El 24 de junio de
1998, la Congregación para la Doctrina de la Fe, publicó una Notificación
declarando que las obras del jesuita indio (ya fallecido) Anthony de Mello son incompatibles
con la fe católica.
Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org
Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org
PREGUNTA:
Estimado Padre, yo he sido un asiduo lector de
los libros del Padre Anthony de Mello. Por esta razón me ha sorprendido leer en
algunos medios que estos han sido censurados por el Vaticano. Quisiera saber si
esto es verdad y el motivo de esta prohibición. Gracias por su respuesta.
RESPUESTA:
Estimado amigo:
Debo decir que efectivamente, el 24 de junio de 1998, la Congregación para la
Doctrina de la Fe publicó una “Notificación”, acompañada
de “Nota ilustrativa… sobre los escritos del Padre
Anthony de Mello”[1]. El documento referido declara que las obras del jesuita
indio (ya fallecido) Anthony de Mello son “incompatibles con la fe católica”. Según
señala el documento, en sus obras, el P. de Mello “sustituye
la revelación acontecida en Cristo con una intuición de Dios sin forma ni
imágenes, hasta llegar a hablar de Dios como de un vacío puro”. “Para ver a
Dios hacía solamente falta mirar directamente el mundo. Nada podía decirse
sobre Dios; lo único que podemos saber de Él es que es incognoscible.
Ponerse el problema de su existencia sería ya un sinsentido”.
La notificación de la Congregación para la Doctrina de la Fe, viene acompañada
con un documento explicativo de seis páginas en las que detalladamente se citan
las obras más famosas del P. de Mello y se las contrasta con las enseñanzas de
la Iglesia, dejando así en evidencia su incompatibilidad. Entre los principales
errores del sacerdote indio, autor de obras como El Canto de la Rana, El Canto
de los Pájaros y muchas otras distribuidas masivamente por algunas editoriales
católicas, que se señalan en la Nota ilustrativa, hay que destacar:
1) Su teoría de la contemplación como
autoconciencia es, por lo menos, ambigua.
2) Equipara la noción de la revelación cristiana y la de Lao-Tse, con una
cierta preferencia por este último.
3) Tiene afirmaciones sobre Dios que ignoran, si no niegan explícitamente, su
carácter personal y lo reducen a una vaga realidad cósmica omnipresente. Se
proclama un Dios impersonal.
4) Ironiza y critica con frecuencia todo intento de lenguaje acerca de Dios.
5) Afirma que la Biblia no nos da a conocer a Dios.
6) Diluye la filiación divina de Jesús en la filiación divina de los hombres. Jesús es un maestro
entre tantos.
7) Reduce la presencia de Jesús en la Eucaristía a un mero símbolo.
8) Parece afirmar que el ser del hombre está llamado a la disolución, como la
de la sal en el agua.
9) Enseña que el mal no es más que ignorancia y falta de iluminación. Es más
llega a afirmar que “no hay nada bueno ni malo, sino que el pensamiento lo hace
tal”.
Y se podrían seguir señalando errores.
Por estos motivos el Magisterio ha considerado un deber declarar que estas
enseñanzas no sólo son incompatibles con la fe católica sino que pueden
causar grave daño a quienes las leen o usan para meditar.
Es sabido que muchas obras de De Mello se han convertido en best sellers,
incluso fuera del ambiente católico. Su mensaje, según sus críticos proporciona
un conjunto de aforismos atractivos aunque no coherentes entre sí, que
responden más bien a una espiritualidad sin Dios más correspondiente con el
movimiento de la New Age que con la doctrina de la Iglesia. Hay que señalar que
de Mello jamás apoyó o suscribió explícitamente la corriente New Age. Pero sí
ha ocurrido que numerosas librerías y sitios Internet New Age ofrecen las
obras, pasajes o conferencias del sacerdote como cosas propias de este
pensamiento.
Como puede verse, estamos muy lejos de la fe cristiana. Se entiende que esta
notificación imponga como un deber moral y una consecuencia lógica que las
obras del Padre de Mello sean retiradas por las editoriales y librerías
católicas. No se pide con esto ninguna cosa extraordinaria sino sólo un
importante acto de coherencia.
[1] Esta notificación lleva
fecha del 14 de junio de 1998. Se puede encontrar en L’Osservatore Romano, 28
de agosto de 1998, p. 5-6.
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