Será beatificado el
11 de noviembre de 2017 en Madrid (España)
Por: n/a |
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Miguel Aguado es uno de los 60 mártires que será
beatificado el próximo sábado 11 de noviembre en Madrid (España), y una de sus
hijas, que quedó huérfana con 4 años, declaró que todas las noches rezó “por su padre, para que estuviera en el Cielo y por el
alma del asesino para que Dios le convirtiera”.
El delito de Miguel Aguado fue ser católico y
seglar congregante de la Medalla Milagrosa, es decir, perteneciente a la
congregación vicenciana.
Según se precisa en la biografía de este mártir
y que se recoge en el semanario Alfa y Omega, Miguel iba a Misa a diario, muy temprano, a la
basílica de la Milagrosa, situada en el centro de Madrid, hasta que la cerraron
en julio de 1936.
Ir a Misa diaria llamaba la atención de los
vecinos y hacía que tanto Miguel como su esposa, María, fueran conocidos en su
edificio como “fervientes católicos”.
Sin embargo, en octubre de 1936 los vecinos del
edificio denunciaron a Miguel y a María a los milicianos. Miguel fue arrestado
y llevado a la cárcel.
Según se precisa, “la
esposa era muy valiente y soportando las mayores humillaciones y groserías,
acudía a la cárcel con sus cuatro hijos”.
Miguel fue condenado sin juicio y fusilado en
Paracuellos del Jarama, Madrid (España) junto a 25 compañeros el 27 de
noviembre de 1936, festividad de la Virgen Milagrosa, de la que era
congregante.
Su esposa María quedó viuda a los 30 años y al
cargo de cuatro hijos: Ángeles de 6 años, Carmen de 4 años, Miguel de 2 años y
Gloria de 6 meses.
La esposa del mártir es un buen ejemplo de
perdón cristiano y de la fortaleza que Dios da a quienes se abandonan en Él.
Viuda y “sin más ayuda que la Providencia, nunca
demostró odio ni sentimiento de venganza”, se precisa en la biografía
del mártir.
En ese sentido, la segunda de las hijas de
Miguel y María dijo que su madre “todas las noches
antes de acostarnos nos hacía rezar por
nuestro padre, para que esté en el Cielo y por el alma del asesino, para que Dios
le convierta y le lleve al Cielo”.
Carmen, que falleció hace dos años, también
aseguró que no le quedaba dudas “de que mi padre
aceptó la muerte por el Señor, porque era un buen cristiano”.
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