es un apostolado, un servicio a Dios y a
mis hermanos”, resalta.
7.- GANAS DE APRENDER Y
MEJORAR
Los sacristanes también dijeron al SIAME que hay una necesidad de cursos
de preparación y actualización para su oficio.
Expresaron su deseo de que “hubiera buen
material que pudiéramos leer, estudiar, por ejemplo, un manual. Y reuniones
para conocernos entre nosotros, hacernos amigos”.
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