En la eutanasia, un
ser humano da muerte consciente y deliberadamente a otro ser humano inocente
Por: Alfonso Aguiló | Fuente: Fluvium.org // interrogantes.net
Por: Alfonso Aguiló | Fuente: Fluvium.org // interrogantes.net
Con la legalización hace unos años en Holanda de
la eutanasia activa bajo ciertas circunstancias, el viejo "derecho a pedir una muerte
digna" ha pasado ya a ser el "derecho a dar una muerte digna" (el salto del pedir al dar no es de poca
importancia).
Ese salto –que ha sido ya imitado en otros
lugares– ha contribuido a reavivar el viejo debate de la eutanasia, aunque esta
vez de forma bastante más inquietante.
Un debate que a todos nos interesa, porque,
cuando se habla de la vida y de la muerte, todos tenemos cosas que decir.
Pero parece que querer morir dignamente es una aspiración
legítima, sensata y coherente.
La dignidad y la dulzura son dos cualidades que
hacen al hombre más humano, y es natural que todos estemos un poco seducidos
por la idea de que ambas estén presentes en nuestra propia muerte. El problema
viene a la hora de pensar en cómo se muere uno dignamente.
Porque, ¿qué es más digno, esperar pacientemente
la llegada de la muerte, luchando en lo posible por mitigar el dolor, o morir
sin dolor a manos de otro hombre?
Porque en
este punto se da no pocas veces una cierta manipulación de las palabras,
presentando la eutanasia como algo más inocuo de lo que es. Se dice muerte
dulce, o muerte digna para propiciar su aceptación social, como si no
existiera, o como si fuera secundario el hecho central de
que, en la eutanasia, un ser humano da
muerte –consciente y deliberadamente– a otro ser humano inocente.
El respeto a la dignidad de la vida humana es un
fundamento esencial de la sociedad. Por eso la eutanasia debe considerarse
siempre como un acto de intolerancia inaceptable, por muy presuntamente nobles
o altruistas que aparezcan las motivaciones que animen a ejecutar tal acción, y
por suaves y dulces que sean los medios que se utilicen para realizarla.
Quien aplica la eutanasia no permite continuar
una vida que él considera inútil o sin sentido. Pero... ¿Quién es él para decidir que una vida está de
más, es inútil, no tiene sentido, o no tiene derecho a vivir?
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