Es el primer paso
hacia su beatificación y canonización de quien fue pontífice durante 33 días en
1978.
Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
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El 8 de noviembre de 2017 el Santo Padre
Francisco recibió en audiencia a Su Eminencia el cardenal Angelo Amato, S.D.B.,
prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Durante la
audiencia, el Sumo Pontífice autorizó a la misma Congregación a promulgar el
Decreto relativo a las virtudes
heroicas del Siervo de Dios Juan Pablo I (Albino Luciani), Sumo
Pontífice; nacido el 17 de octubre de 1912 en Forno di Canale, hoy Canale
d'Agordo (Italia) y fallecido el 28 de septiembre de 1978 en el Palacio
Apostólico en el Vaticano.
La decisión fue prevista tras el voto unánime
con el que la Congregación para las Causas de los Santos había reconocido esta
misma semana sus virtudes heroicas, en seguimiento al también unánime parecer
de su comisión de teólogos.
De esta forma quedaba concluida la fase romana
de la causa de canonización abierta en
marzo de 2008, recogida en una Positio sobre la heroicidad de sus
virtudes y su fama de santidad de casi cuatro mil páginas. El siguiente paso
para la beatificación es que la Santa Sede reconozca al menos un milagro
obtenido por su intercesión.
BREVE SEMBLANZA
Albino Luciani nació el 7 de octubre de 1912 en Forno di Canale, en la región del Véneto, y fue ordenado sacerdote el 7 de julio de 1935. Trabajó como vicario parroquial en Agordo, luego como profesor de religión allí, y en 1937 fue nombrado subdirector del seminario de Belluno. Tras licenciarse en Teología por la Gregoriana en 1947, fue ascendiendo en la diócesis (procanciller, provicario y vicario general), hasta que en 1958 San Juan XXIII lo designó obispo de Vittorio Veneto. Participó en el Concilio Vaticano II, y en 1969 el Beato Pablo VI lo promovió a Patriarca de Venecia, uno de los tradicionales viveros de Papas. En 1973 recibió la púpura cardenalicia, y aunque no figuraba entre los papables en el cónclave posterior a la muerte del Papa Montini, tampoco fue una sorpresa absoluta como la que esperaba a la Iglesia pocas semanas después con la llegada a la Santa Sede del cardenal de Cracovia.
Se le ha llamado "el Papa de la Sonrisa" por
el contraste que supuso su rostro alegre con el gesto normalmente más adusto de
su predecesor. Pero es algo más que eso. Era ya conocido como un pastor muy próximo a los fieles y que
había inaugurado formas de comunicación poco habituales con los cristianos.
Su libro
Ilustrísimos Señores,
convertido en best seller tras su designación como Papa, consistente en una
serie de cartas a personajes variados, reales y ficticios (de Charles Dickens a
Santa Teresa de Ávila, pasando por Pinocho, por citar solo algunos), que le
servían para introducir cuestiones de actualidad, de fe y de moral.
La brevedad de su pontificado dejó inédita la
orientación general que habría adquirido de prolongarse en el tiempo. Pero no
quiere decir que no influyese en el inmediato futuro. Para los cardenales que
acababan de elegirlo fue un shock. Elcardenal Joseph Ratzinger se preguntó así: “¿Cuál
es la voluntad de Dios con respecto a nosotros en este momento? Estábamos
convencidos de que la elección se había hecho en correspondencia con la
voluntad de Dios, no simplemente de una forma humana… y si había muerto después
de un mes de resultar elegido de acuerdo con la voluntad de Dios, era que Dios tenía algo que decirnos”. Según
el cardenal William Baum
(1926-2015), arzobispo de Washington, también había en ese fallecimiento súbito
"un mensaje del Señor para enseñarnos
algo", y de esa forma el cónclave subsiguiente fue "intensamente devoto" y "más profundamente espiritual" que el
anterior. Se interpretó, concluía el futuro Benedicto XVI, que se abría "la posibilidad de llevar a cabo algo nuevo". Y así fue.
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