domingo, 19 de noviembre de 2017

¿QUÉ DEBEMOS MIRAR DE UN VIDENTE PARA SABER SI ES AUTÉNTICO?

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Las diferencias entre los videntes son un escándalo para algunos.
¿Por qué las diferencias de las visiones de los videntes? ¿Si son verdad, entonces por qué distintos videntes describen los mismos eventos con detalles diferentes? Las diferencias de contenido de las visiones de místicos y videntes causan descrédito entre alguna gente. Porque esperan encontrar afirmaciones fácticas precisas.
La respuesta que veremos es que las revelaciones privadas no han sido diseñadas para darnos información fáctica precisa.
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Sino para hacernos comprender y vivir nuestra fe.
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Es como si los elementos fácticos que introducen son el marco de referencia global para introducir el mensaje piadoso.
Pero por otro lado está toda la problemática de la credibilidad de los videntes relacionada con su vida.
¿Hasta dónde es lícito aceptar las visiones de un vidente pecador?
DIVERGENCIAS EN VISIONES SOBRE LA ASUNCIÓN DE MARÍA
Aquellos quienes estudian las vidas de videntes y místicos se encuentran siempre, en algún momento, con la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que a veces los videntes parecen revelar diferencias en los detalles que conciernen al mismo hecho? Por ejemplo, ¿qué hay acerca de la Asunción de María a los Cielos? La Beata Ana Emmerick marca este momento como ocurrido 13 años después de la muerte de Cristo. Santa Brígida lo ve sucediendo en el año 14 después de la muerte del Señor. La Venerable María de Agreda ubica la Asunción de María en el año 21 posterior a la muerte de Jesús. ¿Por qué estas diferencias?

DIVERGENCIAS EN VISIONES DE LA CRUCIFIXIÓN DE JESÚS
Entre las distintas visiones de la Crucifixión de Nuestro Señor, leemos místicos que contemplan los mismos sucesos pero con distintos detalles visuales. La Venerable María de Agreda y la Beata Ana Emmerick, vieron que los agujeros de la cruz, que habían sido perforados previamente, estaban demasiado separados de las manos del Señor Jesús como para ser llevadas fácilmente hasta allí a fin de traspasarlas y clavarlas a la madera. La visión de María de Agreda se resuelve en que los soldados romanos usaron una cadena. Atándola a uno de los brazos de Jesús, lo que les hizo posible estirárselo hasta sacarlo de su coyuntura, a fin que la mano alcanzase finalmente el orificio. La Beata Ana Emmerick, en cambio, vio que los soldados usaban una soga, no una cadena.
Otra diferencia de versiones:
Santa Brígida nos relata que cuando Jesús fue clavado en la cruz, ésta ya se encontraba levantada y vertical en su lugar. A diferencia de ella, la Venerable María de Agreda y la beata Ana Emmerick, vieron a Jesús siendo clavado a la cruz estando la misma todavía apoyada en el suelo.
De nuevo leemos diferencias:
Cuando Santa Brígida nos cuenta que se usaron cuatro clavos en total para perforar las manos y los pies de Nuestro Señor Jesús, al tiempo que la beata Ana Emmerick nos habla de nada más tres clavos.
Más diferencias:
Mientras la mayoría de los videntes han visto a Jesús clavado a la cruz, atravesadas por clavos sus manos, algunos pocos lo ven crucificado por las muñecas. Y, en el caso de la mística María Valtorta, Jesús es visto clavado en la mano izquierda y la muñeca derecha. Más aún, contrariamente a la mayoría de los místicos que vio a Jesús clavado por las manos, la muestra del sudario ofrece visiblemente la imagen de Jesús clavado en una de sus muñecas. ¿Por qué estas aparentes diferencias?

¿DEBERÍA UNO TURBARSE POR ESTAS APARENTES DIFERENCIAS?
La respuesta en un NO rotundo. Y esto es por la misma razón por la que ninguno se inquietaría por las pocas diferencias en algunas historias de los cuatro Evangelios.
La razón es que el propósito primario de las Escrituras es impartir la Revelación Divina, esto es, la Revelación que Dios a toda la humanidad.
Y aunque también éste es el propósito de la revelación privada, debemos notar que hay una diferencia muy importante y significativa entre la revelación privada y la revelación Pública. La Revelación Pública y la Tradición forman los fundamentos de la Iglesia, y son vinculantes para todos los católicos. Todo católico está obligado a creer en la Revelación Pública.
Las Revelaciones Privadas, sin embargo, no son vinculantes.
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Los católicos no están obligados a creer en ellas.
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No hay, incluso, obligación de creer en revelaciones como las de Fátima o la de Lourdes, aunque hayan sido aprobadas por la Iglesia.
LA REVELACIÓN PRIVADA ES PARA ILUMINAR LA FE
El propósito primero de la revelación privada es iluminar y profundizar el entendimiento de la Revelación Divina dada por la lglesia a través del depósito de la Fe. Tal como fue revelada a través de la Sagrada Escritura y enseñada por la Tradición.
Al igual que las Escrituras, la revelación privada no tiene la intencionalidad de impartir conocimientos de ciencia o geografía, ni de historia.
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No intenta pormenorizar detalles temporales o materiales de los hechos bíblicos, tales como precisiones específicas de la muerte y pasión de Cristo.
Su objetivo es brindar una comprensión espiritual más profunda de lo que hay detrás de los sucesos históricos. Y aunque las Escrituras pueden eventualmente contener algún material geográfico, científico o histórico, no es su propósito develar o clarificar tal material.
De modo que, la finalidad de la visión que tenga un místico o un visionario de la crucifixión de Jesús, solo es proporcionar un más acentuado y vívido entendimiento del valor espiritual de ese momento.
Los detalles visuales que se dan son con frecuencia adaptados para producir la mayor impresión posible sobre la persona que los recibe. Así, en este contexto, vemos que no hay significancia sobrenatural en hechos tales como si los místicos vieron tres o vieron cuatro clavos sobre el cuerpo crucificado del Señor, o si vieron los clavos traspasando sus manos o atravesando sus muñecas. Estos elementos son sin consecuencia real y no tienen relevancia.

EL EJEMPLO DE LA FORMA EN QUE SE APARECE MARÍA
Podemos pensar por ejemplo en las tantas y variadas apariciones de la Santísima Virgen María alrededor de todo el mundo a lo largo de los siglos. En el monte de Tepeyac, México, Nuestra Señora de Guadalupe se presentó a Juan Diego con apariencia de mujer azteca. En Lourdes, se mostró a Bernardette como una mujer caucásica, incluso hablando su particular dialecto local del idioma francés – el Patois. En Kibeho, Rwanda, ella se dejó ver por un grupo de videntes como una mujer de piel oscura, similar a la gente africana del mismo lugar.
Entendemos entonces que María eligió mostrarse a todas estas personas del modo más natural y apropiado para ellos.
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Simple y solamente para impartir una lección espiritual y un mensaje.
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No para afirmar de sí misma que pertenece a una determinada raza.
Bien pronto apreciamos que las diversas fisonomías de estas apariciones no contienen real peso ni otro sentido más que aquel de enseñar que Ella es la Madre Espiritual de la humanidad entera. Esto mismo ocurre con la mayoría de los detalles temporales entre los diferentes místicos y videntes, son accesorios al servicio de la significación espiritual y del mensaje que trata de ser impartido en la visión misma.

LOS DETALLES SON SOPORTE DEL MENSAJE
Los detalles visuales y pormenores físicos observados en las revelaciones privadas simplemente dan soporte a las realidades espirituales que cargan con el énfasis mayor y son el primer propósito de las mismas.
Si leemos las visiones de Santa Gemma Galgani comprenderemos fácilmente que algunas informaciones son un mensaje espiritual y no fáctico de cómo ocurrieron los hechos.
“Mi hija” dijo Jesús, “Mira mis heridas. Han sido abiertas por tus pecados. Pero ahora, consuélate, porque han sido cerradas gracias a tu arrepentimiento. No me ofendas otra vez, nunca más. Ámame como siempre yo te he amado a ti. Ámame.” “Me repitió esto varias veces. Después la visión se desvaneció y yo volví a mis sentidos. De aquella vez en adelante, comencé a sentir un horror muy grande al pecado, lo cual fue la gracia más grande que Jesús me ha dado. Las heridas de Jesús se mantuvieron impresas muy nítidamente en mi mente. Nunca se han borrado y nunca habrán de borrarse”.
Cuando Jesús le dice que las heridas de la crucifixión han sido abiertas por sus pecados no quiere decir fácticamente que los pecados de Gemma le abrieron las llagas.
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Ni siquiera que los pecados de la humanidad lo hicieron.
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Sino que los soldados que le perforaron las manos son la representación y el efecto de los pecados de la humanidad, que siguen presentes hoy.
Esto lleva a que algunos creen que las revelaciones privadas no tienen por qué existir, que sólo alcanza con la Revelación Pública de la Biblia y la Tradición de la Iglesia. Y es por esto que incluso llegan a decir que la época de las visiones de Dios se ha cerrado, y ahora hay solo falsedad. Esta es una polémica en curso sobre el tema de los videntes, en que las autoridades de la Iglesia se están inclinando hacia minimizar las apariciones marianas.

¿LA ÉPOCA DE LAS VISIONES DE DIOS SE HA CERRADO O NO?
Esto además se entronca con que la forma de comprender el cristianismo como una religión que apela a lo sobrenatural se ha ido erosionando en los últimos siglos. Al punto que muchas iglesias protestantes y fieles y sacerdotes católicos son de la opinión de que Dios ya no da visiones. “La época de las profecías ha terminado”, dicen.
La Iglesia Católica enseña que la revelación pública está cerrada hasta la Segunda Venida.
El Catecismo de la Iglesia Católica establece: La economía cristiana, por lo tanto, desde que es la nueva y definitiva alianza, nunca pasará, y ninguna nueva revelación pública es de esperar antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo [CIC 66].
La revelación privada, sin embargo, está en curso.
A lo largo de los siglos, ha habido las llamadas revelaciones “privadas”, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Como dijimos, ellas no llegan, sin embargo, hasta el depósito de la fe. Su papel no es mejorar o completar la revelación definitiva de Cristo, sino ayudar a vivir más plenamente en una cierta época de la historia.
Guiado por el Magisterio de la Iglesia, el sensus fidelium [es decir, el sentido colectivo de los fieles] sabe cómo discernir y dar la bienvenida en estas revelaciones a lo que constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia.
Es así como la fe cristiana no puede aceptar “revelaciones” que pretenden superar o corregir la Revelación de la cual Cristo es el cumplimiento, como es el caso de ciertas religiones no cristianas y también de ciertas sectas recientes que se fundan en tales “revelaciones”.

SIGUEN EXISTIENDO LAS REVELACIONES PRIVADAS
Pero así como algunos en círculos no católicos han afirmado que la era de los milagros ha terminado, algunos han afirmado que la época de la revelación, incluso revelación privada ha terminado.
Sin embargo, esto es algo que la Escritura nunca dice.
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Ninguno de los autores del Nuevo Testamento dice que Dios va a dejar de usar visiones y fenómenos relacionados antes de la Segunda Venida.
San Pablo expresa la actitud cristiana apropiada hacia estos fenómenos de esta manera: No apaguéis el Espíritu. No desprecies declaraciones proféticas. Probad todo y quedaos con lo bueno (1 Tesalonicenses 5:19-21.). Los Padres de la Iglesia eran de la misma opinión. Cuando la Era Apostólica se cerró y comenzó la era de los Padres, no pensaron que Dios había dejado de repente de dar visiones. Reconocieron que las nuevas visiones no estaban en el mismo plano que la revelación que se encuentra en la Biblia (revelación pública), pero reconocieron la continua presencia de las revelaciones privadas en la Iglesia.
No fue hasta la época de la Reforma Protestante que la gente comenzó a negar el concepto.
Esta distinción entre las revelaciones nos lleva a considerar que características debemos pedir a un vidente para darle credibilidad.

¿ES NECESARIO QUE UN MÍSTICO AUTÉNTICO TENGA UN CARÁCTER MORAL IMPECABLE?
Al discernir las vidas de los visionarios, ¿qué debilidades y defectos son permisibles? A todos nos gusta pensar en nuestros santos y místicos favoritos como rebosantes de virtud, tan “blancos como la nieve recién caída”. Sin embargo, todos reconocemos que nadie es perfecto, reconociendo el principio bíblico de que “todos han pecado, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Sin embargo, esto plantea una pregunta con la que tienen que lidiar todos los que tratan de discernir a los presuntos videntes y místicos. ¿Puede un auténtico místico / vidente / profeta tener faltas graves? ¿Qué debilidades o pecados son aceptables al discernir a un vidente?
O, de otra manera, ¿qué pecados podrían impedir que una persona reciba comunicaciones y revelaciones privadas del cielo?
DAVID Y SAN AGUSTÍN
En el Antiguo Testamento, en la historia del rey David encontramos a un vidente y siervo de Dios que en cierto momento cometió dos pecados “mortales” muy graves: el adulterio y luego el asesinato.
Pero debido a su increíblemente y profundo arrepentimiento después, Dios continuó trabajando con él y a través de él, durante el resto de su vida notable.
O, una vez más, estudiando la vida del gran San Agustín, el universalmente aclamado Doctor de la Iglesia, encontramos que en sus primeros años antes de su extraordinaria conversión había llevado una vida bastante inmoral.
Teniendo un hijo fuera de matrimonio, junto diversas actividades mundanas cuestionables. Y quién podría olvidar su declaración digna de mención: “¡Señor, concédeme la castidad y la continencia, pero todavía no!”. Sin embargo, en su defensa encontramos que en los años posteriores a su conversión llevó una vida de piedad sólida y virtud heroica, como la propia Iglesia ha declarado oficialmente.

EL CASO DE SANTA MARÍA DE EGIPTO
Podemos encontrar otro ejemplo en la historia de Santa María de Egipto.
Donde nos encontramos a una mujer que, a la edad de 12 años, huye de casa y poco después se convierte en prostituta en la ciudad de Alejandría.
Ella continuó viviendo una vida extremadamente disoluta hasta que a los 17 años viajó a Jerusalén para la gran Fiesta anual de la Exaltación de la Santa Cruz. Ella emprendió el viaje como una especie de “anti-peregrinación”, afirmando que esperaba encontrar en las multitudes de peregrinos en Jerusalén clientes más abundantes para su vida de prostitución. Sus biógrafos revelan cómo ella se ayudó a pagar su pasaje a Jerusalén ofreciendo favores sexuales a otros peregrinos, y ella continuó su estilo de vida habitual por un corto tiempo en Jerusalén. Dios sin embargo tenía otros planes para ella.
Mientras trataba de entrar en la Iglesia del Santo Sepulcro para la celebración, la entrada le fue prohibida por una fuerza invisible.
Al darse cuenta de que esto se debía a su impureza, se sorprendió con el remordimiento, y al ver un icono de Theotokos (la Virgen María) fuera de la iglesia, oró pidiendo perdón y prometiendo renunciar a su vida de pecado. Después de venerar la reliquia de la verdadera cruz, regresó al icono de la Santísima Virgen María para dar gracias y de repente oyó que la Virgen María le hablaba, diciéndole:
“Si cruzas el Jordán, encontrarás descanso para tu alma.”
Luego fue al Jordán y terminó en el Monasterio de San Juan Bautista, a orillas del río Jordán, donde se confesó y después recibió la Santa Comunión.
A la mañana siguiente, cruzó el Jordán y se retiró al desierto para vivir el resto de su vida como una ermitaña en penitencia y reparación por sus pecados.
Y así, el simple hecho es que la historia de la Iglesia está repleta de pecadores convertidos en santos. Una parte de los cuales fueron, o se convirtieron, en místicos y videntes.

¿VIDENTES Y MÍSTICOS PURITANOS?
Sin embargo, la pregunta que se plantea aquí es si debe un vidente / místico / profeta tener una naturaleza moral impecable. ¿Hasta qué grado se permite el pecado en sus vidas? Encontramos gran parte de las respuestas en el documento vaticano titulado “Normas relativas a la manera de proceder en el discernimiento de presuntas apariciones o revelaciones”. Donde bajo el título de “Criterios negativos” encontramos una directiva:
Actos gravemente inmorales cometidos por el sujeto o sus seguidores cuando el hecho [ej. Aparición] ocurrió, o en relación con él.
Así, según la posición oficial de la Iglesia, los “actos gravemente inmorales” constituirían criterios negativos, es decir, serían evidencia confiable de que el místico / vidente / profeta es falso. Dada la posición de la Iglesia en esta materia, estrictamente hablando, un vidente / místico / profeta no puede (o ya no seguirá siendo) un místico auténtico durante el tiempo en que cometa un pecado grave y serio. Porque los efectos del pecado mortal intencional inhiben e impiden la revelación directa de Dios en tal persona.
Por ejemplo, después de los pecados de adulterio y asesinato de David, vemos en las Escrituras que Dios ya no le habló directamente, sino que le habló a través del profeta Natán.
¿Y QUÉ PASA CON LOS PECADOS MENOS GRAVES?
Por ejemplo que un vidente parece jactarse a veces o que aparentemente carece de un espíritu de humildad a veces, o que carece de caridad en sus declaraciones y acciones hacia los demás. O que siempre es rápido para defenderse en lugar de sufrir en su mayor parte las acusaciones con humildad y silencio. O quizás una que parece saborear la comida y beber excesivamente, o carece de un espíritu de mortificación.
Reconocemos que los pecados menores o “veniales” son simplemente parte de nuestra condición.
Y que ni siquiera los santos son perfectos, sino que “buscan sinceramente ser perfectos, como el Padre celestial es perfecto”. Sin embargo, uno debe esperar que un vidente sea una persona que busque vigorosamente vivir el Evangelio en todas las áreas de su vida. Que trata de agradar a Dios en todas sus acciones, siendo obediente a las enseñanzas de la Iglesia. Y vive una vida penitencial y de sacrificio con un espíritu de oración, alegría y acción de gracias. En resumen, una persona que sigue fervorosamente las huellas de Jesús.
De modo que, aunque nosotros no debamos necesariamente dejar de lado a un supuesto místico que, por ejemplo, tiene un apego serio al café, podemos y debemos rechazar a cualquier supuesto místico que cometa cualquier forma de pecado grave y serio.
Pero cuando se trata de discernir místicos y videntes, desde el principio todos ellos deben recibir una presunción inicial de sinceridad y buena voluntad. Y se debe discernir cuidadosamente y con neutralidad sus mensajes y su misión, dándoles una audiencia justa y sincera.
Porque es verdaderamente lamentable ver que han existido y existen más aún hoy místicos rechazados sumariamente por ciertos miembros dentro de la Iglesia, sin siquiera una audiencia preliminar o una consideración razonable.
¿Quién hubiera pensado jamás que Saulo de Tarso, ferviente perseguidor de los primeros cristianos, se convertiría – por intercesión de Jesús – en el gran San Pablo, el infatigable apóstol de la Iglesia?

Fuentes:

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