La respuesta
reproduce el artículo que ha publicado recientemente la asociación Farmaciencia.
Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE. | Fuente: TeologoResponde.org
Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE. | Fuente: TeologoResponde.org
PREGUNTA:
La inquietud que me lleva a consultarle es
la siguiente : Debido a mis enfermedades, por los cuales he pasado por
diferentes especialistas médicos, se me ofrece la ocasión de ser tratada por un
orientador que me ofrece un tratamiento de aromaterapia.
Mi consulta es si puedo, como católica respetuosa de la ley de Dios, someterme a este tratamiento.
Quedaré muy agradecida de su respuesta, atentamente. ME
Mi consulta es si puedo, como católica respetuosa de la ley de Dios, someterme a este tratamiento.
Quedaré muy agradecida de su respuesta, atentamente. ME
RESPUESTA:
Estimada: Yo no soy especialista en este tema,
pero le reproduzco a continuación el artículo que ha publicado recientemente la
asociación Farmaciencia en su blog, con el fin de la divulgación científica
frente al auge de las pseudoterapias. Está firmado por Roi Cal Seijas,
licenciado en Farmacia. El mismo aparece también publicado en el Boletín
Monográfico de InfoRIES nº 534, dedicado a PSEUDOTERAPIAS Y PSEUDOCIENCIAS.
Entendemos por aromaterapia la disciplina que
usa los aceites esenciales extraídos de ciertas especies vegetales para mejorar
el bienestar físico o mental y que se fundamenta en los efectos producidos por
los aromas en el organismo. Esta terapia (o pseudoterapia, ya veremos…) tiene
su origen en 1935 de mano del químico francés René-Maurice Gattefosé, aunque el
uso de los aceites esenciales y de los aromas para tratar enfermedades es muy
anterior.
En aromaterapia el aceite esencial es
administrado por vía inhalatoria, bien de forma directa con
difusores/evaporadores o bien en forma de masaje aromaterapéutico, baños
aromáticos, cataplasmas, etc. Los olores están compuestos por moléculas
volátiles que pueden interaccionar con los receptores de las células olfativas
y generar una respuesta. Un aceite esencial o aceite volátil es una mezcla de
diversas sustancias químicas (hidrocarburos, alcoholes, ácidos, ésteres,
aldehídos, cetonas, enoles y compuestos sulfurados o nitrogenados), extraídas
de una fuente vegetal mediante destilación en vapor de agua. Cada aceite
esencial es característico de una especie vegetal (o animal, en caso del
almizcle) y posee una composición única que le otorga su olor y sabor
característico. El uso de aceites esenciales está muy extendido en la
elaboración de productos cosméticos por su agradable olor, aunque también se
emplean en industria alimentaria para mejorar el sabor.
Algunos aceites esenciales que empleamos de
forma habitual no pueden ser considerados aromaterapia: el popular bálsamo
Vicks Vaporub combina diferentes esencias (menta, eucalipto, trementina…) con
una acción balsámica-expectorante útil en resfriados, el aceite de árbol del té
aplicado de forma tópica tienen acción bactericida/antifúngica, las esencias
con mentol o alcanfor añaden a pomadas antiinflamatorias por su acción
rubefaciente, etc.
EVIDENCIA CIENTÍFICA EN
AROMATERAPIA
A pesar de que el uso de la aromaterapia está
bastante extendido no encontraremos evidencia científica sólida que respalde
ninguna de las indicaciones en las que se está empleando. Ciertamente hay mucha
literatura y estudio publicados, sin embargo las revisiones más rigurosas
siempre concluyen igual: “Baja calidad, tamaño de
muestra insuficiente, no se pueden sacar conclusiones, se necesitan más
estudios…”. Veamos algunos ejemplos:
1.- Aromaterapia para el
tratamiento del dolor durante el trabajo de parto.
2.- Aromaterapia y masaje
para el alivio de síntomas en pacientes con cáncer.
3.- Aromaterapia para la
promoción de la relajación y el sueño, el alivio del dolor y la reducción de
los síntomas depresivos en pacientes con demencia.
4.- Aromaterapia para el tratamiento
de las náuseas y los vómitos posoperatorios.
Uno de los estudios más numerosos fue publicado
en el año 2000, en él se incluyeron seis estudios en los que se evaluaba la
utilidad de la aromaterapia en el tratamiento o prevención de la ansiedad, aplicada
mediante masaje aromaterapeútico. Si bien en un principio estos estudios
parecían indicar que el masaje de aromaterapia poseía un ligero y breve efecto
ansiolítico, los autores concluyeron que la investigación realizada no fuera lo
suficientemente rigurosa como para probar la eficacia de la aromaterapia en el
tratamiento de la ansiedad.
La dificultad principal en el estudio de la
aromaterapia por inhalación es el diseño de un ensayo clínico doble ciego
controlado con placebo. Para que los resultados sean confiables se debe ocultar
la verdad tanto a los participantes como a los investigadores, algo complicado
porque ambos son conscientes del aroma que perciben. Por otra parte, es
imposible distinguir si el efecto relajante o la disminución de la ansiedad se
debe a la presencia de alguna molécula concreta en la esencia que interacciona
con nuestro organismo o al simple hecho de percibir un aroma agradable.
Sí existe una evidencia científica convincente
para algunos compuestos presentes en los aceites esenciales cuando éstos se
administran por otras vías como la oral, tópica o pulmonar. Algunos aceites
esenciales ricos en terpenos son beneficiosos cuando se emplean por vía oral en
catarros, bronquitis agudas o sinusitis. El aceite del árbol de té, de la planta
Melaleuca alternifolia, posee propiedades antibacterianas y antimicóticas. Sin
embargo, insistimos que no todo uso de aceites esenciales debe ser considerado
aromaterapia.
PRODUCTOS BASADOS EN LA
AROMATERAPIA
Uno de los principales fabricantes de aromaterapia
en nuestro país en Pranarom, famosos por acuñar el término “aromaterapia científica”. Si revisamos su
vademécum de aromaterapia nos encontraremos con productos e indicaciones como
éstas: Abeto negro (Picea mariana): cansancio que se
manifiesta a primeras horas de la mañana. Mandarina (Citrus reticulata): para
un momento de relajación. Mandravasarotra (Cinnamosma fragrans): para reforzar
las defensas inmunitarias. Canela de China (Cinnamomum cassia): afrodisíaco.
Naranjo amargo (Citrus aurantium ssp): para una vuelta al trabajo sin estrés ni
angustia. Yuzu (Citrus junos): obtendrás un gran momento de calma, paz y
serenidad en este mundo tan estresante. Pachuli (Pogostemon cablin): mejora de
la circulación linfática y venosa.
No se ha encontrado una evidencia científica
sólida que respalde estos productos para estas indicaciones concretas. El
término aromaterapia científica está completamente injustificado y parece
corresponder más a un concepto de marketing o publicitario que a una realidad.
Estos productos a base de diversos aceites esenciales y las propiedades que les
atribuyen se sustentan más en un uso tradicional que en evidencias científicas.
Los efectos secundarios de la aromaterapia
administrada por vía inhalatoria son escasos y leves, principalmente consisten
en nauseas, mareos o dolor de cabeza. Por vía oral los aceites esenciales han
de manejarse con cuidado ya que algunos poseen una toxicidad importante.
Especial precaución debería tenerse en niños y embarazadas, en la que esta vía
está desaconsejada. Como cualquier otro producto de fitoterapia habrá que tener
en cuenta dosis, interacciones, precauciones y contraindicaciones. Por vía
tópica también pueden causar irritación y problemas cutáneos especialmente en
personas susceptibles (psoriasis, atopía…).
CONCLUSIONES
La aromaterapia, entendida como la utilización
de aceites esenciales por vía olfativa para provocar una respuesta en el
organismo a través de la interacción con receptores olfativos, es claramente
una pseudoterapia que carece de aval científico. Los profesionales sanitarios
(médicos, farmacéuticos, enfermeros…) deberían abstenerse de recomendar este
tipo de productos. Los colegios profesionales deberían abstenerse de acoger
cursos sobre aromaterapia por razones deontológicas.
Algunos aceites esenciales contienen moléculas
biológicamente activas que pueden resultar eficaces y poseer utilidad
terapéutica en ciertas indicaciones. Para que un aceite esencial sea eficaz
debe emplearse una vía de administración convencional como para el resto de
fármacos (oral, pulmonar, tópica…). La recomendación de un aceite esencial debe
hacerse en base a pruebas científicas y no apoyándose en el uso tradicional.
Deberá prestarse mucha atención a la toxicidad y a las contraindicaciones y
advertir a los pacientes que “natural” no es
sinónimo de inocuo.
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